La boda que ha reunido a los descendientes de la marquesa de Llanzol

Toledo se ha vestido de largo para acoger una boda que ha reunido a numerosos apellidos ilustres y donde se ha recordado la figura de una aristócrata apasionante. El pasado sábado, se casó Verónica Fernández de Araoz y Gil de Santivañes, nieta de Sonsoles Díez de Rivera y de Icaza, hija de Sonsoles de Icaza, la marquesa de Llanzol. El novio es Felipe de la Cierva y Rotaeche.

Verónica proviene de ilustres linajes españoles. Hija de Eduardo Fernández de Araoz y Díez de Rivera y Paloma Gil de Santivañes y Escrivá de Romaní. Recordemos que María Sonsoles de Icaza y de León, marquesa de Llanzol por matrimonio con Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, mantuvo un romance con el ministro de Franco Serrano Suñer, casado con Zita Polo, hermana de Carmen Polo.

Sobre el novio, Felipe de la Cierva, cabe destacar que es hijo de Rafael de la Cierva y García Bermúdez y Beatriz de Rotaeche y Ozores, y sobrino de la periodista Teresa de la Cierva.

La ceremonia tuvo lugar en la finca familiar de Sotillo de la Fresneda, propiedad de Paloma Escrivá de Romani, nieta del conde de Casal e hija del marqués de Alginet. Un enclave que respiraba elegancia y tradición, tal como detalló la revista ¡Hola! . Frente a 350 invitados, muchos de ellos destacados miembros de la alta sociedad española, la boda se erigió como un símbolo de distinción y sofisticación. Contó con el talento culinario de Samantha Vallejo-Nágera. El menú incluyó dos platos principales y dos postres: tartar de tomate con cigalas como entrada, seguido de venado, y como dulce final, sablé de limón y cremoso de chocolate.

Verónica Fernández de Araoz conocida por su discreción, mantiene un perfil privado en redes sociales con 1.216 seguidores, reservado para los más íntimos. Se sabe que lució un diseño de Cristina Martínez-Pardo, diseñadora del vestido de Teresa Urquijo, y fundadora de Navascués. El vestido, elaborado en tul de seda plisado, estaba enriquecido con un cinturón bordado en plata que resaltaba su esbelta figura. Complementó su look con un velo de tul, que debajo ver su recogido bajo, y un bouquet de peonías rosas, creando un conjunto de elegancia y sofisticación que capturó todas las miradas.

En otra foto también se distingue a su padre, Eduardo Fernández de Araoz, quien con orgullo ejerció como padrino, acompañando del brazo a su hija hasta el altar. Para la ocasión, lució un elegante chaqué gris marengo, con guantes color vainilla que hacían juego con el chaleco y una distinguida chistera.

La elección de la decoración de las mesas no fue casualidad: conseguir una ambientación que refleje el carácter de la pareja es tan crucial como el vestido de la novia. En este caso, la sencillez imperó con tonos blancos, beige y dorados, ideales para complementar el entorno exterior. Los manteles, algunos dorados, cálidos y elegantes, armonizaron perfectamente con la madera y los detalles luminosos que embellecían cada rincón. Las mesas, adornadas con centros de flores elaborados por Rocío de CG Flores y Cerámica, se convirtieron en un de los elementos más fotografiados del evento.