El curioso dato del IPC
Detrás de una pequeña cifra se esconde la participación de un sinfín de personas y procesos
La medida estadística que representa el Índice de Precios de de Consumo (IPC) es un trabajo que se realiza de manera oficial y tiene una periodicidad mensual. En torno al día 13 de cada mes se hace público el resultado obtenido. El cálculo de esta cifra no se hace al azar sino que, repartidos por los diferentes puntos de la geografía nacional, un buen número de agentes recoge el precio de los bienes y servicios más consumidos por los hogares españoles; estos artículos, que forman la conocida como cesta de la compra, proceden de otra encuesta que mide los productos adquiridos en mayor número por los ciudadanos. Para ello se van introduciendo novedades en los bienes de mercado a la vez que se van eliminando otros que han dejado de ser representativos con el paso del tiempo.
Con la publicación del dato correspondiente al mes de agosto, puedo decir que, hoy, sentí nostalgia al recordar mis primeros pasos en el Instituto Nacional de Estadística. De manera casual conseguí un primer contrato que me permitió pasar diez años de vida laboral trabajando en encuestas económicas la mayor parte de las veces. Esta experiencia aportó muchos conocimientos a mi vida profesional y personal e hizo que entendiera multitud de conceptos que conforman el día a día del país que habitamos.
En aquel primer contacto, recuerdo que me preguntaron si conocía los pescados, es decir, si distinguía las sardinas de los boquerones. Siempre me ha fascinado recorrer las calles de una plaza de abastos, palpar ese ambiente donde se cuece la vida de un barrio, donde uno se pone al día del devenir de sus vecinos… Cómo no iba a saber diferenciar pescado blanco o azul, o un lenguado de una acedía, si era un espacio que siempre me había llamado la atención y me resultaba de lo más apetecible. No se intuía una empresa difícil, al contrario, trabajar a pie de calle para conocer los precios de mercado me parecía una tarea demasiado interesante como para considerarla una faena de las que provocan estrés.
Cada mañana eran objeto de anotaciones tanto alimentos como bebidas, calzado, ropa, transporte, medicinas, ocio y cultura o enseñanza, entre otros bienes y servicios. Por tanto, carpeta en mano, recorría mercados, centros comerciales o colegios para observar las posibles variaciones de precio y hacer el registro oportuno. Todo ello en pro de un importante índice del que dependen salarios o rentas en todo el territorio nacional.
Descubrí que detrás de una pequeña cifra se esconde la participación de un sinfín de personas y procesos que se encargan de obtener, a través de multitud de operaciones estadísticas, buenos resultados. Este periodo, sin duda, me proporcionó un verdadero aprendizaje significativo.