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Miguel Ángel Buonarroti

Gastronomía

¿Qué come un artista? La lista de la compra de Miguel Ángel Buonarroti

En Florencia se conserva un papel escrito por el artista en el que detalla algunas viandas de comida

Florencia, una de las ciudades más soberbias del mundo, tiene un precioso museo, la Casa Buonarroti, donde queda constancia de la vida y la obra del enorme Miguel Ángel. Allí se encuentra una modesta y a la vez valiosa joya que explica la vida cotidiana del siglo XVI en esta ciudad y en la vida del genio. Se trata de un papel escrito a mano por el gran Miguel Ángel en el que están anotadas algunas viandas cotidianas para una sencilla comida. Un gesto corriente en la vida de una persona excepcional.

Es ahora cuando la imaginación puede volar, e imaginar al artista reflexionando sobre lo que necesitaba o le apetecía comer aquel día, apuntándolo para que alguno de sus ayudantes lo adquiriera. Además del texto, acompañaba las letras con expresivos dibujos, porque quién iba a la compra no sabía leer. Probablemente por esta razón dibujaba un recordatorio: junto al nombre del producto una sencilla representación de este. Sabemos algunas cosas del carácter de Miguel Ángel: una de ellas es que era muy perfeccionista, le gustaba que todo estuviera bien acabado y sin defectos, así que es muy posible que no fuera de su agrado pedir un plato y que le llevaran otro.

Pero para alimentar al divino genio del arte, también la comida era necesaria. El Renacimiento no se entendería sin el artista de la Capilla Sixtina, y probablemente tampoco sin los cambios que el nuevo tiempo llevó al mundo. Corría el día 18 del mes de marzo de 1518, algo que sabemos porque la lista de la compra se escribió detrás de una carta fechada en ese día. La Semana Santa había terminado el día 10 (Domingo de Resurrección) y con ella la obligatoria abstinencia. Aunque, si la compra era para el día siguiente, viernes 19, se comprende todo y como en ella no hay ningún tipo de carne, parece que Miguel Ángel sí respetaba la abstinencia de los viernes. O también es posible que sencillamente al artista le gustaran mucho los platos de verduras.

Lista de la compra de Miguel Angel

Lista de la compra de Miguel Ángel

En la Roma que le acogió, y donde estaba su corazón, Miguel Ángel escribió esta lista de la compra, quizás para tres días, ya que cada uno de los grupos de alimentos, separados por una barra horizontal, detallan diferentes cantidades y alimentos, que son los siguientes:

Para la primera comida: un arenque, tortelli (tipo de pasta rellena), dos raciones de sopa de hinojo, cuatro anchoas, dos panes, un cuarto de vino.

Para la segunda comida: una ensalada, cuatro panes, un jarro de vino, un cuarto de vino seco, un plato de espinacas, cuatro anchoas y de nuevo tortelli.

Para la tercera comida: seis panes, dos guisos de hinojo, una anchoa, un jarro repleto de vino.

Cada uno de estos platos está presentado en un recipiente, un plato o tazón o una jarra. Parecen formar parte de un tipo de alimentación bastante frugal, pero no tanto de cocina pobre, porque los ingredientes, aunque sencillos, son de buena calidad. Unos años después, Bartolomeo Scappi, cocinero al servicio de aristócratas y hasta de Papas, publicaba su gran obra Opera dell`arte del cucinare (1570), en la que ya se reflejaba el cambio de ingredientes que habían traído la conquista americana y los nuevos tiempos. En sus páginas se reflejaba una cocina más cuidada, y presentaba innumerables platos de verduras muy bien trabajados.

Debían serle gratos estos ingredientes vegetales al artista, porque un buen amigo suyo, Bartolomeo Angelini, cuando Miguel Ángel tuvo que salir de su amada casa romana a realizar un trabajo en Florencia, en el año 1533, le escribía contándole pequeños asuntos domésticos. Y entre ellos hacía continuas referencias a la comida: «Te he preparado vinos de mejor calidad», «los higos han madurado bien», «las uvas están en su punto» o «los melocotones y granadas están maduros».

La vida de un importante creador como él, a pesar de la sencillez elegida, era amable y le permitía disponer de viandas a su antojo. Pero esto no ocurría así en toda la sociedad de la época. Desde finales del siglo XV, el precio de la harina para hacer pan era muy alto (especialmente en Florencia), lo que significaba que el coste de la vida era anormalmente elevado, en especial si lo comparamos con el coste de la carne. La carne más económica y popular, que era la de cerdo, costaba solamente el doble que la mejor harina, una proporción anormal.

Y como había ocurrido en la Edad Media, también había una vinculación entre el consumo de pan y el rango social: mientras más abajo se encontraba un individuo en la pirámide social, más pan consumía. La cocina renacentista en las ciudades italianas empezaba a diferenciarse de la antiguas medievales, aunque aún la presencia de innumerables especias tenía un valor gastronómico y simbólico: significaba riqueza en una comida, a veces en exceso, incluso se consideraban digestivas, lo que suponía la excusa perfecta para añadirlas. Así que encontraremos unos platos muy trabajados, con «cocina», y todavía una alimentación basada en la teoría de los humores, con platos de corte medieval, una tradición difícil de romper pero que a mediados de siglo conocería cambios y novedades. Ese fue el universo gastronómico en el que vivió Miguel Ángel.

Esta pequeña lista de la compra del artista es una deliciosa ventana que nos permite escrutar el pasado, un instante en la vida de Miguel Ángel al que la casualidad nos ha permitido asomarnos, un mágico azar por el que se ha conservado este trozo de papel. Que nos muestra cómo era la vida cotidiana de uno de los más grandes artistas de toda la historia.

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