De comienzo en comienzoElena Murillo

¡Viva Santa Elena!

Actualizada 07:21

La devoción a Santa Elena es bastante popular en las aldeas de Fuente Obejuna, teniendo especial calado en Los Morenos y La Cardenchosa, de donde es patrona. Así queda demostrado cada 18 de agosto cuando oriundos y forasteros se vuelcan en su veneración. La fiesta de Santa Elena no es una más, sino que está revestida de un halo especial. No hay hijo de estas poblaciones que no recuerde fecha tan señalada; así, año tras año, la celebración es multitudinaria, con asistencia masiva a la santa misa y a la posterior procesión en la que es acompañada por un reguero amplio de fieles devotos.

La vida de esta santa no debió ser fácil. Repudiada por su marido, Constancio Cloro, inmersa en la soledad, conoció el cristianismo y lo abrazó. Si hubiera que destacar un rasgo fundamental en ella, sería el de la conversión, que más allá de quedarse en la suya propia permitiría que su hijo Constantino pusiera fin a las persecuciones de los cristianos con el Edicto de Milán en el año 313. Y no sólo Constantino y Elena abrazaron la religión cristiana sino que su contribución fue fundamental para que creciera en todo el Imperio. Santa Elena vería cumplido su deseo, con el discurrir del tiempo, de encontrar la Verdadera Cruz de Cristo, algunos de cuyos trozos se pueden admirar en la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén en Roma, fundada por ella misma.

En la iconografía de la santa no falta precisamente la citada cruz, que suele portar asida a ella, como se muestra en la imagen que se venera en estas aldeas. En Los Morenos y La Cardenchosa se mantiene la costumbre de cubrir las andas de la santa con albahaca, que al término de la procesión se distribuye entre los presentes como una prolongación que la rama de esta planta hace a modo de recuerdo del primer día del triduo en honor a Santa Elena; según cuenta la tradición, el campo en el que la emperatriz encontró la cruz estaba cubierto por esta planta de fuerte olor aromático. Y no falta quien la ofrece a sus seres queridos difuntos, que años atrás también vivieron con fervor estas fiestas.

Ayer concluían los tres días de culto en la iglesia parroquial que lleva su nombre con extensión festiva en la plaza del pueblo. Días para sentir, para estar, para vivir y compartir, para mantener la herencia transmitida sin cesar de padres a hijos. ¡Viva Santa Elena!

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