Fundado en 1910
Montaje fieston de soltero

Ha escogido un local con tradición y menú exquisitosMontaje: Paula Andrade Brea

Gente

El restaurante de Madrid donde Almeida celebrará su otra despedida de soltero

Uno de los locales más castizos y reconocidos de la capital

A falta de dos meses para su esperado «sí, quiero», José Luis Martínez-Almeida y su flamante prometida, Teresa Urquijo, abandonaban su Madrid natal para disfrutar, por separado, de sus respectivas despedidas de soltero.

La joven de 27 años era sorprendida por siete de sus amigas con un viaje a Milán en el que exprimieron las 24 horas del día para disfrutar de planes de turismo, gastronomía y salida nocturna. Por su parte, el alcalde de la capital hizo lo propio, pero en la comunidad gallega de La Coruña. Hasta allí se trasladó con antiguos compañeros de trabajo y amigos, en su mayoría abogados del Estado como él.

El político se alojó en el hotel Finisterre, donde se mostró encantado con todos aquellos que le reconocieron. Los periodistas de esRadio apuntaron, además, que el sábado visitó los jardines de Mendez Núñez y estuvo comiendo «en un conocido restaurante de la zona del paseo marítimo, donde las casas de cristal».

Al día siguiente puso rumbo a Pontevedra para disfrutar, en compañía de Rajoy y Alfonso Rueda de la tradicional feria del cocido de Lalín. Un plan curioso para una despedida de soltero, pero que resultó provechoso de cara a la campaña electoral del PP en Galicia.

Desconocemos si Teresa Urquijo tiene previstas más despedidas junto a otros grupos de amigos. Lo que está claro es que no será la única para el alcalde. «Lleva tanto tiempo soltero que despedirse le costará», apuntaba de forma irónica Federico Jiménez Losantos en su programa.

La segunda se llevará a cabo en las próximas semanas y será en uno de los lugares más castizos de la ciudad: Casa Ciriaco. Hasta allí se desplazará con su preparador de la oposición para disfrutar, como no podía ser de otro modo, de unos auténticos callos a la madrileña.

Apetecible imagen de los callos que se sirven en Casa Ciriaco

Apetecible imagen de los callos que se sirven en Casa Ciriaco

«Comer es una necesidad, saber comer es un arte». Esta es la doctrina que sigue el restaurante, según sus dueños. Y algo deben saber cuando se ha convertido en una eminencia de la gastronomía actual sin perder esa esencia de taberna clásica madrileña. Antes de que los hermanos Ciriaco y Pablo Muñoz Sanz adquirieran la taberna que tomaría el nombre del primero en 1929, el establecimiento ya formaba parte del paisaje urbano de la calle Mayor, donde había sido almacén de vinos desde 1887.

Uno de los salones de Casa Ciriaco

Uno de los salones de Casa Ciriaco

El restaurante se encuentra actualmente en el número 84 (antes 88) de la calle Mayor, situado en un punto clave entre la Plaza de La Villa, antiguo enclave del Ayuntamiento de Madrid, y el Palacio Real, con el que sus sótanos comunican directamente a través de pasadizos hoy en día tapiados.

Presenta comedores iluminados y una cocina abierta que permite ver el funcionamiento interno de esta venerable taberna. Sin embargo, Casa Ciriaco conserva los detalles que la hacen especial: sus paredes están adornadas con fotografías históricas y con decoraciones por temáticas como la tauromaquia. Al fondo, encontramos el salón Real, donde se exponen recuerdos monárquicos y militares bajo la supervisión de una escultura del Apóstol Santiago.

Fachada exterior de Casa Ciriaco

Fachada exterior de Casa CiriacoCasa Ciriaco

En su fachada también puede verse una placa que recuerda que Max Estrella, protagonista de Luces de Bohemia de Valle-Inclán inició aquí su «peregrinaje nocturno». Sin embargo, no solo este motivo explica la trascendencia del restaurante, sino sus famosos callos. Para muchos, los mejores de Madrid. En 2018, sin ir más lejos, se proclamó ganador del 1º Concurso de Callos de Madrid.

Toda su carta, en realidad, está repleta de historia. Motivo por el que otro de sus platos más conocidos es la gallina en pepitoria al gusto de Mingote, un guisado que se hace con todas las partes comestibles del ave, o solo con los despojos, y cuya salsa tiene yema de huevo. Un clásico del recetario español con ascendencia árabe –por la utilización de almendras– que cada vez se encuentra en menos restaurantes.

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