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Juana y Ricardo I se reúnen con Felipe Augusto II de Francia

Juana y Ricardo I se reúnen con Felipe Augusto II de Francia

Picotazos de historia

La tranquila vida de la hermana de Ricardo Corazón de León

Al Rey Tancredo le llegó un mensaje que decía: «Suelta a mi hermana, devuelve sus propiedades, joyas y dote o prepárate. Firmado: Ricardo Corazón de León»

Juana de Inglaterra o de Plantagenet (1165 – 1199) fue la séptima hija de la pareja formada por Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania (Peter O´Toole y Katherine Hepburn, respectivamente, en la película El león en invierno). Cuando tenía once años, llegó a la corte de sus padres un mensajero portando una propuesta matrimonial de Guillermo II de Sicilia. Los padres de Juana aceptaron el compromiso encantados y reunieron el dinero para el ajuar y el viaje, además de la dote adecuada. El viaje fue aventurero y venturoso para Juana, ya que contó con emociones como tormentas y agasajos por parte de los poderosos de su tiempo hasta arribar a Palermo, donde (13 de febrero de 1177) contrajo matrimonio con Guillermo y fue coronada Reina de Sicilia.

Doce años duró el matrimonio, que se puede considerar como afortunado y feliz (dentro de los baremos de la época). Como no tuvieron hijos que sobrevivieran a la infancia, Guillermo, nombró heredera suya a su tía Constanza, casada con Enrique IV de Alemania (hijo del Emperador Federico Barbarroja y futuro Emperador Enrique VI). Esto le sentó como un tiro a su primo hermano Tancredo de Lecce, quien a pesar de sus orígenes ilegítimos estaba lleno de ambiciones. Tancredo se movió con rapidez, consiguió la corona, confiscó las propiedades que Guillermo II había dejado a su esposa, robó las joyas y dineros de Juana y la encerró en el castillo de Zisa.

Apenas habían pasado un par de meses cuando al Rey Tancredo (era tan bajito que le llamaban el Rey mono) le llegó un mensaje de uno de los hermanos de Juana. El mensaje, básicamente, era: «Suelta a mi hermana, devuelve sus propiedades, joyas y dote o prepárate. Firmado: Ricardo Corazón de León». Lo aterrador del asunto era que Ricardo estaba en Italia al mando de un ejercito, camino de Tierra Santa. A un escupitajo de distancia.

Ricardo, y solo para dejar las cosas claras, asaltó y saqueó la ciudad siciliana de Messina. Tancredo, viendo que la cosa iba muy en serio, se apresuró a entregar a la ex reina, junto con todas sus pertenencias, dote y garantizar el puntual cobro de las rentas de sus propiedades (¡Faltaría más!).

Durante la Tercera Cruzada Juana fue un peón más en la política de su hermano, llegando a ser ofrecida su mano al Rey Felipe II de Francia y al propio Saladino

Arreglado el incidente, Ricardo encargó a su hermana Juana la custodia de su prometida Berengaria de Navarra y embarcaron rumbo a Tierra Santa. Una gran tormenta dispersó la flota y la nave de Juana y Berengaria embarrancó en las costas de Chipre. Asaltada la nave por las tropas de Isaac Comneno, señor del lugar, consiguieron evitar ser apresadas pero se perdió la parte del tesoro de Ricardo que llevaban. Afortunadamente, a los pocos días, llegó Ricardo que volvió a poner las cosas en su sitio y, en poco tiempo, contraía matrimonio con Berengaria en al capital de Chipre, Limasol. Isaac Comneno no pudo asistir ya que estaba alojado en los calabozos de su, hasta hace pocos días, propio palacio. Corría el año de 1191.

Durante la Tercera Cruzada Juana fue un peón más en la política de su hermano, llegando a ser ofrecida su mano al Rey Felipe II de Francia y al propio Saladino. Acabaría contrayendo matrimonio –en el año 1196– con el conde Raymond VI de Tolosa, quien ya estaba involucrado con los problemas creados por unas gentes que serían conocidas como albigenses o cátaros. Juana, que le dio un hijo y una hija, defendió la posición de su marido de manera firme. En el año de 1199, estando embarazada, tomó el mando de las fuerzas de ausente esposo y puso sitio a la ciudad enemiga de Saint Felix. Al fracasar buscó amparo en el convento de Fontevrault, donde tomó el hábito –una verdadera rareza ya que su marido seguía vivo y ella se encontraba embarazada y con hijos–. Desdichadamente, ni el niño ni la madre superaron el parto. Juana de Plantagenet falleció de fiebres puerperales el 4 de septiembre de 1199.

Les he traído esta breve biografía para que vean ustedes que la vida de las mujeres en Europa podía ser más entretenida y emocionante de lo que nos quieren hacer creer. Entonces, como ahora, «había de tó».

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