Monasterio Santa María de Armenteira

Monasterio Santa María de ArmenteiraOlaia

Monasterio de Armenteira: el legado de un soldado convertido a monje y que Valle-Inclán salvó de la decadencia

Rodeado de una leyenda de un sueño que duró 200 años, hoy en día está habitado por monjas cistercienses

Enclavado en los montes de Meis, en Pontevedra, el Monasterio de Armenteira esconde una de las leyendas más asombrosas de la tradición gallega: la historia de Ero de Armenteira, un noble y soldado que, tras renunciar a la vida de la corte, experimentó un sueño místico que lo hizo despertar dos siglos después.

La leyenda del origen de este monasterio

Ero de Armenteira fue un caballero gallego cercano a Alfonso VII de León. Como consejero del monarca, participó en batallas y en la vida palaciega hasta que, cansado de las intrigas y la violencia, decidió retirarse a sus dominios en El Salnés.

Allí, junto a su esposa, anhelaba un hijo, pero la descendencia nunca llegó. En su desesperación, ambos recurrieron a la oración y, según la leyenda, la Virgen María se les apareció en sueños con un mensaje inesperado: su destino no era la paternidad biológica, sino la espiritual. Así, en 1151, convirtieron su palacio en un monasterio, iniciando lo que hoy es el Monasterio de Armenteira.

Tras la muerte de su esposa, Ero se convirtió en abad y llevó una vida de contemplación y penitencia. Su mayor deseo era experimentar la paz. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al monasterio, quedó hipnotizado por el canto de un pájaro. Se sentó a escuchar y cayó en un profundo trance.

Cuando despertó, sintió que apenas habían pasado unos instantes. Sin embargo, al regresar al monasterio, todo había cambiado. Los monjes que le abrieron la puerta no lo reconocían, los paisajes eran diferentes y los nombres en los documentos del monasterio confirmaban una verdad asombrosa: habían pasado 200 años.

Los monjes, atónitos, lo identificaron en los registros antiguos y se arrodillaron ante él, considerando su regreso un milagro. Poco después, Ero falleció en el monasterio y fue venerado como un santo durmiente.

Siglos de historia tras sus paredes

El Monasterio de Armenteira fue incorporado a la Orden del Císter en 1162 y vivió épocas de esplendor y decadencia. Con la desamortización del siglo XIX, quedó abandonado, pero en 1961 fue reconstruido gracias a la iniciativa de Carlos Valle-Inclán y la llegada de monjes de Navarra, quienes restauraron la vida monástica.

El hijo del famoso escritor llegó al lugar, que inspiró a su padre para crear los «Aromas de Leyenda», movido por su pasión y comenzó a gestar un sueño: restaurar el monasterio.

Junto a un grupo de amigos, fundó la asociación Amigos de Armenteira y, paso a paso, llevó a cabo una importante parte de la reconstrucción. Gracias a su esfuerzo, un grupo de monjas del Monasterio de Alloz, en Navarra, pudo revivir la vida cisterciense en este lugar.

Ubicado entre las rías de Pontevedra y Arousa, en la comarca del Salnés, el histórico Monasterio Cisterciense de Armenteira se alza como un refugio de espiritualidad.

Siguiendo la tradición de los monjes del Císter, que establecían sus monasterios en valles fértiles y rodeados de naturaleza, Armenteira se asienta en un hermoso valle irrigado por sus aguas, en plena armonía con el entorno.

Su iglesia conserva la esencia medieval, con una cúpula de influencia mudéjar única en Galicia y un impresionante rosetón que ilumina el templo con la luz del poniente.

En la entrada del monasterio, una escultura recuerda la leyenda: un monje, sentado bajo un árbol, con un pájaro como testigo, reza a la Virgen y al Niño Jesús. Es Ero de Armenteira, el hombre que durmió durante dos siglos y cuya historia sigue viva en este rincón de Galicia.

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