La vida de película del enigmático dueño del Four Seasons de Madrid y la Galería Canalejas
El empresario judío canadiense Mark Scheinberg se consagra en el mundo del lujo con la adquisición de dos hoteles emblemáticos en Venecia y París
Su cuenta de Instagram tiene ciertas similitudes con las de las nuevas «socialités» del siglo XXI que posan en lujosos hoteles de aquí y de allá, se fotografían en lugar paradisíacos difícilmente accesibles, en los clubs de moda de Londres o Singapur y cruzan los siete mares en fabulosos mega yates. Pero, a diferencia de la mayoría de los perfiles similares que muestran estas vidas como sacadas de películas glamurosas y aventureras a partes iguales, Mark Scheinberg puede presumir de ser el propietario de muchas de esas fabulosas localizaciones que sirven de decorado de una vida de la que, en realidad, se desconoce casi todo.
Con una fortuna estimada por fuentes financieras en unos 5.000 millones de euros, el fundador y presidente de Mohari Hospitality es dueño al cincuenta por cierto del hotel Four Seasons de Madrid y de la Galería Canalejas, complejo que adquirió en 2017. Comparte propiedad con OHAL, y también algún que otro quebradero de cabeza por los pobres resultados de esa última, así como citas en los tribunales con sus socios mexicanos por importantes desavenencias entre ambos. En cualquier caso, con la adquisición de uno de los mejores inmuebles del Madrid histórico, ponía la primera y llamativa piedra de un lujoso imperio que acaba de cerrar el mejor año de su corta existencia y que le afianza como un nuevo jugador a tener en cuenta en el mundo de la hospitalidad de alta gama.
En su ramillete de posesiones figuran además del emblemático complejo madrileño, fabulosos hoteles y residencias en Canadá, Costa Rica y Estados Unidos principalmente, que desarrolla, al igual que en Madrid, bajo las primeras marcas del sector, como Four Seasons, Rosewood o Six Senses. El empresario es además copropietario de la compañía de cruceros boutique Ritz-Carton Yatch Collection, que el año pasado estrenó su segundo buque y ya prepara el lanzamiento de un tercero. A finales de 2023, Scheinberg adquirió Tao Group Hospitality, uno de los grandes nombres globales del sector de la restauración de cierto nivel, con marcas como Hakkasan, clubs nocturnos y lounges y con presencia en más de veinte países y en destinos clave como Las Vegas o Dubai.
Su hasta ahora discreta presencia en Europa ha dado en los últimos meses un significativo impulso y mucho que hablar por el tipo de propiedades adquiridas, auténticos bienes trofeos situados en las zonas más codiciadas de localizaciones de primer nivel. La más llamativa, sin duda, es la reciente compra del legendario hotel Bauer de Venecia. Uno de los nombres míticos del Gran Canal, se encuentra en obras desde hace un par de años y se convertirá, una vez que termine su total renovación, en el Rosewood de Venecia (mismo grupo que gestiona en Madrid el hotel Villa Magna). Medios financieros hablan de una cifra superior a los 300 millones de euros en una puja en la que también habría entrado Bernard Arnault, presidente de LVMH y dueño de otros de los clásicos de la Serenísima, el Belmond Hotel Cipriani. En Italia, Mohari ha adquirido, junto a sus socios de Omnam, un fabuloso palacete del siglo XV a las afueras de Florencia, Villa Camerata, que está previsto abra sus puertas este año bajo la lujosa marca hotelera Baccarat. Ambas compañías son también socias en otro establecimiento italiano, el Four Seasons Costa Merlata, con inauguración prevista para 2026, igual que sus proyectos Six Senses Grand Bahama y el Waldorf Astoria Miami.
