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Fotografía de finales del siglo XIX con rebeldes filipinos katipuneros

Fotografía de finales del siglo XIX con rebeldes filipinos katipuneros

Las causas del final agónico de la Filipinas española

La indignación de la minoría intelectual, la opresión del clero indígena y las hostilidades frente al enorme poder e influencia de las órdenes religiosas españolas y el Motín de Cavite fueron caldo de cultivo para promover los movimientos reformistas e independentistas

¿Por qué la última etapa decimonónica de Filipinas como colonia española, fue tan compleja y sangrante para los intereses españoles? Para responder a esta pregunta, primero cabría señalar que, se trataba de una colonia con unas características territoriales y demográficas, altamente complejas. Pues estaba configurada por un conjunto de islas independientes, clasificables geográficamente en tres grupos: la isla de Luzón (norte), el grupo de las Bisayas (parte central) y la isla de Mindanao (sur); pobladas con habitantes que no constituían una población racialmente ni lingüísticamente homogénea. Además, a la llegada de los españoles, no existía un poder centralizado, sino que las islas estaban divididas entre varias talasocracias que a menudo luchaban entre sí; gobernadas por varios datos, rajás o sultanes.

'España y Filipinas' por Juan Luna

'España y Filipinas' por Juan Luna

Estos factores, dificultaron sobremanera la colonización de estas tierras. Además, durante los tres siglos de dominio español (1565-1898), en general, fueron minusvaloradas por los gobiernos de Madrid y por los españoles peninsulares. Esto hizo que siempre contara con un presupuesto y una guarnición deficiente, sobre todo, teniendo en cuenta su enorme extensión. No obstante, prácticamente hasta la llegada del s. XIX, se consiguió una colonización más o menos estable a través de la política, llevada también a cabo en América, de la espada y la cruz. Pensemos que la cristianización de estas tierras, al igual que aquellas, actuó, por una parte, como base legitimadora para su conquista y colonización y, por otra parte, como pegamento de unión de todos los pueblos. Sin embargo, esto nunca se lograría en Mindanao, dado que se había originado ya previamente, una extensa comunidad musulmana, muy reticente tanto a la conversión como a la dominación española. De hecho, los grandes problemas desde un inicio, siempre fueron los permanentes ataques piráticos, principalmente de los musulmanes de Mindanao y Joló, así como los problemas endémicos del bandolerismo.

La cristianización sirvió como base legitimadora para su conquista y como unión de todos los pueblos

Pero, será a partir del siglo XIX, cuando se agudizarán los problemas. ¿Por qué? En primer lugar, porque en aquellos momentos, tanto las grandes potencias occidentales como el Japón Meiji, ya aspiraban a poseer colonias en el Pacífico, y Filipinas, se presentaba como un objetivo altamente suculento para sus intereses. Por lo que buscarían secretamente, influir, asesorar e incluso financiar, los movimientos insurreccionales contra España. 

Por otra parte, con la llegada del liberalismo y el inicio de los movimientos independentistas en la América española, también en Filipinas empezaron a aflorar varias manifestaciones contra el dominio español. Ya en 1823, se produce una primera sublevación, la de Andrés Novales, que irá seguida de otros levantamientos en los años 1848, 1852 y, sobre todo, en 1868. Aunque todos ellos sofocados con éxito, es precisamente, a partir de la Revolución Septembrina, y con la llegada a España de algunos hijos de familias filipinas acaudaladas (enviados para estudiar en las universidades, principalmente de Madrid y Barcelona), cuando aparecen en escena los denominados «ilustrados», caso de José Rizal. Los Filipinos, imbuidos de las ideas liberales, empezaron a sentirse atraídos por la francmasonería o masonería, y que, sobre todo, comprendieron que su pueblo, no era inferior al español. Esta toma de conciencia, les conduciría a partir de la segunda mitad del s. XIX, a cuestionar el sistema colonial español.

Tres de los denominados «Ilustrados» Filipinos: José Rizal,

Tres de los denominados «Ilustrados» Filipinos: José Rizal, Marcelo Hilario del Pilar y Mariano Ponce

Esta situación se agudizará a partir de los años 70, con el progresivo descontento de la población filipina a causa de la indignación de la minoría intelectual, que se desesperaba tras comprobar que no se acometían reformas liberales para Filipinas; la opresión del clero indígena y las hostilidades frente al enorme poder e influencia de las órdenes religiosas españolas («frailecracia»). Lo cual originará un progresivo anticlericalismo filipino. Y, finalmente, el fusilamiento de tres clérigos filipinos («Gomburza») tras el Motín de Cavite, un nuevo alzamiento acontecido en 1872.

Todo esto, creó el caldo de cultivo perfecto para que afloren nuevos movimientos, tanto de índole reformista, como también independentista. Quizás la primera oleada movilizadora, vendría de parte de los reformistas, abanderados por José Rizal, que fue moldeando el ideario político que sentará las bases del nacionalismo filipino. Por una parte, publicará sus exitosas novelas de denuncia (Noli me tangere y El filibusterismo), y, por otra parte, funda en 1889 la Liga Filipina como movimiento cívico, pacífico y reformador, frente a la Administración española. No obstante, aunque tuvo un hondo calado entre los intelectuales, no arraigó entre las clases populares. Y dado que, no se consiguió modificar la política inmovilista española en el archipiélago; en el seno de la asociación, se creó un bando partidario de una política más revolucionaria que perseguía como fin último, la independencia de Filipinas a través de la insurrección armada. 

Se trataba del origen del Katipunan, una sociedad secreta masónica que se fundará en 1896, y que, bajo el liderazgo bicéfalo de Andrés Bonifacio y Emilio Aguinaldo, acabará protagonizando la denominada Revuelta Tagala que pondrá en jaque a la Administración española. El Katipunan, sí lograría movilizar al campesinado y a las clases bajas con gran éxito. Además, la ejecución de Rizal por parte de la Administración española, acusado de promover la insurrección, acabó contribuyendo a que se extendiera la guerra por todo el Archipiélago filipino.

Se creó un bando partidario de una política más revolucionaria que perseguía como fin último, la independencia de Filipinas a través de la insurrección armada

Sin embargo, la actuación de los diferentes mandos militares, lograría atajarla. Primero, en la figura del general Blanco, que, con escasas fuerzas, consiguió frenar el primer avance insurreccional; después con Polavieja que, con su estrategia más agresiva, la llegada de refuerzos peninsulares y gracias a la acertada formación de la División Lachambre, logró reducir el incendio revolucionario. Y finalmente, con el más conciliador, Primo de Rivera, que logrará el pacto de Biak-na-Bató (1897), poniendo fin al conflicto.

No obstante, lo peor estaba por llegar, pues poco después, en 1898, se iniciaría el ataque de Estados Unidos que, aliado con las fuerzas independentistas filipinas, acabarán derrotando a los españoles y poniendo fin al largo dominio colonial español.

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