La historia de 'O Apalpador', el Papá Noel gallego que vive en las montañas
Su misión es asegurar que los niños hayan tenido un año de abundancia y bienestar
La Navidad está llena de figuras entrañables, y una de las más universales es sin duda Papá Noel, quien viaja por el mundo repartiendo regalos a los más pequeños desde su trineo, acompañado de Rudolph y sus renos.
Sin embargo, no todas las tradiciones navideñas giran en torno a este personaje. En Galicia, hay una figura tradicional que, aunque menos conocida, guarda una relación con la identidad y las costumbres de la región gallega: O Apalpador,
El Papá Noel gallego que desciende de las montañas para llevar alegría a lo hogares, y con la misión particular de asegurar que los niños hayan tenido un año de abundancia y bienestar.
Un personaje del rural gallego
La imagen de O Apalpador no se parece en nada a la de Papá Noel. Mientras que el célebre Santa Claus es conocido por su traje rojo y su trineo volador, el Apalpador es descrito como un hombre robusto, con una larga barba roja y una melena pelirroja.
Viste ropa tradicional de campesino gallego, lleva una boina y sostiene una pipa, simbolizando su conexión con el mundo rural. Su apariencia evoca la figura de un carbonero, y, como tal, está asociado con las labores de la montaña y la naturaleza.
Este personaje fue casi olvidado durante años, pero en 2008 comenzó a resurgir gracias al trabajo de diferentes colectivos quienes encontraron referencias históricas y documentales que lo vinculaban a antiguas costumbres gallegas.
Hoy en día, O Apalpador ha vuelto a formar parte de la celebración navideña en muchas familias gallegas.
Esta es la leyenda que lo rodea
O Apalpador tiene su origen en las zonas montañosas de Galicia, especialmente en los montes de El Courel, en la provincia de Lugo.
Cada 24 o 31 de diciembre, desciende de las alturas hacia los pueblos y aldeas para llevar un mensaje de generosidad. Su particular costumbre es la de recorrer las casas, palpando las barrigas de los niños para comprobar si han comido lo suficiente durante el año.
Este gesto de «apalpar», de ahí su nombre, reflejaba su preocupación por la salud de los pequeños; pero no solo se interesaba por el bienestar físico de los niños sino que también les dejaba un regalo.
Dependiendo de la versión de la leyenda, les deja un puñado de castañas o incluso ropa, juguetes o dulces. En tiempos antiguos, las castañas eran una fuente vital de alimento durante los duros inviernos gallegos, y el hecho de que el Apalpador trajera este manjar era visto como un signo de buenos deseos para el año nuevo.
Además, este personaje recuerda a las familias la importancia de los pequeños gestos y el cuidado mutuo. Su visita al hogar simboliza la esperanza, la abundancia y el respeto por la naturaleza.
Así, mientras Papá Noel viaja en su trineo por el cielo, O Apalpador sigue bajando de las montañas gallegas con su saco de castañas, recordándonos que la verdadera magia de la Navidad reside también en las tradiciones más sencillas y auténticas.