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Imagen aérea del barrio de La Mina, cerca de Barcelona

Imagen aérea del barrio de La Mina, cerca de BarcelonaFLickr

Nieves Heredia, de La Mina, Barcelona: «El racismo contra los gitanos sigue latente hoy, y es más perverso»

La técnica educativa del barrio de La Mina, junto a Barcelona, acompaña al alumnado gitano de la zona hacia el éxito académico y profesional

En romaní, Siklavipen Savorença significa ‘educación con todos’. Es, también, el nombre de un proyecto puesto en marcha por la Fundación Pere Closa que busca ayudar a alumnos gitanos para que alcancen el éxito educativo. «Es más que un refuerzo escolar, trabajamos con ellos de manera integral», explica Nieves Heredia, activista y técnica educativa del proyecto en el barrio de La Mina, en la ciudad de Sant Adrià de Besós, colindante con Barcelona.

Nacida en 1990, Heredia está volcada con un proyecto que se lleva a cabo también en otras ciudades catalanas: Barcelona, Badalona, L’Hospitalet y Lleida. La joven estuvo presente recientemente en la Jornada sobre la Convención de los Derechos de los Niños celebrada en la Universidad Abat Oliba CEU, y atiende a El Debate para hablar de normalidad educativa, de superación de prejuicios y de devolver al barrio lo que este te ha dado.

–Siklavipen Savorença va más allá del mero refuerzo escolar.

–Sí. Tenemos alumnos desde los seis años –no hay límite por arriba, mientras estén estudiando–, y cubrimos todo su proceso educativo. La actividad principal es el refuerzo escolar –hacer deberes, preparar exámenes–, pero también trabajamos temas de ámbito personal, como la economía, porque muchas de las familias son muy vulnerables, o las metas de los alumnos.

–¿Se podría hacer el mismo trabajo sin estar enraizados en la vida del barrio?

–A ver, somos un espacio muy familiar, y funciona mucho el boca a boca, el «¿puede venir un primo mío a probar?». También trabajamos con las escuelas y con otras entidades de la Mina: es importante trabajar en red, conocer el territorio. Yo, por ejemplo, trabajo y vivo aquí, y eso es esencial, porque la gente me conoce de toda la vida, y, como también soy gitana, hay una cercanía automática al hablar con la gente.

Los gitanos podemos tener estereotipos sobre nosotros mismos. Que si no puedo estudiar, que si por ser gitano no voy a llegar a tal sitio...Nieves Heredia

–Hay quien habla de ti como una referente para los jóvenes del barrio, ¿se ve así?

–Entiendo que pueda serlo en algún sentido, por haber cogido un camino, estudiar en la universidad, que no es el común entre los gitanos… aunque cada vez hay más que lo siguen, y va formando parte de nuestra vida. Lo de referente… a lo mejor sí, por romper ese prejuicio del miedo o del temor.

–¿Se refiere a un prejuicio interno?

–Sí, los propios gitanos podemos tener estereotipos sobre nosotros mismos. Que si no puedo estudiar, que si por ser gitano no voy a llegar a tal sitio, que si no valgo para esto… Estamos acostumbrados a que el mundo no tenga expectativas sobre nosotros, y eso se interioriza. Hay que hacer un trabajo desde las escuelas y los institutos para hacer ver a los jóvenes que sientan desinterés por las clases que no es una cuestión de capacidad.

–Habla de las expectativas del mundo, ¿qué impacto tienen los estereotipos hacia los gitanos?

–Mira, parece mentira que estemos viviendo una era tecnológica y futurista y, a la vez, que no cambien las mentes retrógradas. Mucha modernidad, pero hay cosas esenciales como estas en las que veo que estamos bastante mal, y no veo que se haya mejorado: los prejuicios y el racismo siguen latentes, y te diría que incluso de manera más perversa.

No te van a decir directamente que no te contratan por ser gitano, pero van a hablar distinto a tu compañera paya que a tiNieves Heredia

–¿En qué sentido?

–Ahora tienen un carácter subliminal, hay un juego psicológico muy grave. Por ejemplo –y esto lo llevo viviendo desde que tengo uso de razón– cuando entras en un supermercado o una tienda vas a tener al de seguridad pegado a ti hasta que salgas. O no te van a decir directamente que no te contratan por ser gitano, pero van a hablar distinto a tu compañera paya que a ti. O, si hay que desconfiar de alguien de la plantilla, el primero será el gitano… Todo esto hace daño, dificulta la convivencia.

–Hablaba antes de tejer redes en el barrio, pero muchas personas se marchan de la Mina. ¿Es necesaria la implicación de los vecinos para mejorar el barrio?

–A mí me gusta vivir en la Mina, y quiero que mis hijos se críen en el mismo sitio que lo hice yo, pero entiendo que este no es un barrio donde le guste vivir a todo el mundo. Y aun así, creo que el barrio se está perdiendo algo si todos los referentes que salimos adelante decidiéramos irnos: el barrio quedaría igual, porque nada de lo bueno recaería aquí. Yo animo al que viva en la Mina y pueda ser un ejemplo, o repercutir aquí con su trabajo, a que se quede al menos un tiempo, para que la gente vea que no todo es tan malo, y que también salen personas del barrio con muchas ganas de ayudar y hacer cosas buenas.

Nos quitaron el bachillerato y el instituto de la Mina no lo ha recuperadoNieves Heredia

–¿Hace falta mostrar la cara buena de la Mina para combatir aquello que muestran a menudo las noticias?

–Sí, soy partidaria de eso, porque la cara buena es real, existe. Lo que ocurre es que siempre tiene más salseo mostrar los conflictos. A mí me gusta mi barrio, las tiendas de abajo, la ubicación… y me duele cuando se habla mal de él en la tele.

–Como técnica de educación sobre el terreno, ¿qué le pide al ayuntamiento o la Generalitat?

–Que se apostase más por el barrio. Nos quitaron el bachillerato y el instituto de la Mina no lo ha recuperado: así la gente se acostumbra a irse y el barrio queda como está. Está claro que no es un trabajo de la noche a la mañana, pero creo que la administración no tiene paciencia con este tipo de cosas: si algo no funciona, al año siguiente, fuera. Me da pena, creo que sin el bachillerato se ha perdido algo importante en el barrio.

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