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Detalle de abejas de oro de Childerico I

Detalle de abejas de oro de Childerico I

Picotazos de historia

Cuando Napoleón encontró su emblema personal en el colosal tesoro funerario de un rey franco

Napoleón hizo que el día de su coronación su manto imperial estuviera adornado con las abejas de Childerico

El 27 de mayo de 1653 un trabajador que participaba en la demolición de una casa junto al cementerio de la iglesia de Saint Brice en Tournai (región de Hainaut, Bélgica) hizo un descubrimiento espectacular. Encontró una bóveda enterrada en cuyo interior se hallaron numerosos objetos preciosos. Encontraron una espada enjoyada, una cabeza de toro de oro, solidi (monedas) de oro acuñadas con la efigie del emperador Zenón (425 – 474 d. C.), etc. Una sortija permitió identificar al propietario de la tumba: Childerici Regi (del rey Childelrico). Entre las piezas encontradas destacaban unas trescientas abejas o cigarras de oro y granate, con un cierre que les permitía fijarlas en el manto del rey Childerico.

El tesoro fue trasladado a Bruselas y allí Jean Jacques Chifflet, médico del gobernador archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, publicó un tratado dando noticia del hallazgo, junto con una completa descripción de cada una de las piezas además de detallados grabados mostrando las mismas. Chifflet postulaba que las abejas o cigarras eran los antiguos y más primitivos emblemas de la monarquía francesa. Estos se fijarían al manto real que estaría teñido de azul (el tinte más caro, más aún que el púrpura de Tiro, ya que se utilizaba el lapislázuli para su composición. Por ello la figura de la Virgen María siempre es representada con un manto de ese color) y que futuras representaciones –erróneas o de mala calidad– transformarían con el tiempo en las flores de lis.

Dibujo detallado de las abejas/moscas de oro descubiertas en la tumba de Childerico I

Dibujo detallado de las abejas/moscas de oro descubiertas en la tumba de Childerico I

El tesoro sería trasladado a Viena en 1653. Allí se llevó a cabo un nuevo inventario del mismo con una valoración y estudio más exhaustivo de las piezas. Como muestra de buena voluntad, el Emperador Leopoldo I lo regalaría al rey de Francia Luis XIV. El regalo no debió impresionar demasiado al rey-sol, quien dio orden de que se depositara en la Biblioteca Real, en el Gabinete de Medallas y Antigüedades. Sabemos que en el año 1717 el zar Pedro I de todas las Rusias admiró las piezas del tesoro en el dicho gabinete

Napoleón Bonaparte, buscando elementos para personalizar su propia dinastía, separándola todo lo posible de los Borbones pero resaltando la vinculación francesa, se fijó en los adornos o broche del manto de Childerico y los adoptó como emblema personal. Napoleón hizo que el día de su coronación su manto imperial estuviera adornado con las abejas de Childerico. Así asumía un símbolo de la monarquía franca anterior a todos los linajes derivados de los Capeto (Valois, Artois, Orleans, Bourbon, etc.)

La noche del 5 al 6 de noviembre de 1831 un grupo de individuos llevó a cabo un audaz robo en el gabinete de antigüedades. Se calculó en unos 80 kilogramos de peso el total de las piezas de oro expoliadas. Los ladrones, intentando no ser detectados, fundieron las piezas en lingotes y las pocas que no fueron así destruidas fueron arrojadas al río Sena. Identificados y detenidos, tras una sesión de interrogatorio decidieron confesar los hechos e indicaron el lugar donde se habían desecho de las pocas piezas que no fundieron. De las trescientas fastuosas abejas de oro y granate del manto real del rey Childerico apenas se recuperaron dos.

Hoy solo tenemos esos magros ejemplos de la tumba de un rey, los grabados que se hicieron en el siglo XVII y XVIII y las réplicas de las piezas que encargaron los Habsburgo. Todo lo demás desapareció. Todo fue tragado por la codicia y la ignorancia.

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