Picotazos de historia
El origen español de la escultura del 'Moro con el racimo de esmeraldas', una obra maestra de la orfebrería
El moro, llamado así por sus rasgos negroides, en realidad representa a un cacique indio, reconocible por los adornos y el tocado que porta
Entre los maravillosos fondos que se custodian en la Bóveda Verde de Dresde –sección del palacio real de los antiguos electores de Sajonia que alberga los tesoros ( joyas, piezas de prestigio y documentos) de la casa de Wettin, linaje de los soberanos de Sajonia– hay una pieza esplendorosa. Es una obra maestra de la orfebrería con nombre propio: el moro con el racimo de esmeraldas.
Los 'racimos' de esmeraldas
La historia de esta pieza se inicia a principios de la década de 1570 en la actual provincia de Occidente del departamento de Boyacá, en Colombia. Años antes, en 1560, el conquistador Luis Lanchero había derrotado y sojuzgado a los indios Muzos, en cuyas tierras se encontraban las más ricas minas de esmeraldas. Es en una de estas grandes minas que encontraron dos matrices de limonita en las que aparecían incrustadas una cantidad de esmeraldas.
Este fenómeno se conoce como «racimo» y en el siglo XVI era una absoluta rareza. Las dos matrices fueron enviadas al poderoso monarca don Felipe II.
En la Corte española se estaban criando los hijos de María de Austria, hermana de Felipe II, y Maximiliano II de Austria, hijo del Emperador Fernando que era a su vez hermano de Carlos V. Uno de estos niños será el futuro Emperador Rodolfo II, quien desde muy pequeño mostró una insaciable curiosidad. En 1571 Rodolfo y su hermano Ernesto regresaron a Viena y en el equipaje de Rodolfo debieron viajar las dos matrices que habían regalado a Felipe II.
De España a Alemania
En 1581, siendo ya Emperador, Rodolfo agasajó al elector de Sajonia Augusto I cuando este visitó la corte imperial de Praga y le regaló uno de los «racimos, el otro se encuentra actualmente en el Museo de Historia Natural de Viena. Augusto llevó el «racimo» a Dresde donde lo depositó en la Cámara de Arte (antecesora de la Bóveda Verde y de la colección estatal). Augusto decretó que «para eterna memoria» el racimo permaneciera, por siempre, como bien inalienable de la Casa de Wettin. Un detalle que lo hacía tan importante, aparte de la pieza y la mano que lo obsequió, es que el verde es el color nacional de Sajonia.
En 1720 se disolvió la antigua Cámara de Arte y se crearon las nuevas instalaciones en la actual Bóveda Verde por orden del elector de Sajonia y rey de Polonia Augusto II el Fuerte. La matriz fue entregada al maestro orfebre Johann Melchior Dinglinger (1664-1731) quien tendría como colaborador al escultor Balthasar Permoser (1651 – 1732).
El resultado es una maravillosa obra de orfebrería conocida como «el moro con esmeraldas». Esta es una escultura tallada sobre madera de peral, lacada en color marrón y engastada con: esmeraldas, zafiros, rubíes, topacios, granates, etc. La figura, que mide 63,8 centímetros de alto, porta sobre una bandeja de carey la matriz de limonita cuajada de esmeraldas.
El moro, llamado así por sus rasgos negroides, en realidad representa a un cacique indio, reconocible por los adornos y el tocado que porta. Tanto los adornos que lleva la figura como los tatuajes, delicadamente representados sobre el lacado del cuerpo de la figura, fueron sacados de los grabados impresos por Theodore de Bry (1528 – 1598) para ilustrar la obra Historia Americae. El modelo para el tocado se piensa, erróneamente según unos cuantos autores, que se inspiro en el penacho de Moctezuma que actualmente pueden contemplar en el Museo de Etnología de Viena.
La asombrosa creación empezó a ser apreciada y admirada a partir del siglo XIX, siendo valorada como una obra maestra de la orfebrería del siglo XVIII. Anteriormente toda la atención se la llevaba el racimo, debido a la rareza del mismo y quedando la figura, que pretendía representar la alegoría de América ofreciendo sus riquezas, como un pedestal, un tenante. Una base más o menos elegante y artística que realzaba la rareza geológica.
Si tienen oportunidad de visitar al ciudad de Drede, no dejen de ir a la Bóveda Verde donde podrán admirar esta obra de arte.