Carlos V, de conde a emperador
Carlos V fue retratado junto a sus dos primeras hermanas por un artista flamenco para que su madre Juana I de Castilla pudiera llevar sus retratos con ella a los viajes que realizaba
Antes que emperador del Sacro Imperio fue rey de España, conde de Flandes, y archiduque… El joven Carlos estaba predestinado a crear un imperio mayor del que heredó y dejar un legado a su hijo Felipe II que le permitió crear un imperio español donde «nunca se ponía el sol». Carlos nació un 24 de febrero de 1500 en Gante, Países Bajos, como segundo hijo de la archiduquesa Juana I de Castilla, hija de los Reyes Católicos, que estaba esposada con Felipe el Hermoso, duque de Borgoña, hijo del emperador Maximiliano I de Habsburgo.
El verano de 1496 los Reyes Católicos ordenaron formar una enorme flota que tuvo como misión trasladas desde Laredo hasta los Países Bajos a su tercera hija, de solo 16 años. Con el objetivo de fortalecer el poder de la Monarquía Hispánica frente a sus enemigos, Juana debía contraer matrimonio con Felipe el Hermoso, archiduque de Austria, y señor de esas tierras. Sin embargo, los primeros meses en Holanda no fueron sencillos, porque el archiduque no fue a recogerla cuando desembarcó, además la infanta enfermó en Amberes y no fue hasta un mes después de su llegada, en la ciudad de Lille, donde vio por primera vez a su futuro esposo. Fue allí donde surgió una «pasión y furia erótica.
No son capaces de esperar a las fechas concertadas para los esponsales, y deciden celebrarlos sobre la marcha», explica Manuel Fernández Álvarez en Carlos V, el César y el Hombre. El matrimonio se instaló en Gante y en 1498 nació Leonor, a la que siguió dos años después el infante Carlos. A los diez días se celebró su bautizo en la catedral de Saint Bavon, y antes de que cumpliese un año su padre lo nombró duque de Luxemburgo y caballero de la Orden del Toisón de Oro.
Infancia de ausencias, pero feliz
Con los años, la familia fue creciendo, a Leonor y Carlos se sumaron sus hermanas Isabel, María, Catalina, y también otro varón, Fernando. Pero sus padres estuvieron demasiado tiempo fuera de casa. En 1501 ambos viajaron a España para recoger el nombramiento como príncipes de Asturias, es decir, de sucesores a la corona española. Sus hijos se quedaron en la corte de Flandes durante casi dos años, hasta principios de 1503 cuando regresó Juana, su marido lo había hecho unas semanas antes. Juana y Felipe realizaron un nuevo viaje en 1504, del que ninguno volvería. Carlos y sus hermanos vivieron una primera infancia con sus padres ausentes. En septiembre de 1506, Felipe el Hermoso murió y Juana, aunque había heredado el trono español como Juana I de Castilla, en la práctica no pudo ejercer porque fue encerrada «por loca» en Tordesillas a partir de 1509, donde permaneció hasta su muerte en 1555. Carlos y el resto de los hermanos quedaron huérfanos de padre y, en parte, de madre. Desde
entonces, su tía Margarita de Austria cuidó a los seis hermanos desde la corte de Malinas, una urbe tranquila, entre Bruselas y Amberes. Allí el heredero tuvo una infancia y juventud feliz, forjó una gran amistad con sus hermanas Leonor, María e Isabel, y vivió los ambientes típicos de la cultura palaciega borgoñona. Aprendió francés y algo de flamenco. Su tía ejerció como Regente y en 1511, el joven Carlos fue nombrado conde de Flandes. Su formación se trabajó desde pequeño, con maestros como Luis de Vaca, que le enseñó las primeras letras. A su lado también estuvo Adriano de Utrecht, un clérigo con fama de santidad, y Guillermo de Croy, señor de Chièvres, como primer chambelán y encargado de adentrarle en sus deberes como gobernante.
El «conde niño» tuvo su primera actuación política en 1515, cuando realizó su primer discurso frente a los Estados Generales: «yo os agradezco el honor que me otorgáis. Sed buenos y leales súbditos y yo seré para vosotros un buen príncipe». Este procedimiento por el que Carlos se convertió en soberano de los Países Bajos se debía cumplir a la mayoría de edad de 16 años, pero se adelantó gracias a Guillermo de Croy para asegurar la sucesión de Carlos. Los próximos años serían difíciles porque tuvo que estabilizar los territorios que heredó por parte de su madre y de su padre, sin embargo, como le dijo el canciller Gattinara «Dios os ha puesto en el camino de una monarquía universal», que empezó en Gante, continuó en Toledo y el resto de la Monarquía Hispánica y perduró con su proclamación como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.