Más dormilones y más diabéticos: curiosidades sobre los nacidos en verano, según la ciencia
Desafortunadamente, si naciste en el verano, puedes tener un mayor riesgo de padecer afecciones médicas graves
La ciencia lleva a cabo diversos estudios sobre los niños, la infancia, la calidad de vida, etc. pero en esta ocasión se ha tratado un tema más inusual: repercusiones o consecuencias directamente relacionadas con el mes y la estación del nacimiento.
Mayor probabilidad de enfermedad cardíaca y diabetes
Desafortunadamente, si naciste en el verano, puedes tener un mayor riesgo de padecer afecciones médicas graves, como enfermedades cardíacas y diabetes. Pero técnicamente no es el verano lo que provoca una mala salud en estas áreas, es cualquier mes que no produce muchas cosechas.
En este caso, se trata de recibir una nutrición adecuada que marque la diferencia en qué tan saludable vas a ser. Si un recién nacido tiene acceso a una nutrición adecuada y alimentos saludables durante las primeras etapas de la vida (también conocidos como «los meses de la cosecha», como los llama el estudio), es más probable que sea saludable.
Los bebés que nacen en los meses «magros», las épocas menos abundantes del año, como el calor o el frío extremos, tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas y diabetes más adelante en la vida.
Algunos de los factores de riesgo para desarrollar enfermedades del corazón pueden incluir, edad, sexo, antecedentes familiares, el tabaquismo, la mala alimentación, la falta de actividad física, el consumo de alcohol, la hipertensión, la diabetes y la obesidad.
Más felices
Un estudio de la Vanderbilt University, realizado en 2010, afirma que la estación en la que los bebés nacen puede causar un efecto dramático y persistente en el funcionamiento del llamado 'reloj interno' del que disponemos por naturaleza. Este efecto, probado en crías de ratón, puede ayudar a explicar por qué las personas nacidas en invierno tienen un riesgo más alto en cuanto a padecer enfermedades como el trastorno afectivo estacional de inicio en invierno –que puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión–, trastorno bipolar e incluso esquizofrenia.
McMahon cuenta que los ratones criados en un ciclo de luz propio del invierno muestran una respuesta exagerada al cambio de estación, dato que es muy similar en las personas que sufren de este trastorno depresivo estacional.
Dato curioso
Durante los siglos XIX y XX nacer en verano era prácticamente un sinónimo de ser alto. Evidentemente influían los factores genéticos y los antecedentes familiares pero aun teniendo eso en cuenta los bebés eran más altos de lo que se suponía.
Como bien es sabido, los últimos meses de embarazo son importantes en cuanto a nutrición se refiere pues influyen en el crecimiento del bebé. Resulta que el final del verano y el principio del otoño eran la época de mayores rendimientos agrícolas, con disponibilidad de recursos económicos para proveerse de proteínas animales. Los datos sugieren que las poblaciones rurales se beneficiaban en ese tiempo del acceso a frutas, productos frescos y micronutrientes necesarios para el crecimiento del bebé. Además, tras la recolección de frutos y la vendimia en los meses de septiembre y comienzos de otoño aumentaban los ingresos familiares necesarios para la compra de bienes. Además la época de la matanza del cerdo, fuente de alimentos ricos en proteínas en los hogares rurales, se producía generalmente en otoño. Por todo esto los bebés nacidos a finales del verano y principios de otoño eran más propensos a ser más grandes y altos que el resto.