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El tiempo de uso del móvil en preadolescentes ha de ser máximo de dos horas

El tiempo de uso del móvil en preadolescentes ha de ser máximo de dos horasPexels

Todo lo que no debes olvidar si quieres darle un móvil a tu hijo

Se calcula que dos de cada tres niños de entre 10 y 15 años ya tiene un teléfono propio

En los últimos días, el flujo viral de Twitter nos ha traído a un padre (@JudgeTheZipper) que, en previsión de que su hija de 12 años consiga tener un teléfono, su mujer y él han elaborado un contrato de adhesión, dado el «apego a las normas» de la pequeña.

Entre sus cláusulas, se puede leer: «el teléfono no es tuyo, es de mamá y papá», «no se lleva al colegio» o «queda fuera de la habitación por la noche», para terminar detallando las consecuencias que tendrá saltarse alguno de estos límites.

La Fundación ANAR ya publicó en 2019 un modelo de contrato para un buen uso del teléfono móvil. Aun así, la publicación de este padre y juez ha despertado la polémica y le han salido admiradores y enemigos. Y la pregunta que suscita es: ¿puede ser esta una buena manera de plantear la posibilidad de entregar un teléfono a un niño?

Dejando a un lado las recomendaciones sobre tiempos de exposición a pantallas para niños, que en la preadolescencia y adolescencia es un máximo de dos horas diarias, Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo y vocal de la junta de gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, explica que, aunque se le entregue el teléfono, «tiene que haber una supervisión por parte de los padres para el buen uso de la tecnología».

La importancia de la negociación

Al igual que para todo lo demás, el ejemplo es clave. «Las normas establecidas no pueden ser incongruentes con lo que los padres luego hacen», explica la psicóloga. En un país en el que, según los datos del INE, un 68,7 % de los niños de entre 10 y 15 años tenían un móvil, orientar en su uso, explicar los riesgos que entrañan y encontrar espacios de comunicación intrafamiliar sin pantallas parece la mejor manera de prevenir que los más jóvenes caigan en las trampas que pueda esconder ejercer un mal uso de la tecnología.

Uno de los problemas que más se ven en consulta con adolescentes, según cuenta Bermejo, es que pasan más tiempo en el mundo virtual que en real. «El uso de pantallas no puede limitar el tiempo que dedican a las actividades físicas y académicas».

Canales de comunicación

Una posible solución es, igual que ha hecho @JudgeTheZipper, la negociación activa con los niños, algo que también la psicóloga explica que hay que fomentar. Tender canales de comunicación desde edades tempranas hará que cuando lleguen a esa difícil edad que viven los adolescentes se sientan más cómodos no solo para hablar sobre lo que ven en las redes sociales, sino para compartir con sus padres las publicaciones de sus amigos.

En este debate, los padres o cuidadores primarios del menor han de mantener la figura de autoridad y la jerarquía familiar. «Los límites son necesarios, aunque también es importante que el adolescente pueda expresar su necesidad, su disconformidad y su visión sobre su propia realidad», explica Bermejo.

Conocer los riesgos

El adulto de referencia, que en muchas ocasiones no es nativo digital, como sí lo es el niño, ha de tener claros los riesgos del mal uso de la tecnología y de las redes sociales. Son tristemente cada vez más conocidos los casos de adicción de jóvenes a los dispositivos o a los videojuegos, pero la psicóloga también ahonda un poco más en las consecuencias que pueda traer para los más pequeños una brutal exposición, que resume en: «límite a la capacidad de relacionarse, falta de interacción con la familia, mayor riesgo de alteración de los estados de ánimo, limitación del desarrollo cerebral y alteración del ciclo de vigilia y sueño».

Un teléfono móvil es una vía de comunicación, con la familia y con los iguales. Aunque esté cada vez más normalizado que un menor de 12 años ya tenga un dispositivo propio, no hay que olvidar la importancia de la supervisión, pero no desde la prohibición, y de los límites de tiempo. «Los padres pueden sentarse a jugar con ellos una partida de Fortnite, a ver lo que ha publicado su amiga o incluso animarse a hacer el baile de moda en TikTok», explica Bermejo. Igual de importante es pasar tiempo de calidad con los adolescentes y comprender su mundo, no que ellos intenten entender el de los adultos.

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