¿Quién posee los derechos de la obra literaria de Mario Vargas Llosa?

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se han convertido en los protagonistas de la semana desde que, el pasado miércoles, la revista ¡Hola! plasmó en su portada lo que muchos han considerado como uno de los grandes bombazos del año: la ruptura de la pareja tras ocho años de relación.

Aunque han pasado escasas 24 horas desde que la noticia salió a la luz, lo cierto es que en todo este tiempo han sido varias las nuevas informaciones que han ido desvelando más detalles de esta inesperada y sorprendente separación, que tanto ha impactado a la opinión pública, a pesar de que hacía meses que se venía rumoreando que la filipina y el Premio Nóbel no atravesaban su mejor momento.

Además de revelarse que este amargo desenlace podría haber venido propiciado por un notable desgaste de la relación, por problemas de celos, fundamentalmente, del peruano, e incluso por lo desatendido que ha dejado la socialité su romance con el escritor, al optar por volcarse de lleno en apoyar a su hija, Tamara Falcó, tras su polémica ruptura con Íñigo Onieva; así como que, tras tomar la decisión, Isabel podría haber optado por poner tierra de por medio entre ella y Vargas Llosa viajando a Estados Unidos para así despedir el año junto a sus hijos, ahora también han trascendido los supuestos motivos reales por los que Isabel y Mario nunca se llegaron a casar.

Esta ha sido una duda que los ha acompañado a lo largo de todo su noviazgo, siendo varias las veces en las que ambos han explicado que, aunque estuvieran muy felices y enamorados, no tenían intención de pasar por el altar porque Isabel no quería. Fue hace escasas semanas, durante su asistencia a la fiesta navideña de Moët & Chandon, cuando la filipina habló del tema por última vez. «Yo creo que a estas alturas no hace ninguna falta casarse. Él ya me lo pidió, pero no hace falta, estamos muy bien como estamos, mis hijos le han aceptado perfectamente, sus hijos han aceptado la situación también bien, así que estamos muy bien como estamos», confesó.

Sin embargo, tal y como recogen varios medios de comunicación, las verdaderas razones por las que no llegaron a pasar por el altar podrían esconderse detrás de esta justificación de la socialité. Al parecer, en esta decisión influyeron el hecho de que Mario cediese todos los derechos de su obra literaria a sus hijos sacando a Isabel de la ecuación, algo que, al parecer, molestó bastante a la socialité, y también varias cuestiones económicas relacionadas con la pensión de viudedad y las rentas monetarias que la madre de la marquesa de Griñón recibe desde la muerte de Miguel Boyer. Si se casara, Isabel dejaría de cobrar dicha cantidad de dinero, y, al parecer, se trataba de algo que no la interesaba en absoluto.

A su vez, ha aflorado otra versión que descarta por completo la anterior, pues esta afirma que el que no quería dar el paso definitivo en la relación no era otro que Mario Vargas Llosa. Tal y como reveló María Patiño la pasada tarde del miércoles en Sálvame y sirviéndose del testimonio de Patricia Llosa, la exmujer del Premio Nobel, el verdadero motivo por el que no llegaron a jurarse amor eterno fue la negativa del escritor peruano a hacerlo, lo que se habría convertido en la principal razón por la que Isabel decidió romper la relación.

Según la periodista, todos los problemas que se han dado en la pareja en los últimos tiempos se deben a que «ella le reclamaba algo fundamental para ella, que él le negaba una y otra vez». Y eso era casarse. Al parecer, Presyler quería contraer matrimonio con la que fuera su pareja por su miedo «a quedar como la amante de Mario Vargas Llosa» si el día de mañana le pasaba algo. «La última petición se produjo hace escasos días y él vuelve a decir que no, por lo que Isabel toma la decisión de separarse de forma definitiva», explicó la presentadora.

Sea como fuere, lo que esta claro es que ya no hay vuelta atrás. No se han casado y eso es, precisamente, lo que ha hecho que su separación haya sido tan rápida y sencilla, pues cada uno tiene lo suyo y no hay nada por lo que pelear.