
Soldados chinos montan guardia. Al fondo se observa una imagen del difunto líder chino Mao Zedong
Mao Zedong, el mayor genocida de la Humanidad
El 9 de septiembre de 1976 fallecía en Beijing Mao Zedong, el mayor genocida de la Humanidad. Su llegada al poder fue el comienzo de una liquidación de personas. Víctimas que, sin embargo, no son tan conocidas como las que padecieron los horrores del nazismo y del comunismo. Aquel genocidio encubierto con el nombre de Revolución Cultural se cobró la vida de aproximadamente 70 millones de personas.
Mao, quien estuvo fuertemente influenciado por los grandes líderes comunistas soviéticos, implantó una serie de reformas urbanas y agrarias a través del primer plan quinquenal de China (1953-57), el Gran Salto Adelante (1958-62) y la Revolución Cultural (1966-76) que tuvieron terribles consecuencias para el pueblo y la economía de China.
El 1 de octubre de 1949 Mao, el Gran Timonel, instauró la República Popular China, fundada en un duro marxismo leninismo y en distintas campañas de ideologización que reforzaron su poder y sirvieron de propaganda divulgadora del régimen comunista. Carecía de carisma personal y del don de la oratoria, pero tenía una habilidad para manipular a la gente y tornar cada situación en su propio beneficio. Era despiadado, egoísta, envidioso, sanguinario y vil con todo el mundo. El único que le importaba era él mismo, pero así se mostró a toda una generación: «El presidente Mao ama al pueblo. Él es nuestro guía para construir una nueva China. ¡Hurra, él nos lleva hacia adelante!». Así cantaban en el himno de la República Popular de China durante la Revolución Cultural.

Los habitantes de la ciudad de Peiping levantan sus puños cerrados en un saludo de bienvenida a las fuerzas comunistas chinas que entran en la ciudad tras expulsar a las fuerzas nacionalistas
Ambicioso y paranoico a partes iguales, elaboró el Libro Rojo con el que respaldaría sus ideas. Mao replantearía su estrategia, reconociendo que «las propiedades y riquezas pueden ser confiscadas, pero no las ideas», declarando la batalla cultural. En este contexto tiene lugar la tercera purga camuflada bajo el nombre de Gran Revolución Cultural proletaria (1966-1976). Su objetivo fue eliminar a quienes consideraba sus enemigos. A pesar de que los números son inciertos, se estima que cerca de un millón y medio de personas perdieron la vida y otros 20 millones fueron enviados a campos de reeducación.

Niños sujetando el Libro Rojo
Para alcanzar los objetivos, el mandatario chino debía reclutar un ejército que solo respondiese ante a él; por tanto, debía ser externo a su propio partido. Los elegidos fueron los estudiantes, que ya eran ajenos a las tradiciones por haberse formado según los preceptos del maoísmo. Estos jóvenes pasarían a ser los Guardias Rojos. Viene a la mente la imagen de una multitud que vitorea y alaba al Gran Timonel, niños que sujetan con orgullo el librito rojo. Jóvenes dispuestos a hacer cualquier cosa por el «Camarada Mao». Las víctimas de la Revolución Cultural fueron detenidos y reeducados para jurar fidelidad al partido. En caso contrario fueron torturados, golpeados hasta la muerte, enterrados vivos, lapidados, decapitados…
Con la muerte del líder comunista el 9 de septiembre de 1976 terminaba una de las etapas más aterradoras y sangrientas que vivió el país asiático.