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Kate Middleton , Princess of Wales during a visit to the Percy Community Centre in Bath on Tuesday May 16, 2023.

La Princesa de Gales, Kate MiddletonGTRES

Los mensajes escondidos de Kate Middleton que anticipan nuevas tormentas en la Monarquía británica

Mientras tanto la prensa de Reino Unido tiene prohibido hablar de la vida privada del heredero

Si hace cinco siglos Catalina de Aragón rezó en un santuario de Oxford para pedir el hijo varón que tanto ansiaba su esposo Enrique VIII, ahora Catalina de Cambridge, a la que todos en Reino Unido llaman Kate, también necesita ayuda divina. Desde hace varios meses, la más popular de la familia real hasta la publicación de las memorias de Harry está dejando mensajes que aún no han sido descifrados. Unas evidencias que la prensa británica no ha querido analizar porque están relacionadas con la amistad del Príncipe Guillermo con Rose Hanbury, la esposa del marqués de Cholmondeley, el productor de cine David Rocksavage. Aunque la Princesa de Gales ya tiene asegurado un puesto en la historia de Inglaterra como madre del futuro rey, un honor que nadie le podrá arrebatar y que comparte con la hija menor de los Reyes Católicos y con su difunta suegra Lady Di.

«La verdad siempre está ahí, sólo hay que buscarla» dice Enola Holmes, pero esto es mucho más que una novela de misterio. Así que retrocedemos a la semana previa a San Valentín, en plena vorágine de preparativos para la coronación. Durante una visita a un mercado de Leeds Kate se paraba en un puesto de flores y cuando el tendero Neil Ashcroft suponía que William le regalaría unas rosas, ella respondía: «no creo que lo haga». El comentario daba a entender que la crisis matrimonial era cierta, lo que más tarde corroboraron tabloides como Daily Mail al publicar que el Príncipe de Gales, precisamente el 14 de febrero, había cenado con Hanbury en un restaurante de Londres y que le había regalado un collar de perlas. Cinco días después de la jornada de los enamorados, con los rumores de infidelidad circulando por las redes, Kate y William se ponían la careta de matrimonio feliz en la entrega de los premios BAFTA del cine, los Oscar de Reino Unido, donde ella interpretaba el papel de esposa ideal que quiere ser para su marido. Exultante, con unos guantes larguísimos, como la sensual Rita Hayworth en Gilda, le daba una palmadita en el trasero a su esposo. Un gesto de afecto público sin precedentes en la historia de la monarquía británica que podría ser la escenificación del perdón o el cachete de la acusación.

Britain's Prince William and Kate Middleton , Princess of Wales during the 2023 British Academy of Film and Television Arts (BAFTA) Film Awards in London, Britain, February 19, 2023.

Los Príncipes de Gales en los BaftaGTRES

Por esas fechas la información sobre la supuesta infidelidad de William desaparecía de los periódicos online por obra de una superinjuction, una orden judicial emitida por la Corte de Londres que prohíbe a la prensa británica publicar sobre la vida privada del heredero. Según nos confirma el profesor de Derecho de la Universidad de Leicester, Tom Frost, las superinjunctions «han sido desarrolladas por los tribunales de Reino Unido en los últimos 20 años y han sido utilizadas no sólo por la familia real, sino por celebridades o futbolistas que han tenido relaciones extramatrimoniales y con una orden judicial evitan que la prensa diga nada al respecto. Lo irónico, es que la prensa española puede informar de que ha habido una orden judicial, o superinjunction, pero la prensa británica no».

Mientras la monarquía británica mantiene amordazada a la prensa por mandato judicial, el siguiente mensaje de Kate, de mayor calado, tenía lugar el pasado 13 de marzo, día de la Commonwealth. El matrimonio asiste con caras tensas al primer discurso de Carlos III ante la organización que engloba a cincuenta y seis países en la Abadía de Westminster. Parecía un triste ensayo general de la coronación y el semblante abatido del Rey reflejaba la gravedad de la situación. El asunto Spare, con la polémica sobre la asistencia o no de Harry a la coronación, era sólo la punta visible del iceberg. Kate, que durante años ha tratado de amoldarse a la institución más que intentar cambiarla, tiene que asimilar esos días que el Marqués de Cholmondeley, esposo de Rose Hanbury, ha sido nombrado asistente personal permanente del soberano; que la marquesa asistirá a la coronación e incluso que uno de los hijos de su rival será paje del Rey, en plano de igualdad con su primogénito el Príncipe Jorge. Por su parte la nueva Reina Camila, dirigiendo con la batuta de su dedo índice la lista de invitados, al igual que el seis de mayo ordenaba dónde debían colocarse sus nietos en el balcón de Buckingham, otorgaba sólo cuatro asientos a los Middleton y el máximo protagonismo a los Parker Bowles.

Prince William and Kate Middleton,  Princess of Wales on the balcony during King Charles III coronation ceremony in London, Britain May 6, 2023.

