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Kika Magalhaes, la heredera del museo de alta costura y coches de lujo que se abrió gracias a la Reina Letizia
Las dos pasiones de su padre, la alta costura y los automóviles de lujo, llegan a sus manos por tradición familiar
La familia Magalhaes posee una tan desconocida como importante colección de moda, con importantes firmas de alta costura y de automóviles de lujo que está expuesta en un museo en el sur de España. «Las bases del museo comenzaron con mi abuelo Antonio», dice Kika en conversación con El Debate.
Una colección que comenzó con su abuelo y que hoy en día se puede disfrutar en Málaga en manos de sus nietos, Kika y Joao quienes, junto a su madre, custodian el 'Museo del Automóvil y la Moda de Málaga'. Más de 500 piezas de costura y unos 100 coches de época y de lujo se dan la mano en este museo que abrió sus puertas en 2010 en la antigua fábrica de tabacos de la ciudad.
Kika revela el curioso origen de esta interesante historia que terminó siendo un museo gracias a la mano de doña Letizia. Un museo ubicado a 3 kilómetros del centro de la ciudad.
La historia
«Tras el rechazo de abrir en Portugal, mi padre sin saber qué hacer, escribió una carta a doña Letizia entonces y creemos que ella la remitió al Ministerio de Cultura. En el año 2009, mi padre, Joao, envió la carta a doña Letizia — que era entonces, princesa de Asturias—, una carta que acabó consiguiendo abrir el museo soñado en Málaga, una ciudad que quería crecer en temas de Cultura», recuerda Kika.
La gestión es privada, pero el espacio es municipal. La citada carta tuvo su efecto porque, «al poco tiempo de ser escrita y enviada, desde la oficina de Málaga se contactó con mi padre para decirle que le encantaba la idea de abrir un museo. Pienso que la mano de la Reina tuvo algo que ver, porque fue tras esa carta cuando el proyecto salió adelante» y en 2010 se estrenó el museo, revela la joven heredera agradecida.
Piezas únicas
Balmain, Jean Louis Scherrer , Christian Lacroix, Dior, Givenchy y Chanel mezclados con Mercedes, Ferraris y Aston Martin forman parte de la herencia recibida y convertida en piezas de museo. «Nos gustaría que el Museo crezca más y que sea más visitado. Que sea también conocido en Madrid, en París, en los Estados Unidos... y preparar más proyectos nuevos», cuenta Kika ilusionada con el futuro. Busca romper fronteras.
Joao Pereira de Magalhães fundó la fábrica Têxtil Vizela, cerca de Guimarães, durante la II Guerra Mundial, aprovechando la posición de neutralidad que Portugal tenía ese momento. Como empresario fue uno de los precursores de esta industria en el norte del país. Su hijo Antonio, tras crear su propia fábrica textil, comenzó la afición por los coches de época.
Y fue João, el hijo de Antonio y el padre de Kika, movido por un gran entusiasmo, quien lo unió todo en este museo. «Era muy inquieto y se enamoró un día de unos sombreros y comenzó así a coleccionar moda. Entonces surgió el origen de museo», explica Kika.
Su padre se atrevió a soñar con un museo único, que reuniera los dos mundos a través de la historia del siglo XX: el Automóvil y la Moda. «Pensamos quizás ampliar algo en la colección de moda», reconoce Kika, pero con calma. No están todas las piezas a la vista en estos momentos en las salas del museo. Algunas están en lo que llaman 'La Cueva'. «Vamos cambiando exposiciones», apunta Kika a El Debate.
Los hijos de João, Kika y Joao, son actores, viven en California y son quienes custodian actualmente el museo, junto a su madre, intentando seguir con el legado familiar. Heredaron además la vena artística de su padre.
Desde un Rolls-Royce Phantom III, el último de los grandes Rolls-Royce de la preguerra; hasta un Lancia Italia Dilambda de 1934, vehículo aristocrático italiano por excelencia; o el Chrysler Presidencial Cabezas Coronadas de 1955, coche de jefe de Estado, del que solo se fabricaron 11 ejemplares —uno de ellos perteneció al principado de Mónaco y fue el que en 1956 recogió a la que sería la futura princesa, Grace Kelly, en el barco que la trajo desde Nueva York para casarse con el Príncipe Raniero—, o un Ferrari 250 GT Speciale del que se fabricaron solo cuatro unidades en todo el mundo, son automóviles que están a vista de cualquier visitante de este Museo malagueño para encandilar a los apasionados del motor. «Y también hay un Mercedes 540 K que es el más valioso de todos, por ser un modelo muy escaso. Es como el que usaba Hitler, por cierto», reconoce Kika.
Piezas únicas todas que no tienen precio, ni falta que hace, porque no están en venta. Automóviles y vestidos de época que ayudan a entender algo mejor la historia del pasado siglo a través de estos tesoros familiares.