De Costa del Oro a Ghana: el primer Estado de África en obtener la independencia
Nkrumah reclamó un «Gobierno unido de estados africanos» con un mercado común, moneda panafricana, un banco central, un sistema continental de comunicaciones y una política exterior común
En las independencias africanas del siglo pasado reluce la de Costa de Oro, en años posteriores a la Segunda Guerra Mundial era el estado negro más rico de África y el primero en obtener la independencia, con el nombre de Ghana.
Kwame Nkrumah se graduó en Economía, Sociología y Psicología trabajando en Estados Unidos. Luego marchó a Londres para estudiar Derecho. A su regreso, fue reclutado por el movimiento hacia la independencia, obra del abogado J. B. Danquah, que empleó a Nkrumah para organizar su formación. Nkrumah se escindió poco después y creó el Partido de la Convención Popular al que convirtió en un movimiento de masas.
El gobernador británico, Charles Noble Arden-Clarke, ordenó arrestar a Nkrumah en 1950. En una carta a su familia, Arden-Clarke escribió que había estado ocupado «tratando con el Hitler local», tal era el concepto que tenía el poder británico sobre Nkrumah. Los años de prisión no redujeron la popularidad de Nkrumah. Reino Unido cambió de opinión, pensó que a quien veían como el Hitler local era el hombre ideal para sus fines y le facilitaron las cosas. Los consejos políticos que habían surgido en 1951 y 1953 fueron copados por Nkrumah, reduciendo el poder de las autoridades tradicionales y aumentando el suyo.
Reino Unido cambió de opinión, pensó que a quien veían como el Hitler local era el hombre ideal para sus fines y le facilitaron las cosas
En 1952 Kwame Nkrumah fue designado primer ministro. Dos años después se proclamó la «constitución de la independencia». En otros dos años hubo nuevas elecciones y Ghana obtuvo, en 1957, la independencia total con ese nombre.
Ya en el poder, Nkrumah reclutó políticos británicos izquierdistas para que le asesoraran en cómo destruir a sus oponentes y eliminar las restricciones constitucionales a su poder. Nkrumah defendía entonces un socialismo ponderado para África, manteniendo algunos aspectos del sistema de producción capitalista, pero era muy crítico con el imperialismo occidental.
Salto internacional
En la conferencia del Movimiento de Países No Alineados de Bandung, en 1955, Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto, Jawaharlal Nehru, de India, y Sukarno, jefe de Estado de Indonesia, convencieron a Nkrumah de que todos los problemas económicos tienen una solución política. Las excolonias eran pobres y atrasadas por la colonización que sometía a la colonia a un proceso intencionado de «subdesarrollo».
Nkrumah extendió esta teoría en los congresos panafricanos de Accra en 1958 y en Addis Abeba en mayo de 1963: «La unidad africana es sobre todo un reino político que puede ser conquistado únicamente con medios políticos. El desarrollo social y económico de África llegará sólo en el ámbito del reino político, no a la inversa». Reclamó algo que le puede sonar a la Unión Europea: un «Gobierno unido de estados africanos», un mercado común, una moneda panafricana, una zona monetaria africana, un banco central, un sistema continental de comunicaciones y una política exterior común.
Su carisma duró dentro y fuera del país hasta mediados de los años sesenta cuando surgieron figuras nuevas que se convirtieron en la imagen del movimiento
Al politizar la economía, Nkrumah eliminó rápidamente el excedente de la balanza de pagos de Ghana; hacia mediados de los años sesenta, el país había acumulado una montaña de deudas extranjeras y gozaba de escaso crédito internacional. Nkrumah apoyó a las guerrillas de Togo, Costa de Marfil, Alto Volta, Nigeria y Níger que comulgaban con sus teorías de la unidad africana.
La segunda idea que extendió Bandung fue que el desarrollo de las nuevas naciones exigía el liderazgo carismático. En esta idea estaba implícito el liderazgo carismático del «santo» autodesignado y que ejerció una influencia fundamental sobre la generación de Bandung. Nehru, Sukarno, U Nu, y después Nasser, Nkrumah y muchos otros no fueron sólo líderes políticos: también fueron líderes espirituales, en el sentido de que la nación encarnaba los anhelos espirituales de un pueblo y los «liberadores» encarnaban a la nación.
Liderazgo totalitario
Nkrumah fomentó que le llamaran Osagyefo, el «redentor»: «Es nuestro padre y maestro, nuestro hermano, nuestro amigo, incluso nuestra vida, pues sin él sin duda habríamos existido, pero no habríamos vivido […] Lo que le debemos es más grande incluso que el aire que respiramos, pues nos creó tan seguramente como creó a Ghana». Nkrumah lo subrayó en 1961: «Todos los africanos saben que represento a África y que hablo en su nombre. Por lo tanto, un africano no puede tener una opinión que discrepe de la mía». Rudolf Hess ya había dicho antes: «Hitler es Alemania y Alemania es Hitler».
Tras sus viajes a Moscú y Pekín en 1961, Nkrumah empezó a crear empresas públicas, más de medio centenar, que fracasaron en su mayoría por la mala gestión y la corrupción. Ese año la bajada de los precios del cacao provocó una crisis que Nkrumah quiso resolver subiendo brutalmente los impuestos. Los obreros ferroviarios y portuarios fueron a la huelga. Como represalia, Nkrumah los encarceló sin juicio.
Sin posibilidades legales de sustituirle, fue derrocado cuando estaba fuera de Ghana por un golpe militar en febrero de 1966
El 9 de diciembre de 1963, tres líderes de la oposición fueron absueltos del cargo de traición por tres jueces, cuyo presidente, sir Arku Korsah, había sido abogado londinense durante cuarenta y cuatro años. Nkrumah rechazó la sentencia del tribunal y los hizo condenar.
Nkrumah aplastó a la oposición y destruyó el Estado de Derecho. Su carisma duró dentro y fuera del país hasta mediados de los años sesenta cuando surgieron figuras nuevas que se convirtieron en la imagen del movimiento; entonces Nkrumah fue apagándose. Sus presuntas cualidades divinas autoasignadas chocaron con la situación de progresivo empobrecimiento del país. Sin posibilidades legales de sustituirle, fue derrocado cuando estaba fuera de Ghana por un golpe militar en febrero de 1966 realizado por el Consejo de Liberación Nacional, con apoyo de la CIA. Vivió exiliado en Conakri, en la vecina Guinea, como huésped del presidente Ahmed Sékou Touré, que le hizo copresidente honorífico del país. Murió en 1972.
El colapso del primer Estado negro de África, además un Estado modelo, y la imposición allí de un Gobierno militar auguraban un futuro inquietante, sobre todo porque Nigeria, su enorme vecino, a su vez había pasado el mes anterior del constitucionalismo al militarismo.