Los Príncipes de GalesGTRES

Con la llave del joyero real en su poder hubo un cambio en el protocolo tradicional de la coronación para que la esposa de su hijastro no luciera una tiara de brillantes. Una decisión maquiavélica para restarle protagonismo y contrapesar su popularidad que no complacía sólo a la Reina Camila. Con este cúmulo de evidencias, Kate se desmarcaba de la recepción que su suegro ofrecía ese mismo día a los jefes de estado y demás personalidades en Buckingham Palace y aunque estaba incluida en el programa no se presentó. Un desplante al Rey, a la Reina y a su marido en el día de la Commonwealth del que nadie dio explicaciones.

El profesor Frost nos confirma que sobre esta amistad extramatrimonial del Príncipe con Rose Hanbury «se rumorea desde hace años» y este «modelo de familia perfecta como se ha presentado la familia real nunca fue real, nunca existió, incluso la Reina y el Príncipe Felipe. Ciertamente el Príncipe Felipe tenía amantes y eso era visto como normal. Todos los reyes desde hace cientos de años tenían múltiples eufemísticamente llamadas «compañeras femeninas» aparte de las esposas».

Rose Hanbury, a la izquierda de la imagen, junto al Príncipe Guillermo y Kate Middleton en una imagen de 2022

Rose Hanbury, a la izquierda de la imagen, junto al Príncipe Guillermo y Kate Middleton en una imagen de 2022GTRES

Domingo de pascua de resurrección, 9 de abril, a menos de un mes para el gran acontecimiento y con semejante marejada de fondo, Kate lanzaba otra señal de advertencia desde el castillo de Windsor. Rompiendo una norma básica de protocolo que establece que los Reyes son los últimos en hacer su entrada en la capilla de San Jorge, el matrimonio y sus tres hijos llegaban tarde al servicio religioso; los tabloides tomaban partido y la responsabilizaban a ella. Lo que sí estaba en sus manos era llevar las uñas pintadas de rojo, una manicura casera con la que hacía un guiño a su difunta suegra que ya utilizó este color de esmalte, considerado inapropiado por la Reina Isabel, cuando lució un vestido palabra de honor negro bautizado como «el de la venganza». Las uñas rojas de Kate eran un reclamo de atención desde su jaula de oro hacia su persona haciendo suyo el lema de que «si quieres ser escuchada tienes que hacer algún ruido». El pasado 29 de abril los Príncipes de Gales cumplían doce años de casados y en la cuenta oficial en Twitter sólo publicaban una foto tomada el año pasado, con «12 años» y un corazón de emoji.

Y llegó el gran día… once menos seis minutos de la «coronación gloriosa», como la había descrito el Arzobispo de Canterbury, que debe conocer bien el backstage. Cuando los caballos daban paso atrás para colocar la carroza justo en la gran puerta oeste de la Abadía, Carlos y Camila tuvieron que esperar sentados hasta que aparecieron los Gales. El heredero y Kate ocuparon el lugar principal en la procesión, el orden inverso a lo que llevaba planeado desde hacía años rompiendo de nuevo el protocolo. Si la tardanza fue un error o algo premeditado no podemos saberlo, pero en el día más importante para Carlos III y la Reina Camila supuso el mayor contratiempo. Un tabloide apuntaba a los hijos pequeños como causantes del retraso y otro culpaba a los caballos por llevar un paso más ligero que en la noche del ensayo. En lo que no entraron fue en la falta de empatía del matrimonio que apenas intercambió gestos de complicidad en esta fecha histórica. Will y Kate sabían que los periódicos no podrían incidir en ello. No obstante, la Princesa, que llevó una tiara, aunque de tela, cual corona de laureles, símbolo de lucha y triunfo, posó con semblante serio y desafiante en la puerta del templo. No era para menos ya que la marquesa de Cholmondeley aparecía con los mismos tacones y con un vestido similar al que ella había llevado el día anterior, lo que no parece casual. Una coincidencia posiblemente planeada que puede interpretarse como una muestra pública de empatía hacia Rose, que Kate estaría obligada a aceptar a la que de momento se ha calzado sus zapatos o que alguien de su entorno, no necesariamente William ni su madrastra, le ha filtrado a Rose su indumentaria. Ninguna hipótesis es descabellada y todas son posibles después de que Harry nos haya enseñado cómo funciona la monarquía por dentro. Frost no descarta ningún escenario en el futuro: «si nos fijamos en otros matrimonios de la familia real, un número de ellos han criado a los hijos y luego se divorciaron y se volvieron a casar más tarde. Depende de lo que ambos quieran, depende de si Kate quiere ser reina».

Recientemente, sin cámaras delante, un alumno del colegio de Santa Catalina en Bristol le preguntaba cómo es ser de la realeza y ella respondía: «es una lucha saber que puedes ser aceptado y encajar y todavía sigues aprendiendo cada día». Es la confesión explícita de que a sus 41 años y después de doce de casada está luchando para ser aceptada por la institución, cuyo futuro, el de la monarquía y el suyo, está en manos del Príncipe de Gales. La presencia de ambos en la boda real de Jordania a la que «no habían anunciado su asistencia, sólo confirmada por los medios estatales jordanos varias horas antes de que comenzara la ceremonia», como aseguraban tanto los periódicos jordanos como los británicos, es una prueba de que algunos planes del matrimonio están en el aire. Pero la esperanza siempre debe estar por encima de los hechos y el tiempo dirá si la fortaleza de Catalina de Cambridge será suficiente para navegar en semejante tormenta.

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