La teoría presuntamente documentada de que Miguel de Cervantes y Saavedra nació en Córdoba ha ocasionado un revuelo doméstico que invita a diversas consideraciones. Por un lado la de la velocidad a la que hoy en día circulan las noticias, una inmediatez que no es nueva (la radio siempre la tuvo) pero que afecta , en su tremenda propagación, a uno de los pilares básicos del periodismo y que no es otro que la comprobación o contraste de los hechos noticiados. En el caso que nos ocupa, y tras diversas entrevistas en varios medios al investigador protagonista de la noticia, el sevillano José de Contreras y Saro, se ha podido conocer lo que algunos, como el presidente de la Real Academia de Córdoba advertía y es que esta no es una noticia ni una teoría nueva. Pocos repararon en ese detalle en el que sí se ha incidido en los días sucesivos, cuando el reposo propio que requiere este oficio hizo tirar de archivos y hemerotecas.
Otro aspecto a tener en cuenta dice poco del carácter cordobés, de una ciudad que no suele conocer ni valorar a los suyos, entre los que se encuentran sus investigadores o archiveros, los que sobre todo realizaron en el pasado una labor encomiable al no contar con los medios actuales y se armaron de humildad y constancia en sus trabajos. En esta cervantina semana se ha recordado por parte de la institución académica antes mencionada la figura de José de la Torre y del Cerro (1876-1959) y sus «Documentos cervantinos cordobeses», publicados en Boletín de la Real Academia de Córdoba, en los que ya se apuntaba el origen cordobés de parte de la familia de Cervantes. Se publicaron, claro está, en una época sin redes sociales, pero son fuentes a las que se puede acudir sin ningún tipo de problema.
Pero sin duda alguna lo que la noticia ha conseguido es invitar al debate sobre un asunto mucho más elevado por su carácter histórico que las menudencias cotidianas que la actualidad suele proporcionar, además de las diferentes maniobras de distracción fomentadas sobre todo desde el terreno político. Igual estamos ante una de ellas, pero bienvenida sea si ello al menos ayuda a descubrir El Quijote, obra capital de la literatura universal que la gran mayoría de los que hoy discuten sobre el nacimiento de su autor seguramente no habrán leído.
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