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Carlomagno,

La leyenda popular imagina una Edad Media de hambrientos y necesitados, y falta de alimentos

Gastronomía

La despensa en tiempos de Carlomagno

La nutritiva cerveza formaba parte de la alimentación básica de los campesinos y hasta de las élites

El Imperio carolingio fue breve, tan sólo tres reyes hasta el cierre del ciclo con Carlomagno, pero nos ha dejado interesante información sobre cómo se comió en el s. VIII, durante la Edad Media europea.

La legislación de su tiempo es digna de ser estudiada, en ella se observa el interés del emperador porque ciertas faltas humanas se traten «con dulzura», aunque para otras muchas el castigo era durísimo. Por ejemplo, lo fue contra el canibalismo, que practicaban los pueblos bárbaros y que se prohibió taxativamente.

Mucho más interesantes es saber que se trataba de organizar cada pequeña región sobre numerosos centros, ya fueran granjas, monasterios o aldeas, que se debían autoabastecer en todos los aspectos, así que cada una daba lugar a un pequeño cosmos con variedad suficiente para dar de comer bien a sus moradores.

La leyenda popular imagina una Edad Media de hambrientos y necesitados, y falta de alimentos. Sin embargo, observamos una abundancia de animales, plantas y todo tipo de hortalizas, medios y recursos para una vida amable.

Los animales que se recomendaba criar eran de todo tipo, desde buey y vacas a cerdos, ovejas, gallinas, abejas y ocas. Además de una gran variedad de aves como palomas, perdices y faisanes. Y de todos ellos no solamente se utilizaba la carne, sino que cada uno proporcionaba otros recursos como huevos, miel y cera, grasa, embutidos y por supuesto carne fresca o jamones y salazones. Todo lo necesario para una despensa abundante y para mil elaboraciones suculentas. Los pescados, igualmente, se mantenían en viveros en recodos de ríos o en grandes estanques, lo que proporcionaba proteínas de buena calidad durante todo el año, en especial a los monasterios.

En cuanto a los productos vegetales, la ley recomendaba a los intendentes que hubiera en cada distrito el cultivo cuidadoso de diferentes tipos de manzanos y perales. También de vides y castaños, de avellanos, pinos, ciruelos, nogales y melocotoneros entre una gran variedad de frutales.

Desde luego, cereal en cantidad como para tener la despensa llena todo el invierno, diversos tipos de trigo y cebada que daban forma a panes, tortas y focaccias además de a la golosa repostería. La nutritiva cerveza formaba parte de la alimentación básica de los campesinos y hasta de las élites. Y se elaboraban vinos de todo tipo: frescos o añejos, de uva, pero también vinos de frutas, principalmente de moras y vinos cocidos, e incluso aguamiel y sidra de manzana y pera.

Los productos evidencian que estas despensas empiezan a sonar a prosperidad, a abundancia y a organización, porque si desde el gobierno imperial se ocupaban de que todos los súbditos consumieran buenos alimentos, variados y en cantidad, es que había intención de progreso y anhelo de opulencia para todos ¡al menos en la despensa!

La huerta asombra por la cantidad de buenas verduras que desde el poder se recomienda cultivar a los campesinos: cebollas, ajos y puerros, nabas, cardos, garbanzos, habas, guisantes, apio, berros, lechugas, calabazas… y un enloquecedor etcétera que deja a cualquiera boquiabierto por la variedad. Lo que sucede también con las hierbas aromáticas: desde el familiar y cotidiano perejil o la menta y romero al anís, malvavisco y malvas.

Así que tahonas, lagares, molinos y silos en diferentes dimensiones eran de obligada construcción a lo largo de todo el imperio. También porquerizas, vaquerías majadas y establos. Los lobos, que eran un gran peligro para el ganado y las personas, estaban perseguidos. Y el mantenimiento de todo ello era de obligado cumplimiento para sus buenas funciones.

Ningún mundo es perfecto, no existe la perfección. Pero imaginen ese tiempo -o cualquiera- de cuidados sensatos con el mundo rural, de valor de los alimentos sanos y buenos y de mantener la rueda anual estructurada y en abundancia. Y todo eso desde un gobierno que trataba de que no faltaran medios para todos ¿no suena hoy, con lo que vivimos, a una hermosa utopía? Pues es historia, la del Imperio Carolingio.

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