Fin al mito de que Benidorm es la ciudad española con más masificación de turistas

Durante décadas, Benidorm ha sido el paradigma de la masificación turística en España, con sus rascacielos y playas abarrotadas como símbolo del turismo de masas. Sin embargo, un reciente estudio elaborado por el buscador de alquileres vacacionales, Holidu, pone fin a este mito. Sorprendentemente, Benidorm no lidera la lista de las ciudades españolas con más presión turística. En su lugar, son pequeños municipios como Peñíscola y Albarracín los que encabezan este ranking, revelando un panorama turístico más diverso y el interés por localidades menos conocidas.

Encabezando la lista se encuentra Peñíscola, un pintoresco pueblo costero de Castellón que, a pesar de su reducido tamaño, recibe anualmente una afluencia de más de 200.000 turistas. Con una población residente de apenas 7.882 habitantes, la relación de turistas por habitante alcanza un asombroso 25,4, convirtiendo a este destino en el más saturado de España.

Peñíscola, con su castillo medieval y sus playas de ensueño, se ha transformado en un imán para visitantes que buscan un lugar con historia y belleza natural. No obstante, la creciente popularidad de este enclave histórico ha generado serios problemas de infraestructura, con calles y playas abarrotadas, y un aumento en los costes de vida que está afectando a los residentes locales.

En segundo lugar, encontramos a Albarracín, un pequeño pueblo aragonés que, con solo 990 habitantes, atrae a más de 23.000 turistas cada año. Conocido por su arquitectura medieval y su entorno natural único, Albarracín ha visto crecer su popularidad entre los amantes de la historia y la naturaleza. Sin embargo, esta fama trae consigo la presión de manejar un turismo creciente sin comprometer el delicado entorno y la autenticidad del lugar.

A pesar de su ubicación relativamente remota, la población enfrenta desafíos importantes, como el impacto ambiental de los visitantes y la necesidad de preservar su patrimonio cultural, todo mientras intenta evitar los problemas que la masificación ha traído a otros destinos más grandes.

El tercer lugar del ranking es ocupado por San Lorenzo del Cardezar, un idílico pueblo en la costa este de Mallorca. Este destino, que cuenta con una población de 8.920 habitantes, recibe cerca de 190.000 turistas anuales, lo que genera una relación de 21,3 turistas por habitante. La atracción principal de este municipio son sus playas de arena blanca y su vibrante oferta cultural, lo que ha generado un auge económico muy importante en la zona.

No obstante, este mismo turismo que impulsa la economía local también plantea retos para los residentes, que deben enfrentar un aumento en los precios y una presión constante sobre los recursos locales, en un delicado equilibrio entre la prosperidad económica y la preservación del entorno y los servicios.

Sallent de Gállego, en los Pirineos aragoneses, es otro de los destinos que ha visto cómo el turismo transforma su dinámica local. Con más de 32.000 turistas anuales y una población de apenas 1.519 habitantes, este pueblo enfrenta el desafío de conciliar el turismo con la preservación de su impresionante entorno natural, especialmente durante la temporada de esquí.

Por su parte, Salou, en la Costa Dorada, sigue siendo uno de los destinos turísticos más populares de Cataluña, con una relación de 17,6 turistas por habitante, que se sienten atraido por sus playas de arena dorada y su frenética vida nocturna. Aunque este destino ya está acostumbrado a lidiar con grandes volúmenes de visitantes, la masificación sigue siendo un reto constante para las autoridades locales, que buscan equilibrar las demandas turísticas con la calidad de vida de sus residentes.