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Dos hermanos peleando por un oso de peluche

Dos hermanos peleando por un oso de peluchePexels

La sorprendente respuesta de los expertos de Cambridge a si las peleas entre hermanos son buenas o malas

Los menores que mejoran su relación con sus hermanos entre los 3 y los 6 años tienen más probabilidad de hacer más amigos en el colegio, según el estudio Toddlers Up de Cambridge

Durante cinco años, un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge se dedicó a hacer un seguimiento a más de 140 niños de entre 2 y 6 años y, entre sus conclusiones, observaron que tener hermanos (y también la rivalidad entre ellos) puede tener un efecto positivo en el desarrollo de los niños en sus primeros años y en su capacidad para entablar relaciones sociales en el futuro.

Bajo el título The Toddlers Up Study , este proyecto nació a partir de estudios previos que evidenciaban que, incluso a los cuatro años, algunos niños ya presentan problemas de conducta que dificultan su progreso escolar y futuro desarrollo. Esto sugiere que las causas y síntomas de estos problemas podrían surgir mucho antes, cuando aún son pequeños. Así las cosas, el estudio busca identificar las causas e influencias que afectan la «comprensión social» en los niños, es decir, su capacidad para reconocer los pensamientos y emociones de los demás. También analiza por qué algunos niños desarrollan esta habilidad más lentamente que sus compañeros.

Juego y emociones

Los de Cambridge centraron su atención en familias de bajos ingresos y con padres adolescentes, consideradas de mayor riesgo. Entre los participantes, el 43 % tenía madres que fueron adolescentes al dar a luz a su primer hijo, y el 25 % de las familias vivía por debajo del umbral de pobreza, con ingresos anuales de poco más de 14.000 euros (aproximadamente 12.000 libras esterlinas).

A lo largo de cinco años, los investigadores aplicaron diversas pruebas, como observaciones en vídeo de las interacciones de los niños con sus padres, hermanos, amigos y desconocidos. También realizaron entrevistas y cuestionarios a padres, maestros y a los propios niños, además de evaluaciones sobre el lenguaje, la planificación, la memoria de trabajo y el control inhibitorio.

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio tiene que ver con la relación entre hermanos. Los investigadores descubrieron que, en general, estos tienen un impacto positivo en el desarrollo infantil, incluso cuando su relación no es del todo armoniosa. Aunque advierten que una rivalidad intensa y constante puede generar problemas de conducta en el futuro, el análisis demuestra que los conflictos leves entre hermanos pueden ser beneficiosos para el desarrollo durante la infancia.

Aliados naturales

«La creencia común es que tener un hermano o hermana implica competir por la atención y el cariño de los padres», explicó la doctora Claire Hughes, autora principal del estudio. «Sin embargo, nuestros resultados sugieren que la interacción con los hermanos puede acelerar la comprensión social en los niños». Una de las razones principales, según apuntan, es que los hermanos funcionan como aliados naturales. Al estar en sintonía, suelen participar en juegos de simulación que fomentan la conciencia sobre los estados mentales.

Las grabaciones de vídeo de hermanos jugando juntos mostraron que estos espacios son ideales para que los niños conversen sobre pensamientos y emociones en profundidad. En estos juegos, los hermanos crean lo que los investigadores llaman un «andamiaje emocional», una estructura de apoyo que les ayuda a comprender mejor los distintos estados mentales.

Incluso cuando había conflictos entre hermanos, como burlas o discusiones, los intercambios resultaban beneficiosos. El hermano menor se veía expuesto al lenguaje emocionalmente rico del mayor, lo que aceleraba su desarrollo. A los tres años, los menores hablaban menos sobre su estado mental en comparación con sus hermanos mayores, pero a los seis años, su comprensión social y empatía había avanzado significativamente y hablaban de emociones con mayor facilidad.

Este hallazgo ofrece una lección importante para los padres: tanto la cantidad como la calidad de las conversaciones sobre pensamientos y sentimientos juegan un papel clave en el desarrollo social de los niños. Así, los autores encontraron que las madres que fomentaban el diálogo reflexivo con sus hijos, ayudándolos a elaborar ideas y a considerar distintos puntos de vista, lograban que sus hijos desarrollaran una comprensión social más avanzada a los cuatro años.

«Los niños que mostraron mejores habilidades de comprensión social a los seis años provenían de hogares donde sus madres mantenían conversaciones que promovían la reflexión y la conexión con sus intereses», señala la doctora Hughes, quien aclara: «se ha hablado mucho sobre los beneficios de que los niños participen en conversaciones familiares frecuentes. Sin embargo, este estudio deja claro que no solo importa la cantidad, sino también la calidad de esas interacciones».

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