Picotazos de historia
Un infame crimen de la Segunda Guerra Mundial: el campo de concentración para niños polacos
En 1941, y con el nombre de Centro de Protección Juvenil, se dio orden de crear en el interior del gueto de Litzmannstadt un área destinada a albergar a niños entre 12 y 16 años de edad
La ciudad de Lodz es la cuarta en importancia en la república polaca de hoy en día. Durante la Segunda Guerra Mundial esta ciudad tuvo la poco honorable distinción de contar con un campo de concentración muy especial. Pero primero hay que dar algunas explicaciones previas.
Situada a unos 120 kilómetros al oeste de Varsovia, la ciudad de Lodz surgió en el siglo XIV pero no sería hasta el siglo XIX, con la industrialización de la zona, que adquiriría importancia al tiempo que sería ejemplo de multiculturalismo (y multinacionalismo), al acoger a diversos grupos étnicos y religiosos atraídos por la posibilidad de conseguir trabajo en las industrias textiles de Lodz. Así, en poco tiempo, la población estuvo compuesta por una abigarrada muchedumbre de: polacos, prusianos, estonios, rusos, ucranianos, judíos, ortodoxos, cristianos, etc.
En 1939 las tropas de la Wehrmacht capturaron la ciudad mientras avanzaban en dirección a Varsovia y las autoridades alemanas decidieron cambiar su nombre por el de Litzmannstadt en honor a un general alemán. En 1940 esas mismas autoridades establecieron un gueto en la ciudad para congregar en su interior a los judíos y a los gitanos. Este gueto sería el segundo en tamaño e importancia de Polonia, solo por detrás del gueto de Varsovia, pero de vital importancia para los alemanes por su alta capacidad de producción de bienes de guerra y de suministros para las tropas.
En 1941, y con el nombre de Centro de Protección Juvenil, se dio orden de crear en el interior del gueto un área destinada a albergar a niños entre 12 y 16 años de edad. Se trataban de –siempre bajo la particular óptica de las autoridades alemanas– delincuentes, asociales, desplazados y huérfanos polacos, no judíos. A estos últimos directamente los enviaban al gueto de la ciudad.
En 1944 el gueto tuvo que entregar los niños que contenía, unos veinte mil, los cuales fueron enviados a los campos de exterminio. Pero volvamos al Centro de Protección de Lodz. El centro estaba diseñado para acoger a unos dos mil internos. En 1943 llegó a tener más de ocho mil. Se calcula en algo más de veinte mil los niños que pasaron por sus instalaciones y la edad de ingreso bajó hasta los dos años. Estos niños tenían unas jornadas de trabajo de entre diez y doce horas diarias. Reparaban correajes y calzado de las tropas, fabricaban bolsas para cartuchos y cajas para transportar la munición entre otras muchas cosas.
Tenían las labores para el mantenimiento y funcionamiento del centro además del trabajo en una granja agrícola de proveía de alimentos al centro. Sin consideración alguna con la edad de los internos los castigos era brutales: flagelación, palizas, exposición desnudos en la nieve, duchas de agua helada, etc.
Se calcula en algo más de veinte mil los niños que pasaron por sus instalaciones y la edad de ingreso bajó hasta los dos años
En su peor momento se calcula que se llegó a alcanzar los 200 muertos mensuales, victimas de los malos tratos. Se me olvidó comentarles que la gestión y cuidado del centro se confió a la sección femenina de la Policía Criminal del Reich bajo supervisión de las SS. Los niños más pequeños y con características raciales consideradas más arias serían trasladados a Alemania y entregados a familias de pedigrí puro para su completa «germanización».
Los interno tenían una alimentación deficitaria que se sustentaba en una rebanada de pan seco con sucedáneo de café (sin azúcar), una sopa/guiso de patatas, nabos, sémola y centeno. A veces con algunas hebras de carne. Para cenar se servía lo mismo que en el desayuno. En el centro no se llevaron a cabo ejecuciones ni hubo cámaras de gas. No hacían falta.
Incluso el orinarse en la cama se consideraba una grave desobediencia y los niños aquejados por este problema eran alojados en un edificio especial donde recibían un tratamiento para corregir su mal comportamiento. Los internos de este lugar –conocido como bloque 8– tenían la tasa de mortalidad más alta de todo el centro.
Tras la guerra se llevó a juicio a varios supervisores y «educadores» que fueron debidamente condenados y ejecutados. El último juicio celebrado en relación con el infame KZ Kinder (siglas de campo de concentración de niños) de Lodz fue el de la «educadora» Genowefa Pohl en 1974. Fue condenada a veinticinco años de prisión.