Las encuestas y el autoengaño
Estás en la mesa de un restaurante, a mesa y mantel, dispuesto a consumir un plato de jamón ibérico que acabas de pedir para el centro. El camarero te trae un floreado plato con rodajas de mortadela con aceitunas y le indicas que has pedido jamón, para más señas, ibérico. Os ensarzáis en una discusión, porque el camarero dice que eso es jamón, para ti, es mortadela (con aceitunas). Llega el maitre y, una vez enterado de la controversia, reconviene a su suboirdinado, pero no porque haya puesto mortadela, sino porque él entiende que eso es caña de lomo siciliana.
¿Absurdo? ¿Surrealista? Pues eso mismo ocurre con las encuestas, que cada partido las interpreta como le viene en gana. Hace unos meses hubo una del Centra (el CIS de la Junta para entendernos) y en la misma el PP estaba en modo mayoría absoluta en la capital y los demás partidos a verlas venir. A nadie le pareció del todo mal, porque todos tenían argumentos para ver el lado positivo.
Por aquella época un medio de un municipio de la campiña sacó otra donde se vislumbraba que el PP le arrebataba el gobierno al PSOE. Aquel sondeo se retocó oportunamente y todos acabaron ganando.
Esta semana, la UCO sacaba su barómetro, con poco volumen de encuestados, pero todo cambiaba en él. Ya se hablaba de empate técnico de los dos bloques y de que el próximo alcalde tendrá que pactar, que es lo que se lleva. De nuevo, todos ganaron, porque el autoengaño es el mejor opiáceo para espantar la realidad. Esa que dictarán las urnas en poco más de dos semanas y que dejará contentos a todos, o no, porque el votante es caprichoso y puede que a alguno, por omisión, le de un palo del que le cueste recuperarse.
