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Sarah Ferguson revela cómo el cáncer acabó con sus problemas alimenticios
La exmujer del Príncipe Andrés padecía un trastorno alimentario que la llevaba a comer de manera impulsiva
Sarah Ferguson, la duquesa de York y exesposa del Príncipe Andrés, ha vivido una vida marcada por los altibajos y los desafíos personales, tanto en el ámbito de la salud física como en el emocional. Su reciente confesión sobre su larga batalla contra los desórdenes alimenticios muestra un lado vulnerable y sincero, revelando cómo la comida se convirtió en su refugio desde muy temprana edad.
En una entrevista reciente durante su gira por Australia, Ferguson compartió que empezó a comer compulsivamente a los 11 años, justo después del doloroso divorcio de sus padres. Desde entonces, cada dificultad en su vida parecía llevarla de regreso a la comida como un intento de calmar sus emociones. «Toda mi vida se basaba en comida», declaró con honestidad, admitiendo que durante décadas su «adicción» a la comida fue un frente abierto, una carga emocional de la que le costó deshacerse.
La duquesa ha sufrido mucho más que simples problemas de peso: sus luchas la llevaron a soportar el escrutinio público, y su físico se convirtió en el blanco de crueles comentarios mediáticos. En su momento, incluso fue apodada «la duquesa de Pork» (cerdo), y llegó a confesar que «decían que el 80% de las personas preferían acostarse con una cabra antes que conmigo». No era solo una cuestión de salud, sino de autoestima; las burlas y el acoso mediático la empujaban aún más hacia la comida, en un ciclo sin fin que empeoraba con cada comentario despectivo. Como ella misma contó al diario The Sun, «cuanto más me molestaba la ausencia de mi marido, más comía y más engordaba. Cada vez que las cosas se ponían difíciles, encontraba mi solución en la comida».
A pesar de esta dolorosa historia, los últimos meses han marcado un cambio significativo en su vida. Ferguson ha tenido que enfrentarse no solo a un diagnóstico de cáncer de mama, sino también a un melanoma, un doble golpe que, según cuenta, le ha dado una nueva perspectiva. La duquesa asegura que estas experiencias la ayudaron a comprender que estaba «comiendo en lugar de vivir».
Fue entonces cuando la comida pasó a un segundo plano y, en su lugar, estableció nuevas prioridades en su vida. «No esperes a que te abran para deshacerte de la adicción», aconsejó en una de sus entrevistas recientes, una reflexión que muestra la gravedad de su cambio y su intención de inspirar a otros a no esperar hasta el límite. Ferguson ahora alienta a todos a someterse a chequeos médicos regulares, subrayando la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano. A pesar de la dureza de este último capítulo, ha encontrado un propósito en compartir su experiencia y advertir a otros sobre los peligros de utilizar la comida como un ansiolítico emocional.
Hoy, con una vida más equilibrada y una renovada fuerza, ella sigue activa en campañas de concienciación sobre la salud y el bienestar. Quiere que otros aprendan de su historia para no caer en la trampa de encontrar «consuelo en las salchichas» —como dijo en tono jocoso— o en los sándwiches de huevo y mayonesa. Ahora, en una etapa de mayor claridad y aceptación, la duquesa se siente feliz y centrada en el presente, dispuesta a ayudar a otros a no seguir el mismo camino que ella recorrió en su juventud.