El día en que las mujeres españolas ejercieron su derecho al voto
En la valoración de 1933 se aprobaba el artículo 36 de la Constitución, en el cual se reconocía el derecho de las mujeres al voto, quedando ratificado el 1 de diciembre por 131 votos a favor y 127 en contra
Este 19 de noviembre se cumplen 90 años del voto femenino. Aquel día, por primera vez en la historia de España, la mujer ejercía su derecho a votar. Aunque fue un gran triunfo, el camino no fue fácil. Y no solo dentro de sectores sociales más conservadores; las propias mujeres estaban en contra del voto femenino. Y entre ellas, destacadas personalidades de la vida política y social española.
Ejercer el derecho al voto quedó aprobado en el Congreso de los Diputados el 1 de octubre de 1931, por 161 votos frente a 121. En aquella valoración se aprobaba el artículo 36 de la Constitución, en el cual se reconocía el derecho de las mujeres al voto, quedando ratificado el 1 de diciembre por 131 votos a favor y 127 en contra. De la votación se ausentaron el 45 % de los diputados y diputadas.
¿A partir de los 45 o 23 años?
Durante aquellas votaciones se oyeron expresiones a favor y en contra. Novoa Santos consideraba que la decisión debía alargarse indefinidamente «porque las mujeres son histéricas por naturaleza». Victoria Kent Siano estaba a favor del voto, pero solo «hasta que transcurrieran unos años y la mujer vea los frutos de la República y la educación». Álvarez Buyito Rico proponía que no se hiciera «hasta que las mujeres dejaran de ser retrógradas».
Otros proponían sacar el artículo 36 de la Constitución. La única que estaba a favor era Clara Campoamor. En contra, las otras dos diputadas: Victoria Kent, del Partido Radical Socialista, y Margarita Nelken, del PSOE. Campoamor afirmó: «Precisamente porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error político apartar a la mujer del derecho del voto».
En un primer momento, el artículo 36 redactaba que las mujeres ejercieran el voto a partir de los 45 años, ya que antes eran «deficientes en voluntad y en inteligencia». A partir de esa edad «la menopausia aplacaría su histerismo pasional». Finalmente, todo esto quedó en el borrador y la mujer pudo votar a partir de los 23 años.
Derecha contra izquierda
Margarita Nelken Mansberger era de madre francesa y padre judío. Para poderse presentar a las elecciones de 1931 tuvo que certificar que era ciudadana española. Entró en el Congreso con poco más de 30 años. Su «feminismo» preocupaba en su partido, el PSOE. Muchos de sus intereses políticos fueron menospreciados por sus compañeros, incluido Manuel Azaña. Nelken es la única mujer, durante la II República, que obtuvo votos en 1931, 1933 y 1936. Durante la Guerra Civil combatió en los frentes de Extremadura y Toledo. Acabo afiliándose al Partido Comunista de España. Irritó constantemente a sus compañeros socialistas, los cuales recurrían a ataques racistas para calmarla.
Durante el debate se oyeron muchas frases contrarias a las mujeres, no al voto
A pesar de ese menosprecio por parte de sus compañeros, Nelken era contraria al voto femenino. Quien pretendió el voto a partir de los 45 años fue Hilario Ayuso, del Partido Republicano Federal. El Partido Republicano Radical se negaba rotundamente, al considerar que el voto de la mujer era un peligro para la República. Como hemos dicho, durante el debate se oyeron muchas frases contrarias a las mujeres, no al voto. Desde el histerismo al menosprecio. Menos contrario parecía Eduardo Barriobero, del Partido Republicano Democrático Federal. Sin embargo, pidió excluir del derecho el sufragio universal a las 33.000 monjas que había en España.
Victoria Kent, la primera abogada colegiada en Madrid (1925), comentó que «es necesario que las mujeres que sentimos el fervor democrático, liberal y republicano pidamos que se aplace el voto de a mujer». Kent sostenía que las mujeres españolas carecían de la suficiente preparación social y política para poder votar con responsabilidad.
El motivo es que estaban demasiado influenciadas por la Iglesia. Con lo cual, si se les permitía votar no lo harían a los de izquierda, sino a la derecha o a los partidos conservadores, influenciadas por los sacerdotes. De todo ello se desprendía la idea de que los hombres estaban preparados para votar al haber nacido hombres y las mujeres no por todo lo que hemos dicho.
En contra de todas estas opiniones, y podemos decir que en soledad, estaba Clara Campoamor, quien se preguntaba: «¿De qué se acusa a la mujer? ¿De ignorancia? Si se trata de analfabetismo, las estadísticas afirman que, desde 1886 a 1910, el número de analfabetos entre las mujeres ha disminuido en 48.000, mientras que en los hombres en menos proporción. La curva ha seguido así hasta hoy, un momento en que la mujer es menos analfabeta que el hombre… La mujer fue eliminada de los derechos políticos porque las leyes habían sido detentadas por el hombre. No olvidéis que no sois hijos solo de un varón».
No solo Clara Campoamor defendió el derecho de las mujeres al sufragio universal. Muchos hombres dieron la cara por él. Algunos lo justificaron porque «la única manera de arrancar a la mujer de las garras del confesionario es concederle el voto». O que las mujeres sabrían «separar sus sentimientos religiosos del ejercicio de sus deberes ciudadanos». Y «que el voto de la mujer no solo no perjudicará, sino que representaría un extraordinario refuerzo para la política». O que «para que la mujer se vea comprometida con este nuevo régimen, es preciso concederle este derecho».
Aquel 19 de noviembre acudieron a votar 6.800.000 mujeres
Volviendo a Victoria Kent, en diciembre de 1931, presentó una disposición transitoria pidiendo que las mujeres no depositaran sus papeletas en unas elecciones generales hasta haberlo hecho dos veces en las municipales. La propuesta fue rechazada. Votaron a favor de la disposición transitoria los miembros del Partido Radical Socialista, los parlamentarios de la Agrupación al Servicio de la República, miembros de la Izquierda Republicana radical y Margarita Nelken.
Al aprobarse definitivamente el 9 de diciembre de 1931, Wenceslao Fernández Flórez dijo que «para orgullo de la superioridad masculina, estamos seguros de que ellas nunca podrán superar nuestros absurdos». Con anterioridad al 19 de noviembre, las mujeres pudieron votar en las elecciones autonómicas vascas, el 5 de noviembre. Aquel 19 de noviembre acudieron a votar 6.800.000 mujeres. Clara Campoamor perdió su escaño en 1933, al igual que Victoria Kent. La primera por haber votado a favor del aborto y la segunda, según algunos, porque perdió su popularidad.