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La masacre de Glencoe, pintura de James Hamilton

La masacre de Glencoe, pintura de James Hamilton

Picotazos de historia

La masacre de Glencoe, la tragedia que inspiró la Boda Roja de 'Juego de Tronos'

La llamada matanza o masacre de Glencoe escandalizó, y lo sigue haciendo, por el hecho de que los ejecutores habían estado conviviendo, incluso de manera íntima, con sus victimas

En 1689 se produjo en Escocia el llamado «Levantamiento Jacobita» en favor del depuesto monarca Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia. En el año 1690, tras una dura represión que supuso unos gastos extraordinarios al gobierno inglés, además del consumo de unos recursos militares necesarios en el continente, la sublevación en Escocia quedó yugulada.

El 12 de julio de 1691 tuvo lugar en Irlanda la llamada batalla de Aughrim, cuyo resultado supuso el punto final a las esperanzas de Jacobo II de reinar sobre Irlanda y supuso el fin de cualquier posibilidad de una restauración de la casa de los Estuardo en los tronos perdidos. En Inglaterra, Escocia e Irlanda reinaba Guillermo III de la casa de Orange. Estatúder –magistrado supremo o jefe de la antigua república de los Países Bajos– casado con María, hija del Rey Estuardo Jacobo II, con quien reinaría conjuntamente y, después, ella en solitario.

El perdón a todo partidario de los Estuardo

Como he contado, terminadas las esperanzas de los jacobitas, el gobierno escoces de Guillermo y la Reina María emitió una Real Proclamación –26 de agosto de 1691– por el que se ofrecía el perdón a todo partidario de los Estuardo que prestara juramento de lealtad al gobierno de Inglaterra y Escocia, antes del 1 de enero de 1691.

Entre los clanes más revoltosos de las tierras altas, en la parte este de Escocia, destacan los McGregor, los Keppoch McDonald y los McDonald de Glencoe. Los jefes de estos clanes, visto que no había esperanza a medio plazo para la causa de los Estuardo, solicitaron permiso al pretendiente de esta dinastía para prestar juramento y así proteger a su gente. Sin embargo, la respuesta fue retenida intencionadamente por los representantes de la causa de los Estuardo en Edinburgo y no les llegó a los jefes de clan hasta el día 28 de diciembre.

Tras la masacre de Glencoe, Peter Graham

Tras la masacre de Glencoe, Peter Graham

Alislair MacLain, jefe del clan McDonald de Glencoe, a pesar de su edad, desafió la nieve y la cellisca tratando de cumplir con el plazo para solicitar el perdón. Aunque realizó el juramento fuera de plazo se le dio garantías por escrito de la validez y apropiado del mismo, garantías que no valían nada ya que mucho antes el Secretario de Estado de Escocia había decidido que debía de darse un ejemplo con los McDonald de Glencoe. La traición y matanza posterior sigue escandalizando y asqueando a los escoceses. Y no es que sean muy delicados, al contrario, la historia de Escocia esta sembrada de traición, matanzas y asesinatos pero jamás en un grado tal.

acsímil de las órdenes que Duncanson entregó a Robert Campbell

acsímil de las órdenes que Duncanson entregó a Robert Campbell

A finales de enero de 1692, dos compañías del regimiento de Argyll bajo el mando de sir Robert Campbell de Glenlyon se instalaron en Glencoe, repartiéndose el alojamiento de la tropa entre las diferentes viviendas y familias del valle. Robert Campbell era un noble empobrecido y alcoholizado con agravios contra los Keppoch y los McDonald de Glencoe. Su ruina definitiva se había debido a una algarada de estos dos últimos clanes en sus tierras que habían saqueado y robado cuanto pudieron.

Este tipo de actuaciones era el pan nuestro de cada día entre clanes vecinos. Mientras la fuerza de Campbell se distribuía e instalaba entre los McDonald, una fuerza de 400 soldados bajo el mando del comandante Duncanson bloqueaba las salidas del valle. El 12 de febrero Glenlyon recibió una orden escrita del comandante Duncanson: «Se le ordena, por la presente, caer sobre los rebeldes McDonald de Glencoe y pasar por la espada a todos los menores de setenta años…» La orden señalaba que se debía proceder a la matanza a las cinco de la mañana de esa madrugada, aprovechando el sueño de los habitantes del valle.

Para entonces los soldados llevaban más de dos semanas conviviendo con los habitantes del valle. Compartiendo techo, el calor del hogar, alimento y ropas de abrigo. Jugando con sus hijos, cortejando a sus hijas y ayudando al cuidados de los mayores. Ahora tenían que asesinarles mientras dormían.

Dos oficiales de las compañías alojadas en Glencoe, indignados y asqueados por la orden rompieron su espada y se negaron a cumplir con la orden, renunciando al mando

Al conocer las ordenes y la obligación de mantener el secreto muchos soldados dieron a entender a las familias con las que convivían lo que iba a suceder, animándoles a huir. Dos oficiales de las compañías alojadas en Glencoe, indignados y asqueados por la orden rompieron su espada y se negaron a cumplir con la orden, renunciando al mando. Gracias a estos comportamientos individuales unas ciento cincuenta personas pudieron escapar. Esa noche fueron asesinados 38 McDonald, incluyendo al anciano MacLain y a sus hijos. El total de los muertos aumentó con el paso de los días pues muchos apenas pudieron huir con lo puesto y los rigores del invierno fueron demasiado para ellos.

De convivir con ellos a asesinarlos

La llamada Matanza o Masacre de Glencoe escandalizó, y lo sigue haciendo, por el hecho de que los ejecutores –de ancianos, niños, hombres y mujeres indefensos– habían estado conviviendo, incluso de manera íntima, con sus victimas. Fue un asesinato ordenado y ejecutado de manera fría e indiscriminada por el propio Rey Guillermo III pero ya que no podía sumir la responsabilidad de una actuación tan inmoral como criminal fue asumida por el Secretario de Estado de Escocia, lo que le valió ser recompensado con el título de conde de Stair. Popularmente se culparía al odio tradicional que existía entre los Campbell de Argyll y los McDonald.

Al día de hoy, si viajan ustedes por el norte del condado de Argyll y llegan al valle de Glencoe encontrarán, a unos tres kilómetros al sureste de la moderna población de Glencoe, una posada con el nombre de Clachaig Inn. Data del siglo XVI y es famosa por una señal que puede leerse en la puerta de entrada. Deja muy claro que en ese establecimiento no son bienvenidos ni los vendedores ambulantes ni los Campbells.

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