La Primera Guerra Semínola o la invasión ilegal que acabó con la Florida Española
Las quejas de los esclavistas estadounidenses contra los semínolas –tribu india– dieron la excusa perfecta para culminar la invasión de Florida Oriental, todavía en manos españolas.
Florida es hoy uno de los estados más famosos de los que conforman los Estados Unidos de América. Tiene una indeleble marca española, empezando por su nombre, que celebra la llegada de Ponce de León en la Semana Santa (o Pascua Florida) de 1513. Fueron los primeros europeos en pisar suelo de lo que hoy son los Estados Unidos, y también en Florida fundaría unos años después la primera ciudad del país, San Agustín.
¿Pero cómo perdió España este territorio? Tenemos que avanzar tres siglos más tarde de la llegada de los primeros conquistadores, para encontrar a una España debilitada que lucha a la vez una guerra desesperada por expulsar a las huestes de Napoleón de la Península mientras enfrenta una creciente rebelión independentista en los virreinatos americanos. En este contexto, las autoridades españolas apenas tenían tiempo para recordar la lejana Florida, pero había quienes sí tenían muy claramente puestos sus ojos en ella: los recién nacidos Estados Unidos de América.
Así se perdió América
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Aparte de un puñado de pequeñas ciudades y simbólicos fuertes, casi todo seguía siendo jungla virgen poblada por tribus indias como los semínolas, a los que España respetaba y dejaba gran libertad a cambio de no atacar los asentamientos españoles y reconocerse nominalmente como súbditos del Rey Católico. Durante años, los españoles habían favorecido además la huida a Florida de esclavos fugitivos de las plantaciones de la vecina Georgia, a los que daban la libertad. Algunos de estos esclavos liberados se integraban en las milicias españolas y otros eran acogidos por las tribus semínolas. El mestizaje entre estos grupos dio lugar a los llamados «semínolas negros». Esta política causó la ira de los esclavistas estadounidenses, que pidieron insistentemente a Washington ocupar la Florida.
La idea estaba ya en los planes del gobierno estadounidense, que entre 1810 y 1815 había ocupado ya ilegalmente casi toda la llamada Florida Occidental (actualmente parte de Lusiana, Misispi y Alabama). Las quejas de los esclavistas contra los semínolas dieron la excusa perfecta para culminar la invasión de Florida Oriental, todavía en manos españolas.
La diminuta guarnición española del territorio, incapaz de controlar la situación, se limitaba a defender los fuertes de San Marcos, Pensacola y San Agustín
En la frontera se producían constantes escaramuzas entre los colonos estadounidenses y los semínolas, con incursiones mutuas de saqueo que causaron varios muertos en ambos bandos. La diminuta guarnición española del territorio, incapaz de controlar la situación, se limitaba a defender los fuertes de San Marcos, Pensacola y San Agustín.
En 1818, el famoso general Andrew Jackson recibió permiso del gobierno para invadir la Florida española y destruir todos los poblados indios, desatando la Primera Guerra Semínola. Sus órdenes eran «castigar a un enemigo salvaje que, aliado con grupos ilegales de bandidos negros, ha librado una guerra cruel y no provocada contra Estados Unidos» y el gobierno le otorgó poderes para librar la guerra «como considerase necesario».
Jackson, al frente 500 soldados y unos dos mil milicianos y aliados indios creek, entró en territorio español arrasando todos los asentamientos semínolas y, pese a no existir declaración de guerra, tomó el fuerte de San Marcos sin que los exiguos defensores españoles pudieran evitarlo. Los semínolas supervivientes huyeron a buscar la protección de los españoles de Pensacola, perseguidos por Jackson. El gobernador español, el marino José Mascot, se atrincheró en Fuerte Barrancas con sus hombres y alegó a Jackson que detuviese el ataque pues la mayoría de los indios eran mujeres y niños inofensivos, pero ello no detuvo a los estadounidenses. Tras varios días de cañoneo, incapaz de resistir un asedio, Mascot rindió el fuerte.
Enardecido por sus éxitos, Jackson escribió al gobierno en Washington diciendo que con un regimiento más de refuerzos podría tomar San Agustín y expulsar definitivamente a los españoles de Florida. Sin embargo, la invasión ilegal había abierto un conflicto diplomático por las quejas del embajador español, Luis de Onís. Por entonces, el presidente Monroe y su secretario de Estado, John Quincy Adams, estaban negociando con Onís la compra de la Florida y el gabinete temió que la incursión pudiese frustrar las negociaciones. Por eso, Monroe declaró que Jackson se había extralimitado en sus órdenes y ordenó devolver a España San Marcos y Pensacola.
EL gesto era simbólico, porque la demostración de fuerza había sido suficiente para que al año siguiente se firmase el Tratado Adams-Onís por el que España vendía toda la Florida a Estados Unidos. Ya sin la protección de España, los seminolas todavía libraron una segunda guerra contra los colonos estadounidenses entre 1835 y 1842, pero fueron derrotados y prácticamente exterminados.