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Dos niños usando un ordenador

Dos niños usando un ordenadorPexels

Tecnología

¿Es bueno que los niños usen ChatGPT? Ventajas y riesgos reales

La Inteligencia Artificial ya es parte de nuestra vida, pero eso no significa que sea necesaria para todo

La Inteligencia Artificial (IA) es ya parte de nuestras vidas. De hecho, muchas empresas la está utilizando para aumentar su productividad y facilitar el trabajo a sus empleados, quien han encontrado en ella herramientas útiles para agilizar su día a día en la oficina.

Y, quizás el avance más significativo de los últimos tiempos es la aparición de ChatGPT, un modelo de inteligencia artificial desarrollado por OpenAI que está diseñado para mantener conversaciones con personas en lenguaje natural. Esta nueva tecnología utiliza una arquitectura llamada GPT (Generative Pre-trained Transformer), entrenada con grandes cantidades de texto para comprender y generar respuestas coherentes, informativas o creativas, dependiendo del contexto de la conversación.

Este sistema puede ayudar a los usuarios a responder preguntas, redactar textos, traducir idiomas, resumir información, generar ideas, resolver problemas o incluso mantener charlas informales. De hecho, está entrenado para adaptarse al estilo de quien escribe, seguir instrucciones específicas y ofrecer asistencia personalizada en muchas áreas, como redacción, programación, educación, negocios y más.

ChatGPT funciona gracias al procesamiento del lenguaje natural (PLN), una rama de la inteligencia artificial que permite a las máquinas interpretar, generar y responder en lenguaje humano. Aunque no tiene conciencia ni emociones, es capaz de simular conversaciones de manera convincente gracias a su entrenamiento con textos reales de internet, libros, artículos, foros, entre otros.

ChatGPT y su irrupción en las aulas

La irrupción de ChatGPT en las aulas ha generado un profundo debate entre educadores, estudiantes y responsables de políticas educativas. Esta tecnología representa una herramienta poderosa que puede transformar la manera en que los jóvenes aprenden, investigan y se comunican. Sin embargo, también plantea desafíos importantes sobre el uso ético, el pensamiento crítico y la integridad académica.

Por un lado, ChatGPT ofrece a los estudiantes acceso inmediato a información, ayuda con la redacción de textos, corrección gramatical, explicación de conceptos complejos, generación de ideas creativas, entre otros. En este sentido, puede actuar como un asistente educativo personalizado, especialmente útil en contextos donde el apoyo docente individual es limitado. Muchos profesores también están explorando su uso como herramienta didáctica: para plantear debates, mejorar la escritura, enseñar a distinguir fuentes fiables o fomentar el pensamiento crítico.

Por otro lado, el uso sin supervisión o reflexión crítica puede generar problemas. Algunos jóvenes lo utilizan para resolver tareas automáticamente, sin comprender el contenido, lo que puede afectar negativamente su aprendizaje. También existe el riesgo de que se pierdan habilidades fundamentales como la redacción, el análisis o la búsqueda de información. Además, si no se enseña a los alumnos a detectar los errores o sesgos que la IA puede generar, podrían asumir como verdaderos contenidos incorrectos o imprecisos.

Frente a esto, muchas escuelas están comenzando a adaptar sus estrategias educativas, no prohibiendo la IA, sino integrándola de forma responsable. Esto incluye enseñar a los alumnos cómo y cuándo usar estas herramientas, cómo identificar sus limitaciones y cómo aprovecharlas para potenciar su aprendizaje, no para sustituirlo. La clave está en convertir a ChatGPT en un aliado educativo, no en un atajo, cultivando una cultura de uso ético y consciente de la tecnología en el entorno académico.

Problemas de la inteligencia artificial

Según explican dese Naciones Unidas, los niños ya interactúan con las tecnologías de IA de diversas maneras y esta puede tener muchas aplicaciones positivas en la educación. No obstante, hemos de tener en cuenta que los más pequeños no son conscientes de lo vulnerables que son en un mundo dominado por estas nuevas tecnologías.

Tal y como señala Steven Vosloo, especialista en datos, investigación y políticas de UNICEF, el uso de inteligencia artificial en productos dirigidos a menores, como los juguetes inteligentes, plantea serios desafíos en materia de privacidad, seguridad y diseño digital responsable. Estos dispositivos son capaces de interpretar instrucciones verbales y mantener conversaciones con los usuarios, lo que implica la recopilación constante de datos sensibles, incluidos intercambios íntimos y patrones de comportamiento.

Uno de los principales problemas radica en que esa información suele almacenarse en la nube, alojada en servidores gestionados por empresas tecnológicas. Esta práctica conlleva riesgos considerables, ya que los datos pueden quedar expuestos a accesos no autorizados o ser utilizados con fines comerciales sin el conocimiento ni consentimiento informado de padres o tutores.

Por otro lado, actualmente se estima que alrededor de un tercio de los usuarios de internet son menores de edad. Muchos de ellos acceden a plataformas sociales y de vídeo que no fueron concebidas pensando en las necesidades ni derechos de los niños. Estas herramientas digitales suelen estar diseñadas para maximizar el tiempo de uso y la interacción, recurriendo a algoritmos que elaboran perfiles de usuario basados en grandes volúmenes de datos, los cuales, en muchos casos, no consideran las particularidades del público infantil.

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