Entrevista
El duelo entre marquesas: Isabelle Junot no desbanca a Tamara Falcó
Las marquesas, de momento, no se asocian
No habrá, de momento, otra marquesa ganadora de MasterChef, ni tampoco un catering de las marquesas. Pero sí una coach de nutrición, más preparada, en la galaxia de los coach. Gracias al programa de entretenimiento de televisión española hemos descubierto a Isabelle Junot, hija del que fuera primer marido de Carolina de Mónaco, cuando Mónaco era uno de los centros del glamour, palabra horrible pero apropiada.
Junot no ha querido participar activamente, como si lo hicieron Isabel Preysler y el Nobel, Vargas Llosa. Isabelle Junot se vale por sí misma. No puedo descubrirles nada sobre su forma peculiar de hablar, que ya no sepan, pero sí que en las distancias cortas gana por goleada. El día que presentaba una máquina de café doméstica de WMF, lo hacía vestida de capuchino, con un vestido del color de la crema de esa bebida y con una dulzura de sirope de agave.
– ¿Cuántos cafés toma al día?
– Intento uno o dos máximo porque me afecta mucho todo y la cafeína la tengo que controlar un poco. En realidad intento tomarlo descafeinado
– ¿Quiere decir que está tan sana que la cafeína le pone como una moto?
No es tanto eso porque yo por el día como un poco de todo y así yo considero que soy la más sana, mucho más sana que cuando no comía azúcar o evitaba procesados. Ahora vivo una vida en la que puedo tomar un poquito de todo sin volverme loca, y sin que me afecte. Ahora que hago eso, es cuando más sana y feliz me encuentro. Es verdad que soy muy sensible a todo, tanto al café como al chocolate que me dan más taquicardias o al alcohol que tomo muy poquito.
– ¿Es de las que aman el mundo vegetal y le tiene inquina a la carne?
– Soy cero vegetariana, como de todo. Soy cien por cien básica. De por sí no era muy de carne, pero cuando me llevan a un restaurante con una buena pieza, me la como feliz y el jamón serrano ya ni te cuento.
– ¿Tras su paso por el concurso de cocina, la valora más?
– Cien por cien. Ahora la valoro muchísimo porque me doy cuenta de algunos aromas e ingredientes que antes no apreciaba.
– ¿Tiene recuerdos familiares relacionados con la comida, las croquetas de la abuela o el guiso de su padre?
Pues sí y precisamente acabo de estar con mi abuela materna en Dinamarca y también con mi madre. Y esos recuerdos de comida casera los tengo con mi abuela. Comer en su casa platos con ingredientes de buena calidad, orgánicos y naturales con un sabor que me lleva a mi infancia y me encanta. Son los recuerdos del salmón, la carne, los frikadelles, que son las famosas albóndigas acompañadas de patatas cocidas y col lombarda. Aunque también me encanta salir a cenar fuera con mis amigos, mi marido o la familia francesa.
– ¿Y cómo es esa comida danesa de sus recuerdos infantiles?
Es una comida limpia, sana y simple, que tiene aspecto pobre, pero con un sabor tan puro que hasta el pan y la mantequilla saben intensamente. Aquí cuando me pido un puré de patatas está muy bueno, pero noto como que le ponen unos polvos para variarle la textura y me resulta falso; en cambio en Dinamarca son patatas, con sal y mantequilla. Lo más simple y básico es lo más rico.
– Hacer la compra le llevará horas...
– No, porque no me obsesiono en el súper, pero sí es verdad que me gusta revisar los ingredientes. Si compro leche de avena, quiero que sea agua y avena y que no le metan agar-agar, azúcar y etc. Voy a mis productos. No soy tiquismiquis y si no tengo harina de avena, pues uso blanca y no me pasa nada.