Historia de dos soldados españoles en la Segunda Guerra Mundial: ataque a un fortín ruso
La División española debía cruzar el río al día siguiente en apoyo a la ofensiva alemana hacia Tijvin durante la Segunda Guerra Mundial en el transcurso de la Operación Barbarroja
En la madrugada del 18 de octubre de 1941, a las 03:00 h, en el sector norte del Frente de Rusia, unos botes neumáticos surcaron las aguas del río Vóljov. A bordo, la Sección de Asalto del Regimiento 269º de la División Azul al mando del teniente Jaime Galiana Armilla. Se trataba de una operación de tanteo. La División española debía cruzar el río al día siguiente en apoyo a la ofensiva alemana hacia Tijvin. Galiana tenía orden de comprobar las defensas rusas en la ribera oriental.
Al tocar la orilla en el subsector de Petroskoje, desembarcaron el teniente y el cabo Mariano Díez de las Moras. Ambos eran soldados de raza, curtidos en los campos de batalla de la Guerra Civil. El oficial tenía especial interés en que le acompañase este cabo, un experimentado veterano procedente del Regimiento de Infantería de Línea nº 46, de guarnición en Tarifa.
Los dos héroes
Díez de las Moras, nacido en la localidad de Esguevillas de Esgueva (Valladolid), se había batido el cobre con el Regimiento de Infantería La Victoria n.º 28, en cuyas filas resultó herido seriamente en la Sierra de Espadán, el 24 de agosto de 1938.
Galiana, nacido en Puebla de Zaragoza (México), de padre español, de Alicante, y de madre mexicana, acababa de salir promovido como teniente efectivo de la Academia de Transformación de Caballería de Valladolid. En la guerra de España, había servido en diversas unidades de caballería (Regimiento de Cazadores de Calatrava y Escuadrón de FET de Andalucía) y tenía la Medalla Militar Colectiva otorgada al 4º escuadrón del Calatrava, entre otras condecoraciones.
Los dos hombres, que gozaban de una confianza mutua y sólida, se deslizaron sigilosos en la oscuridad por terreno ignoto. Llegaron a una posición formada por un búnker y un polvorín anejo. Se oían voces en el interior, colocaron un potente explosivo que voló el fortín, y salieron huyendo a la carrera. Los rusos reaccionaron y se produjo una breve e intensa refriega. Disparos y bombas de mano, gritos en la noche. El cabo había sido alcanzado por una granada en la pierna izquierda y había perdido el conocimiento. La herida era gravísima; el teniente Galiana cargó con él sobre los hombros y se aproximó a los botes. Mientras sus hombres repelían con sus armas a los rusos, cargaron al cabo en un bote y emprendieron el regreso a la orilla occidental.
Al llegar a las líneas españolas el teniente Galiana despidió a su cabo que ha recuperado la consciencia. La guerra se había acabado para el vallisoletano. Palabras de ánimo, ilusiones rotas… Se separaban para siempre; cada uno hacia su destino. Díez de las Moras para el puesto de socorro de Pobderesje y Galiana a continuar guerreando contra los bolcheviques.
Después del combate
Tras pasar por diversos hospitales Díez de las Moras regresaría a España. Volvería sin la pierna izquierda. Al menos trajo en su haber, además de la Cruz de Hierro de 2ª Clase, una propuesta de concesión de la Cruz Laureada de San Fernando. La pierna perdida le sería «canjeada» por una ortopédica y la laureada le sería denegada años más tarde. Contrastes duros de la vida militar que no pudieron ser compensados por la concesión de una Cruz de Guerra y una Cruz Roja por los méritos contraídos en Rusia.
Volvamos a Galiana. Cuatro días después de aquel combate memorable, a las 15:00 h del 22 de octubre de 1941, se encontraría de bruces con la muerte. Durante la ocupación de Sitno un nido de ametralladoras soviético estaba barriendo a las fuerzas del II Batallón del 269. El mando le dio permiso para neutralizarlo. La operación era muy arriesgada ya que debía ejecutarse a pecho descubierto en condiciones desfavorables. El ataque, a la carrera, fue épico, la posición enemiga sería tomada en lucha cuerpo a cuerpo, pero a un precio muy alto. Galiana y varios de sus hombres murieron en la acción. El teniente fue propuesto para la Laureada. Tras diversos vericuetos, en 1973 terminó felizmente el expediente contradictorio abierto al teniente Galiana con la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración del Ejército español.
¿Qué fue del otro héroe, casi anónimo, Mariano Díez de las Moras? Caballero mutilado de guerra por la patria con un 65 %, se había reintegrado en la vida civil casándose con su paisana Macedonia Loisele Ruiz, con quien tendría tres hijos. Vivió siempre en su pueblo natal. Por su mutilación él no podía realizar las labores más duras de campo –sus hijos y su mujer llevaban la labranza familiar– y por eso hacía trabajos domésticos y era responsable de la contabilidad del negocio. Hasta el final de sus días mantuvo el recuerdo vigoroso de su querido teniente Galiana, quien le había salvado la vida en aquella noche gélida a orillas del Vóljov. Murió en Esguevillas de Esgueva el 23 de julio de 2005.