Estas son las tradiciones navideñas más curiosas de Galicia

Estas son las tradiciones navideñas más curiosas de GaliciaAyuntamiento Santiago

Las tradiciones navideñas más curiosas de Galicia: ni recoger la mesa ni barrer la cocina en Nochebuena

Gran parte de las costumbres gallegas de esta época tienen su origen en el rural y están influenciadas por una mezcla de creencias celtas y cristianas

La Navidad en Galicia es mucho más que luces y villancicos; es una época que refleja profundamente la riqueza cultural y las tradiciones de esta tierra. Desde los emblemáticos belenes artesanales hasta las comidas familiares cargadas de recetas tradicionales, cada rincón de Galicia vive estas fiestas de una manera única con sus propias tradiciones.

Gran parte de las costumbres gallegas de esta época tienen su origen en el rural y están influenciadas por una mezcla de creencias celtas y cristianas. Aunque algunas se habían perdido con el paso del tiempo, en los últimos años se están recuperando, permitiendo que el legado de generaciones pasadas siga vivo.

Desde el Tizón hasta la cocina

Una de las tradiciones más antiguas y simbólicas es el encendido del Tizón de Navidad, también conocido como Cepo de Nadal. Este ritual tiene sus raíces en las celebraciones celtas del solsticio de invierno. Durante estas festividades, se quemaba parte de un tronco en honor al nacimiento del nuevo sol y la llegada de un nuevo año. El resto del tronco, que no se consumía en el fuego, se guardaba durante todo el año, ya que se le atribuían propiedades protectoras contra tormentas y males.

En la actualidad, esta tradición se mantiene viva en muchos hogares gallegos, especialmente en zonas rurales. Durante la Nochebuena, se coloca un gran tronco en la lareira (chimenea) y solo se quema la mitad. Las cenizas resultantes también tienen un significado especial, ya que se utilizan como fertilizante para el campo o como remedios caseros.

El canto de panxoliñas, las versiones gallegas de los villancicos, es una tradición con más de cinco siglos de historia. Estas canciones se interpretaban originalmente en las frías noches de invierno, cuando grupos de jóvenes recorrían las aldeas cantando frente a las casas. A cambio, recibían el «aguinaldo»: Alimentos, castañas o incluso dinero, que luego utilizaban para las celebraciones locales.

El 1 de enero también tiene su propia versión de esta costumbre, con las coplas de los Manueles. En honor a este santo, los vecinos cantan versos a quienes llevan su nombre, y ellos, como agradecimiento, suelen invitar a los presentes a una ronda de vino.

En los últimos años, una figura casi olvidada ha vuelto a ganar protagonismo: O Apalpador. Este personaje, un bonachón carbonero que vive en las montañas, visita a los niños durante la Navidad para «palpar» sus vientres y asegurarse de que han comido bien durante el año. Si todo está en orden, les deja castañas o un pequeño regalo; si no, les deja un trozo de carbón.

Una costumbre profundamente mística es la de no recoger la mesa después de la cena de Nochebuena. Los restos de comida se dejan como ofrenda para las almas de los difuntos, que según la tradición, regresan esa noche para compartir el festín con sus seres queridos.

Además, existe la creencia de que no se debe barrer la cocina durante esa jornada, para evitar ahuyentar a los buenos espíritus o atraer la mala suerte.

Las tradiciones navideñas gallegas no solo celebran el nacimiento de Jesús o el fin del año; sino que son un recordatorio de la historia y la espiritualidad gallega en época de Navidad.

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