Valencia Drogas y okupación en el barrio de Orriols: «Ahora se matan entre ellos, veremos cuándo nos pasa a los demás»
Los vecinos sufren estos problemas que han provocado tres apuñalamientos en las últimas semanas, uno de ellos con un fallecido, a la espera de refuerzos policiales
El barrio valenciano de Orriols vive una situación límite. Los saben los vecinos, que son los que la sufren cada día de primera mano; la Policía, que extrema la vigilancia y acude a numerosos servicios a la zona, y también el Ayuntamiento y la Delegación del Gobierno. En las últimas tres semanas ha habido tres apuñalamientos en sus calles, de los que uno terminó en fallecimiento. La situación es tan insostenible que la Policía Nacional llevó a cabo un operativo especial la semana pasada ante la alarma generalizada que se saldó con 238 identificaciones y siete detenidos por reclamaciones judiciales, quebrantamiento de orden de alejamiento, violencia de género e infracción de ley de extranjería, así como por drogas y portar un arma.
A pie de calle, un vecino que prefiere no revelar su nombre por precaución explica a El Debate cómo es un día a día en Orriols y lo hace sin tapujos ni complejos: «La droga es la que está produciendo los asesinatos. Se clavan cuchillos porque uno quiere una cosa, el otro no se la paga, el de más allá dice que le ha dado otra cosa… Todo es por la droga», lamenta. De igual modo, señala que hay unas calles que son especialmente peligrosas. En concreto son las que están entre Arquitecto Tolsá y Padre Viñas.
A este perímetro, el residente lo denomina «las cuatro esquinas de la vergüenza» porque se parecen al «Bronx» de Nueva York: «Puedes entrar, pero no puedes llevar bolso, joyas ni estar hablando por el móvil porque te lo robarán», reitera. Esa sensación fundada de «miedo», no obstante, puede ir a más en el corto o medio plazo porque «ahora se están matando entre ellos –en alusión a los traficantes y drogodependientes–, pero ya veremos qué pasa cuando nos toque a nosotros», indica.
«Miedo» en los edificios okupados
Junto a la droga, el otro gran problema del barrio es la okupación. Aunque el vecino reconoce que tiene «la gran suerte» de que en su escalera se convive «bastante bien», sí alerta de que en muchos otros edificios las personas que entran en los pisos sin ser de su propiedad o haber alquilado «destrozan por donde pasan». «No les importa dejar basura o romper la puerta. Las personas que viven allí tienen miedo, no pueden hacer nada por miedo a que cuando vuelvan les hayan tirado la puerta, echado pintura, se la hayan rayado o se metan con los hijos», denuncia.
Él mismo vive situaciones similares cuando tiene que ir a recoger a sus nietas. A pesar de que tienen 17 y 23 años, se ha de desplazar hasta la parada de autobús para llevarlas a casa sin que sufran ningún percance en el corto trayecto hasta su casa. Por tanto, para acabar con este problema «que lleva ya 13 años», reclama «un retén y una jefatura» de Policía, porque «si no acaban con la droga y la okupación no terminará el miedo en el barrio».
Respecto a la seguridad, el coordinador de Policía Local del Sindicato Profesional de Policía Local y Bomberos (SPPLB) en el Ayuntamiento de Valencia, Vicente Lluesma, explica que los agentes reciben «muchos servicios de hurtos en establecimientos y comercios de la zona». Igualmente, también es «habitual» que acudan a Orriols por «problemas de convivencia entre los vecinos», principalmente relacionados con domicilios okupados ilegalmente.
Medios policiales «muy escasos»
Otro gran problema que advierte en la zona es el tráfico de drogas: «El menudeo de hachís y demás sustancias está provocando mucha inseguridad en las calles y con mucha frecuencia las reyertas y los enfrentamientos que se producen en la vía publica son por este tipo de asuntos», apunta el representante sindical, subrayando que entre las personas que suelen estar implicadas hay «un gran colectivo de marroquíes y argelinos en el barrio que se dedican a estos fines y hacen del tráfico de drogas su medio de vida».
Preguntado por los medios personales y técnicos con los que cuenta la Policía para enfrentarse a este contexto, Luesma afirma que son «muy escasos». En particular, informa que la VI Unidad de Distrito, que es a la que le corresponde el barrio de Orriols, tiene un personal «muy justo», ya que a todo el entorno de la zona en cuestión se suelen destinar «dos patrullas». Hay otra, pero está «las 24 horas» en el número 262 de la avenida Constitución, un inmueble que fue okupado por completo y que el Ayuntamiento tapió por ser uno de los más conflictivos de la ciudad. Además, también comenta que se suelen dar «problemas de comunicaciones». «No sé si será porque los repetidores son antiguos, pero muchas veces los policías intentan comunicarse a través de la emisora y no pueden», recalca Lluesma.
Con este panorama, la alcaldesa, María José Catalá, reunió este jueves a una mesa interdepartamental con varios concejales para tratar «la situación actual del barrio y las inquietudes de las asociaciones más representativas», informa el Ayuntamiento en un comunicado. En la cita, la regidora se comprometió a trabajar para que Orriols recupere «su normalidad» mediante la coordinación «con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado», a la par que pidió a los vecinos «un margen de confianza» porque este problema «no es de ayer, viene de muchos más años y el anterior equipo de gobierno actuó tarde».