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Una joven con el teléfono móvil

Una joven con su teléfono móvilPixabay

¿Qué harían los jóvenes una semana sin móvil? De comer viendo TikTok a volver a leer un libro

Un estudio pionero de la Universidad de Málaga tiene por objetivo analizar el uso informativo que los jóvenes le dan a su teléfono

cinco horas al día es la media que los jóvenes españoles pasan ante la pantalla de su móvil. Este dato se extrae de los primeros resultados de una investigación pionera encabezada por el equipo del profesor Pedro Farias, de la Universidad de Málaga, que ha monitorizado a 97 jóvenes de entre 15 y 24 años con el objetivo final de conocer y analizar el uso informativo de las redes sociales de este extracto de edad.

El experimento, englobado dentro de un proyecto internacional en el que colaboran también la Universidad Complutense de Madrid, la Miguel Hernández de Elche, la de Viena y la de Beira Interior (Portugal), ha seguido la actividad de estos adolescentes y adultos jóvenes durante tres semanas. Sus primeros resultados se han publicado ahora, pero la investigación no verá su final hasta los últimos meses de 2023.

En la primera de ellas, se instaló en sus dispositivos un programa para medir las horas que pasaban conectados y a qué aplicaciones dedicaban cada minuto. El tiempo medio de consumo fueron cinco horas, cuatro de ellas solamente para redes sociales. Primero, WhatsApp, y luego Instagram y TikTok, en orden de uso. La plataforma china es, cada vez más, el único canal informativo de los jóvenes.

Grupo de discusión en el Colegio Platero Green School (Málaga), 3 de junio de 2022

Grupo de discusión en el Colegio Platero Green School (Málaga), 3 de junio de 2022Us In Red

Cómo es el consumo

«El teléfono es una navaja suiza que se utiliza para casi todo y que es la principal fuente de información de los jóvenes, sobre todo utilizando las redes sociales», explica Pedro Farias, investigador principal del proyecto. Primero necesitaban saber cómo eran esos consumos informativos a través del móvil y algo que lograron extraer de esos primeros siete días es que los chavales no buscan la información, sino que es algo que les llega de manera incidental e involuntaria, a través de las redes sociales y esto genera preocupación.

«Están creciendo con unos nutrientes informativos muy deficientes por culpa de su dieta mediática», añade Farias. Son los adultos de mañana, «maleducados» informativamente hablando, que van a degenerar en una «sociedad con débil musculatura» que sólo podrá corregirse y evitarse con alfabetización mediática.

La siguiente semana se pidió a los participantes que no utilizaran su móvil y escribieran sus impresiones en un diario. Incomodidad, inseguridad, ansiedad o dependencia fueron las sensaciones más recurrentes entre los jóvenes que, como Lorena Vegas, de 21 años, pasaron siete días desconectados de su red. Le costaba comunicarse con sus compañeros de clase y esto hizo aumentar su estrés. En otros momentos, como ir andando a la universidad, lo echaba de menos. Mientras que las semanas anteriores iba escuchando música o hablando con su abuela, esos días fue «mirando a la nada».

Infografía explicativa con los principales resultados del experimento

Infografía explicativa con los principales resultados del experimentoUs In Red

Recuperar hábitos

Una semana después Lorena ya no coge el teléfono cuando come con algún familiar o amigo, mientras que antes lo consultaba recurrentemente en sus almuerzos. Pero si come sola tampoco ve TikTok con la cuchara en la mano, sino que este hábito lo ha sustituido por ver el telediario.

Los cambios en las rutinas de uso del teléfono son lentos. En la tercera semana del experimento se pidió a los participantes que retomaran el uso de sus dispositivos. Los niveles de consumo volvieron a las cinco horas de media que tenían dos semanas antes. El primer cambio que se vio en la mayoría de ellos fue que admitieran que la abstinencia digital les había hecho darse cuenta de su enganche al móvil y de que toda su vida estaba ligada al teléfono.

En unos días, algunos descubrieron que su hermano era más simpático de lo que pensaba, discutieron menos con sus padres o recuperaron hábitos que habían perdido. Lorena, por ejemplo, volvió a leer libros. Otros de los jóvenes participantes encontraron que les fue de ayuda estar sin móvil, puesto que hicieron sus trabajos académicos en menos tiempo.

¿Comprar el periódico? No sirve
de nada comprar algo que ya ha pasado y que en la web está la última hora
Una de las voluntarias participantes en el estudio

Y como no estaban expuestos a noticias a través de las redes, comenzaron a buscarlas, como Lorena, que volvió a ver las noticias en la televisión. Otros escuchaban la radio, en menor medida, pero lo que no hizo ninguno fue comprar un periódico en papel. «Al estar sin móvil y tener que entrar directamente en las webs, sí que me obligaba a buscar, leer... y me he sentido más informada», afirma otra de las participantes.

Los próximos pasos de Farias y sus colegas será la elaboración de dos encuestas a nivel nacional y distintos grupos de trabajo en las distintas sedes, Madrid, Elche y Málaga, para después poder elaborar una guía sobre el uso informativo del teléfono, y la creación de un informe anual –que se publicará a partir de 2024– sobre los jóvenes y las redes sociales para dar continuación a la línea de investigación.

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