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Proceso de criopreservación

Proceso de criopreservación

Se reabre el debate

Embriones congelados: «Todos reconocen que son seres humanos. La cuestión es si tienen dignidad»

Un estudio pionero de la Sociedad Española de Fertilidad pone sobre la mesa la sobreproducción de embriones humanos en los procesos de reproducción asistida

Una investigación de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre los embriones humanos que permanecen congelados y almacenados en las clínicas de reproducción asistida. El estudio se presentó el miércoles en el 33º Congreso Nacional de la SEF, y en él se destaca que en España hay registrados más de 668.000 embriones criopreservados, excedentes de tratamientos de reproducción asistida.

El trabajo –liderado por la bióloga Rocío Núñez –indaga en cuál es el destino de cada uno de ellos. Para ello, se realizó una encuesta entre las clínicas de reproducción asistida y se logró localizar unos 376.445 embriones. El estudio de la SEF contabiliza cuántos de estos se destinan a cada finalidad: casi la mitad son para uso por parte de los progenitores, el 5 % se dona a parejas para adopción, el 18 % se cede para investigación y otro 18 % se destruye.

El 12 % restante –unos 60.000– están abandonados: sus padres dejaron de pagar el mantenimiento o están ilocalizables, y tampoco pidieron que se destruyeran los embriones sobrantes. En declaraciones recogidas por el diario El Mundo, Núñez aboga por un cambio legislativo que abra la puerta a que estos sean destruidos pasado un tiempo prudencial. Para los expertos en Bioética consultados por El Debate, la cuestión es más compleja.

¿Qué dicen los expertos en bioética de los 668.000 embriones congelados en España?

El profesor Julio Tudela

El profesor Julio TudelaObservatorio de Bioética UCV

La dignidad, en cuestión

«El verdadero problema –señala Julio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia– no son estos 60.000 embriones congelados y abandonados, sino la producción supernumeraria de embriones humanos». Para Tudela, se trata de una situación «trágica», y considera que el núcleo del debate no está en la discusión de si son o no seres humanos.

«Ningún investigador mantiene aún que el embrión no es un ser humano; las evidencias son tan claras que, científicamente, no hay duda», añade. Tudela cita datos como la reconfiguración celular que se produce en el óvulo tras la fecundación o la progresión de embrión a hombre adulto, en la que hay una continuidad ininterrumpida y no se observan fases estancas. «El debate bioético ya no es este, sino si podemos retirar a los embriones su dignidad o si esta es una cualidad intrínseca al ser humano», insiste el farmacéutico.

Coincide en este punto la doctora en Medicina y profesora de la Universidad CEU San Pablo Ondina Vélez, quien considera que cuestionar si los embriones son personas humanas –y, por tanto, si tienen los mismos derechos que el resto– es una cuestión ideológica. Tudela da un paso más: «Es una artimaña arbitraria e injustificada en la que unos seres humanos retiran el estatus de persona a otros para hacer con ellos lo que les dé la gana», advierte.

Hemos normalizado la situación, propia de una civilización enfermaJulio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la UCV

Un debate doble

Sobre la problemática planteada por el estudio de la SEF, la doctora Vélez considera que se abren dos debates paralelos: qué hacer con los millones de embriones que se encuentran congelados alrededor del mundo y qué pasa con la producción futura. Sobre el primer punto, ambos expertos coinciden en que destinar los embriones a investigación no es ético ni aceptable: «Experimentar con un ser humano implica negar su dignidad», critica la doctora.

Vélez y Tudela también señalan que darlos en adopción tampoco es una salida ética, porque supondría –señala la también profesora del máster en Bioética de UNIR– «legitimar el mercado de producción de embriones». Por tanto, quedan dos opciones éticas: implantarlos en sus padres y permitirles seguir viviendo –pero muchos progenitores no están interesados en ello– o descongelarlos y dejarles morir de forma natural.

Tudela reconoce que esta es una solución «dramática», pero que cualquier salida a este problema lo es: para él, el auténtico problema es «que hemos normalizado la situación, propia de una civilización enferma». Vélez añade que la criopreservación, que se realiza empleando bombonas de nitrógeno líquido a -179 grados, «supone poner a personas en situación de encarnizamiento terapéutico por una cuestión económica», añade Vélez.

Ondina Vélez interviene en un acto en la Universidad CEU San Pablo

Ondina Vélez interviene en un acto en la Universidad CEU San PabloGuadalupe Belmonte

Cambiar la ley

Sobre el segundo debate, el de qué hacer en el futuro, Vélez aboga por abordar el vacío legal que ha permitido un superávit de embriones. Actualmente, la Ley de Reproducción Asistida establece que solo se pueden implantar tres embriones en el útero de la madre que se somete a un proceso de reproducción asistida, pero no limita el número de ovocitos que se pueden fecundar.

Por este motivo, las clínicas –buscando reducir el margen de error y maximizar la rentabilidad– suelen generar entre ocho y doce embriones en cada ocasión. Una solución –propone Vélez– sería regular por ley el número máximo de embriones que se puedan producir in vitro, «y que solo se generen los embriones que se vayan a implantar en la madre».

Si una clínica quiere aumentar sus probabilidades de éxito, señala la doctora, congelar ovocitos no fecundados no acarrea un problema ético, ya que, en este caso, no se trata de seres humanos. En esta línea, Tudela pide difundir la realidad sobre la naturaleza de los embriones y la realidad de los procesos de reproducción asistida para que las familias que se acogen a ellos puedan elegir de forma libre y responsable.

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