La visión de Scheinberg de ampliar su cartera de hoteles de super lujo en edificios de alto valor patrimonial y localizaciones excepcionales, como ocurre con Madrid y Venecia, ha encontrado en París lo que llevaba años buscando. Se trata del viejo hotel Saint-James & Albany, cerrado por obras desde hace años y construido en su origen sobre el palacete de Noailles, de 1687. El empresario judío canadiense acaba de hacerse con una joyita como hay pocas en la ciudad del Sena, un magnífico edificio histórico frente al jardín de Tullerías y con una historia curiosa a sus espaldas, pues en él residió el marqués de La Fayette. Pero lo interesante es el futuro del que está llamado a ser uno de los mejores hoteles de París, dada la ambición y los planes de socios de este proyecto. Además de Mohari y Omnam, ha entrado como tercero en la propiedad nada menos que Pharrell Williams, polifacético y exitoso músico y director de las colecciones masculinas de Louis Vuitton.
Scheinberg ha apretado el acelerador y todo indica que está llamado a ser uno de los nombres que más dará que hablar en los próximos años en el mundo de las cinco estrellas. Pero todo indica al mismo tiempo que nada le va a hacer apearse de su discreta y algo misteriosa vida, de la que muy poco se sabe. Su aversión a salir en los medios o hacer pública información sobre su vida, pública o privada, la comparte con su padre, Isai Scheinberg, con el que fundó la compañía de juego online PokerStar en 2002. Su venta en 2014 por 5.000 millones de dólares es el origen de su enorme fortuna. Prácticamente, nada se sabe de unas vidas que, al parecer, transcurren, por razones obvias, en la Isla de Man (Reino Unido) y que, en el caso del progenitor nos llevan por Lituania, Rusia, Israel y Canadá. La prensa inglesa ironiza con el hecho de que sabe más de algunos espías que de estos empresarios billonarios. El progenitor, que estudió con una beca en Moscú, es un gran aficionado al ajedrez y se ha convertido en uno de los principales mecenas del deporte.
La cuenta de Instagram de su exitoso vástago es la manera en la que este se comunica con el mundo y donde se declara aventurero y amante de la vida salvaje. En muchos sentidos, su estilo recuerda al de Richard Branson, prototipo de emprendedor aventurero, enérgico, trotamundos, afable y enemigo acérrimo de la corbata. A diferencia de este y de otros emprendedores de la era digital, es más amigo del planeta Tierra que de las incursiones galácticas. El fundador de Mohari da cuenta de cuando en cuando en IG también de su firme posicionamiento en favor de Israel y de la comunidad judía. Y aunque hay alguna que otra imagen en sinagogas o luciendo la kipá, son las menos.
Podría decirse que tiene todos los «pins» de lo que se espera de un viajero avezado a principios del siglo XXI: Bután, el Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda, la Antártida, el salar de Uyuni, en Bolivia o zonas remotas de la sabana africana. Su amor por los animales es patente, desde los perros a las ballenas jorobadas o los pingüinos, con los que muestra instantáneas casi tan llamativas como en la que aparece saltando desde un rompehielos en bañador antes de sumergirse sonriente en las aguas heladas de la Antártida. Gran parte de sus importantes proyectos de filantropía tiene precisamente como beneficiarios la fauna salvaje y las comunidades indígenas de diversos países.
Arquetipo de billonario hecho asimismo de vida activa y comprometido con la preservación del frágil planeta Tierra, la recuperación de edificios históricos, bien parecido y bien relacionado socialmente, parece reunir todas las papeletas para ser un nuevo Branson y protagonizar portadas en cabeceras de prestigio como Forbes o Esquire. Pero parece que abandonar el anonimato no entra en sus planes. Tal vez disfrute sentándose en el lobby de alguno de sus lujosos hoteles sin ser reconocido. En el del Four Seasons de Madrid ha dejado su particular huella. La monumental escultura del influyente y consagrado artista contemporáneo Kaws, que empezó como artista callejero, se alza imponente en el antiguo patio de operaciones de Banesto. Forma parte de la colección personal de Scheinberg y está ahí por su decisión propia. Una espléndida obra monumental un tanto enigmática, como su propietario.