Mitos y realidades sobre los hijos únicos: ¿son egoístas y poco sociables?
la mala fama les precede. En España hay 2.889.200 hogares formados por una pareja con un hijo único. Si bien, como el Instituto Nacional de Estadística solo toma en cuenta las familias que siguen conviviendo en el hogar, el número de hijos únicos total puede ser mayor. ¿Son estos casi tres millones de personas tan egoístas y caprichosos como se dice?
Los hijos únicos han sido protagonistas de distintas investigaciones a lo largo del tiempo. Una de ellas es la llevada a cabo por la Universidad de Leipzig en 2019. Bajo el título El final de un estereotipo, sus autores concretaron que los niños sin hermanos no son más narcisistas que los que sí tienen. Esta creencia general es la que ha dado origen al llamado síndrome del hijo único, que supone que de pequeños reciben tanta atención de sus padres que se convierten en personas egocéntricas.
En relación con el desarrollo de la personalidad, no hay diferencias destacables entre personas con o sin hermanos, concretamente en extroversión, madurez, nivel de cooperación, autocontrol o liderazgo. De hecho, un estudio de la University College de Londres, liderado por la experta Alice Goisis, ha revelado que los hijos únicos suelen tener una alta autoestima y seguridad en sí mismos, como consecuencia de haber disfrutado de toda la atención de sus padres mientras crecía. Por este motivo, suelen tener una mejor relación con sus progenitores.
Gran parte de los estudios sobre hijos únicos ha sido elaborada en China, donde la política gubernamental sobre el número de niños que puede tener una familia ha facilitado la investigación. Otros estudios han concluido también que los niños que crecen sin hermanos son más comprometidos, tienen un mayor sentido de la responsabilidad, son más creativos y en algunos casos, incluso más inteligentes y con mejores resultados académicos. Pasar más tiempo jugando solo hace que los hijos únicos desarrollen su imaginación y al pasar más tiempo entre adultos, son más maduros y poseen unas habilidades de comunicación más avanzadas.
Esa mayor inteligencia que se observa en los primeros años de un hijo único, evidenciada por varias investigaciones, no es para toda la vida. Es decir, se ha visto que mientras un niño con hermanos sobresale en el ámbito de la personalidad, los que no tienen destacan en calificaciones académicas. No obstante, esta diferenciación tiende a irse disipando con los años hasta llegar a desaparecer en jóvenes en edad universitaria.