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Grabado de Castelnuovo y las Bocas de Kotor

Grabado de Castelnuovo y las Bocas de KotorCreative Commons

Castelnuovo: las termopilas españolas

En 1539, Barbarroja asedió con un enorme ejército la fortaleza de Castelnuovo defendida por las tropas españolas comandadas por Francisco Sarmiento de Mendoza

La película 300 ha conseguido popularizar la gesta de Leónidas, Rey de Esparta, que junto a sus aliados ilotas consiguieron detener durante algunos días al mastodóntico ejército persa de Jerjes. Este tipo de resistencias numantinas, (aunque las termopilas no fue propiamente un asedio, sino una batalla en un angosto desfiladero), con una desproporción de fuerzas tan exagerada, son bastante recordadas y muy dignas de admiración, por lo que en la mente de muchos están asedios célebres como el de la propia Numancia, Viena, Malta, el Álamo o el Rorke´s Drift de la guerra anglo-zulú, por citar algunos ejemplos. Sin embargo, uno de estos casos de heroicidad llevada al extremo y, por desgracia, muy desconocido es el del sitio de Castelnuovo, en donde el noble español Francisco Sarmiento con tres mil quinientos hombres se enfrentó a cincuenta mil soldados del ejército otomano de Barbarroja.

Castelnuovo o castillo nuevo en italiano es la actual Herceg Novi, en el suroeste de Montenegro. Ciudad que fue española durante algo menos que un año.

Esta historia comienza con la batalla naval de Préveza en septiembre de 1538, que enfrentó a la santa liga, coalición, no muy bien avenida, por cierto, entre la España de Carlos V, los estados pontificios, las repúblicas de Venecia y de Génova y la orden de Malta contra el imperio otomano. Andrea Doria, al frente de la flota cristiana realiza un despliegue poco afortunado que, junto a vientos erráticos, (de calma chicha a tormenta), y una mala coordinación de los distintos mandos aprovechará el experimentado Barbarroja para derrotarle, pese a algunos episodios de gran valor como el del galeón de Alejandro Condulmiero que se enfrentó en solitario a 16 navíos de Turgut Reis o el del capitán Machín de Munguía que realizó una hazaña similar.

Derrota a las naves de la Liga Santa dirigidas por Andrea Doria en la batalla de Préveza

Derrota a las naves de la Liga Santa dirigidas por Andrea Doria en la batalla de PrévezaCreative Commons

A pesar de la derrota, una parte importante de la flota consigue salvarse y apoyará el desembarco español en Castelnuovo, enclave estratégico de la costa dálmata en poder de los turcos desde 1482. La pérdida de la fortaleza de Castelnuovo, aunque supone un serio revés para los otomanos, motiva la ruptura de la santa liga, ya que, aun siendo conquistada por España es reclamada por Venecia.

Francisco Sarmiento de Mendoza

Al frente del rebautizado como tercio de Castelnuovo está el maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza. Francisco es un militar de reconocido coraje y con una larga experiencia en combatir a florentinos, franceses y turcos. La persona más adecuada para defender una plaza que los otomanos harán lo imposible por reconquistar, ya que de lo contrario podría erigirse en el baluarte para una ofensiva sobre los territorios turcos continentales.

Consciente de que con la ruptura de la liga no va a conseguir refuerzos en caso de asedio, ya que la armada mediterránea española por si sola es muy inferior a la otomana, Sarmiento refuerza las defensas del castillo durante el invierno.

Maestre de campo de los tercios

Un maestre de campo de los terciosCreative Commons

50.000 turcos contra 3.000 españoles

El 12 de junio de 1539 se produce el desembarco de una primera fuerza expedicionaria de reconocimiento de alrededor de mil soldados. Durante ese día tienen lugar los primeros combates, por la mañana les hacen frente tres compañías mandadas por Munguía y por la tarde, con el propio Sarmiento a la cabeza, realizan una escabechina. Alrededor de unos trescientos otomanos sobrevivientes consiguen alcanzar a duras penas sus barcos y poner mar por medio. El 18 de Julio desembarca Barbarroja al frente de 20.000 hombres, incluyendo 4.000 jenízaros. Sus tropas de elite. Pocos días después se les une el gobernador Ulamen con 30.000 hombres. Con semejante ejercito a sus órdenes, y consciente de ser uno de los mejores militares de su tiempo, Barbarroja les ofrece una capitulación honrosa, que, para su sorpresa, es tajantemente rechazada por Sarmiento. A partir de entonces comienza el trabajo de los zapadores, montando rampas para la artillería y cavando fosos. No será tarea fácil. Por el lado español, al llegar la noche, se producen las encamisadas en las que causan numerosas bajas. En una de ellas dirigida por el corajudo Machín de Munguía, destrozan a los jenízaros llevándose por delante incluso a Agi, capitán y amigo personal de Barbarroja.

En el que tuvo lugar el día de Santiago Apóstol, le costó a Barbarroja la friolera cifra de 6.000 soldados por apenas 50 españoles

El tiempo, sin embargo, corre en contra del valiente tercio de Castelnuovo. El 23 de julio, las rampas están terminadas y se instalan 44 cañones de grueso calibre. Con ellos y con el apoyo de los cañones de la flota se desata el infierno sobre la fortaleza. A partir del día 24, con parte de la muralla ya abatida se producen los asaltos que serán rechazados uno tras otro. En el que tuvo lugar el día de Santiago Apóstol, le costó a Barbarroja la friolera cifra de 6.000 soldados por apenas 50 españoles. 600 de ellos incluso se lanzaron al contrataque contra el campamento turco realizando una nueva escabechina, hasta el punto que la guardia personal de Barbarroja obligó a éste a guarecerse en su nave temiendo por su vida.

El último asalto

Aquellas increíbles muestras de coraje no ocultaban, sin embargo, la cruda realidad. La parte central de las murallas de la ciudad estaban ya reducidas a escombros y los hombres de Sarmiento se tienen que hacer fuertes en el castillo de la ciudad alta, edificación que sufre ahora el bombardeo anteriormente destinado a las murallas y nuevos asaltos. Después de ofrecer una feroz resistencia, algunos de los mejores hombres de Sarmiento son capturados, mientras que el resto se atrinchera en la parte baja de la ciudad. El 7 de agosto se produce el último asalto. Desde una torre le envían una soga a Sarmiento para que trepe por ella y escape. El burgalés, replicó: «nunca quiera Dios que yo me salve y que mis capitanes mueran». Así dirigiendo a los últimos seiscientos supervivientes del tercio vendió cara su vida el maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel. A Munguía, que fue capturado con vida, dado su extraordinario valor, Barbarroja le ofreció trabajar para él. Prefirió seguir siendo leal a su Rey y fue ejecutado allí mismo. Solo sobrevivieron 100 cristianos que fueron capturados y enviados a Constantinopla, aunque años después 25 consiguieron escapar en una barcaza y llegar a la Sicilia española en otra aventura épica.

Cerca de 20.000 bajas otomanas

Castelnuovo fue finalmente recuperado por los turcos, pero se estima que entre 20.000 a 24.000 hombres de su imponente ejército perdieron la vida. Posiblemente Barbarroja pensase como Pirro, el Rey de Epiro, «otra victoria como esta y me vuelvo solo a casa».

El mediterráneo siguió siendo turco hasta la batalla de Lepanto y la gesta de Castelnuovo fue muy alabada en su momento. Coplas, poesías y cantares recorrieron entonces Europa para caer luego en el olvido. Sarmiento, quien hubiese merecido estatuas, películas y homenajes apenas tiene una plaza y una calle en Burgos. Ingratitudes patrias.

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