La comisión militar española que pasó examen al Ejército germano en 1939
Esta comisión logró detectar indicios de los preparativos del Ejército alemán para invadir Polonia
El Ejército español envió una nutrida representación a Alemania en el verano de 1939 con el objetivo principal de hacer un reconocimiento, lo más profundo y extenso posible, de los ejércitos germanos y de su industria de guerra, para mejorar las capacidades de combate de los ejércitos nacionales.
La comisión estuvo formada por 32 militares, desde generales hasta capitanes, divididos en ocho grupos de trabajo: instrucción con cinco oficiales, carros de combate y antitanques con un oficial, artillería e industria de guerra con 14 oficiales, fortificación con dos oficiales, transmisiones con un oficial, cartografía con dos oficiales, aviación con seis oficiales y marina con un contralmirante. La entidad de los diferentes grupos de trabajo evidencia que el propósito primordial era la industria de guerra, para tratar de ser lo más autosuficiente posible.
La visita se realizó a poco más de dos meses de la invasión ruso germana de Polonia, que dio comienzo a otra Gran Guerra Europea, y que desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
Todos los componentes de los grupos de la comisión coincidieron en que, aunque el trato fue muy cordial, la voluntad del mando alemán fue proporcionar información muy controlada y rígida en los establecimientos a visitar, en la breve duración de las visitas y conferencias, y en la parquedad de los documentos escritos entregados. Todo es comprensible, porque querían guardar el secreto de la inminente ofensiva alemana contra Polonia, pero se dejó traslucir en lo anterior y en algunas observaciones recogidas por los componentes de los distintos grupos de la comisión, que detectaron indicios sobre los preparativos del Ejército alemán para lo que se avecinaba a corto plazo.
Conversaciones privadas y distendidas con oficiales alemanes, en comidas y recepciones, permitieron obtener informaciones y datos que, en las exposiciones oficiales, las autoridades germanas trataron de no desvelar. Principalmente, la inminente invasión de Polonia:
- El grupo de fortificación informó de las prisas y presiones, desde el más alto nivel político, para que las obras de la línea Sigfrido terminaran antes de septiembre, a pesar de su magnitud y complejidad. Se sacó la conclusión de que «alguna determinación grave depende de la terminación de esta línea». Además, «en Berlín era corriente oír (en ambientes militares) que la guerra era para agosto y los menos optimista la esperaban para septiembre, y digo menos optimistas porque con optimismo veían la llegada de la guerra todos los alemanes, e incluso a alemanes (civiles) que escuchamos».
- Los del grupo de transmisiones quedaron extrañados cuando observaron la gran cantidad de materiales de transmisiones de toda clase y vehículos acumulados. Esas acumulaciones no eran explicables para reposiciones por desgastes, incluso en caso de guerra. Solo podían responder a una rápida movilización. Los mandos alemanes trataron de justificarlas con el pretexto de que la falta de enlace fue la que provocó su derrota en la batalla del Marne, y en consecuencia perder la guerra del 14.
- El grupo de carros de combate tuvo severas limitaciones para ver algunas instalaciones y unidades emblemáticas de gran valor táctico, como las acorazadas. A pesar de las continuas insistencias para hacerlo.
- El contraalmirante español informó que habían botado, el 1 de junio de ese año, un quinto crucero, cuando «públicamente sólo dieron a conocer tres de ellos en construcción». En cuanto a submarinos «se asegura andan cerca de los 90, entre construidos y construcción».