Los intensos 68 años de Carolina de Mónaco
La que fue considerada como la princesa más bella de Europa cumple este jueves 68 años con un perfil público discreto. Luce canas y sus arrugas son visibles en el rostro
Tres matrimonios, cuatro hijos y siete nietos. Su Alteza Real la Princesa de Hannover, Carolina de Mónaco, llega a los 68 años con canas y arrugas y casi desaparecida de la agenda oficial. Disfrutando de sus nietos y de las cosas que le gustan en la vida: la moda y el arte, la música, el ballet y la lectura.
Por algo Carolina Grimaldi nació el 23 de enero de 1957 en la biblioteca del Palacio de Mónaco. Una sala forrada con telas en verde, por deseo de su madre, la Princesa Grace de Mónaco, -antes de soltera Grace Kelly-, siguiendo una tradición irlandesa. Carolina, la hija mayor de los soberanos de Mónaco, creció en un palacio con sus dos hermanos menores, Alberto –hoy soberano del Principado– y Estefanía bajo los ojos atentos de una niñera.
El 23 de enero es un fecha importante en su vida. No sólo porque es su cumpleaños, sino porque también es su aniversario de boda con su tercer marido, el Príncipe Ernesto de Hannover. Un marido complicado del que se encuentra separada pero no divorciada, por lo que sigue siendo Alteza Real Princesa de Hannover. Fue su tercera y última boda hasta la fecha.
La primera boda
El conquistador Philippe Junot, -padre de Isabel Junot, esposa de Álvaro Falcó-, fue su primer marido. Un marido guaperas al que conoció en una fiesta en París con 18 años y con quien se deslumbró. Contrajo matrimonio para disgusto de Rainiero de Mónaco y de Grace Kelly, que no pudieron impedirlo, el 29 de junio de 1978 en Mónaco.
Una gran boda a la que asistieron 800 invitados, entre los que se encontraba lo más granado de la sociedad mundial. Realeza europea y estrellas de cine como Ava Gardner, Cary Grant y Frank Sinatra. El divorcio llegó dos años más tarde.
La segunda
El 29 de diciembre de 1983, Carolina de Mónaco volvió a casarse en un enlace civil con el deportista Stéfano Casiraghi, el amor de su vida. Un apuesto italiano, listo para los negocios, y más joven que ella. Una boda que le hizo feliz y que le dio tres hijos, Andrea, Carlota y Pierre. Pero la desgracia se cruzó en su camino y se truncó su alegría cuando Stefano falleció en el mar, en una lancha rápida. Todavía estaba reciente el accidente de coche -una año antes- de su madre, la Princesa Grace. Carolina entonces perdió su sonrisa.
El 3 de octubre de 1990, Stéfano Casiraghi moría víctima de un accidente al chocar su lancha rápida contra una ola. Tras este duro golpe, la princesa destrozada se escondió y se retiró a vivir a Saint-Rémy-de-Provence, en Francia, un bello pueblecito donde con el tiempo conocería al que fue su gran consuelo temporal, el actor francés Vincent Lindon.
La tercera
En 1996, Carolina remonta el ánimo y comienza un romance rodeado de polémica con el Príncipe Ernesto Augusto de Hannover, jefe de la respetada Casa Real de Hannover. La hija de Grace Kelly era amiga de toda la vida del entonces matrimonio formado por Ernesto y su mujer, Chantal Hochuli, quienes se divorciaron dadas las circunstancias. En 1999, Hannover se casaba en Mónaco con Carolina el día de su 42 cumpleaños. Tienen una hija en común que venía en camino, Alejandra, quien vive con su madre pues desde el año 2009, Carolina y Ernesto están separados, de hecho. Hannover vive actualmente en Madrid, junto a su nueva pareja Claudia Stilianopoulos. Sus escándalos son tan sonoros como sus títulos.
Tragedias
La vida intensa de la bella princesa no es un camino de rosas, ni mucho menos. Las tragedias le golpearon y mucho. La muerte de su madre, la Princesa Grace, en septiembre de 1982, cambió totalmente su vida. Ejerció en aquel momento de manera el papel de primera dama del Principado monegasco. Llevando su elegancia y su impecable estilo a lo más alto. Rainiero falleció en 2005. Su hijo Alberto se convirtió en un soberano soltero y Carolina ocupó un papel principal en la vida oficial del pequeño principado continuando con el glamour heredado de su madre.
Papel al que se entregó hasta julio de 2011, cuando su hermano Alberto II contrajo por fin matrimonio con la joven deportista sudafricana Charlene Wittstock. En diciembre de 2014, llegaron los hijos mellizos de la pareja y, por tanto, los nuevos herederos del principado. Carolina en ese momento dio un paso a un lado, hasta hoy. Aparece cuando es necesario, por ejemplo, cuando su cuñada Chalene desaparece.
Y cuando aparece, deslumbra, porque a sus 68 años sigue siendo la embajadora de la elegancia y el estilo, sin rival. Con canas, gafas y arrugas visibles en su rostro que no disimulan el paso del tiempo y de las vivencias, en ocasiones escandalosas. Es una abuela que disfruta siéndolo, sin duda. Karl Lagerfeld dijo en Le Figaro: «Carolina es elegante; su actitud y educación hacen que no sea necesario que tenga que recordárselo a ella misma cada mañana».