Picotazos de historia
La disputa internacional entre Rusia y Polonia por la momia de un oficial zarista encontrado en Turquía
De repente el destino de los pobres restos del coronel Rjepetski, hasta entonces olvidados por todos, pasaron a ser motivo de fricción diplomática entre dos países
Al noreste de Turquía, haciendo frontera con Georgia y próxima a Armenia, se encuentra la provincia de Ardahan. Este territorio históricamente había pertenecido al sultanato otomano hasta que fue incorporado al Imperio ruso tras la guerra ruso turca de 1877-8. El nuevo territorio ruso pasó a denominarse Oblast de Kars. En 1921 (el 13 de octubre) se firmó entre Turquía y las Repúblicas Transcaucásicas de Armenia, Georgia y Azerbaiyán un tratado por el cual se establecían las fronteras entre la República de Turquía y las mencionadas repúblicas.
Por dicho tratado Turquía adquiría los territorios del Oblast de Kars. En el año 1992 la parte norte de la provincia turca de Kars fue deslindada para dar lugar a una nueva provincia llamada Ardahan y con capital en la ciudad homónima.
La momia de un barbudo oficial ruso
El 25 de abril de 2017, mientras se llevaban a cabo unas obras para los cimientos de un nuevo edificio oficial en el barrio de Karagol, en la ciudad de Ardahan, los obreros encontraron un objeto que paró en seco las obras. Habían encontrado un ataúd de madera adornado con cruces ortodoxas y con restos de haber estado tapizado en tela negra. Inmediatamente se dio aviso a la Consejería para la conservación del patrimonio histórico de la región de Kars –desde que descubrieron las ventajas del turismo cultural los turcos se han vuelto mucho más cuidadosos y protectores de su patrimonio histórico artístico. Cosa que está muy bien–.
Cuando se personaron los técnicos se procedió a la apertura del ataúd. Dentro se encontraron con los restos de un barbudo oficial ruso cuyo uniforme se encontraba magníficamente bien conservado. Los técnicos procedieron al cuidadoso desentierro y traslado al museo local y las obras pudieron reiniciarse.
La momia como les conté conservaba toda su barba y fue identificado como el cuerpo del teniente coronel Karl Karlovich Rjepetski, perteneciente a la 20ª división del 1er Cuerpo de Ejercito del Cáucaso. El teniente coronel había nacido en Tallin en 1847 y falleció el 12 de noviembre de 1894, a los 47 años de edad, a consecuencia de un tifus que se complicó. El teniente coronel dejó una hija, Helena, que se casaría con un noble polaco llamado Jan Tyminski con quien tuvo descendencia.
Conflicto diplomático
La noticia, debido a las espectaculares imágenes de la momia, dio la vuelta al mundo y apareció en todas las emisoras y en todos los periódicos. Lo que inmediatamente trajo complicaciones. Primero fue Rusia quien rompió el fuego: reclamó la entrega del cuerpo del oficial del Ejército Imperial ruso para proceder a un entierro digno y con honores militares. Entonces Polonia reaccionó y presentó al señor ministro de Cultura turco, Don Numan Kurtulmus, una petición similar a la rusa pero alegando el origen polaco del difunto y la existencia de descendientes suyos en Polonia.
Al enterarse de la petición polaca saltó el representante ruso en defensa de lo que creía que era justo: «En ese tiempo no existía Polonia...» por lo que solicitaba que su «compatriota fuera enterrado en el cementerio cristiano de la ciudad». De repente el destino de los pobres restos del coronel Rjepetski, hasta entonces olvidados por todos, pasaron a ser motivo de fricción diplomática entre dos países poniendo en un brete al Gobierno del presidente Erdogan.
Durante meses tanto Polonia como Rusia estuvieron pasando notas diplomáticas a Turquía y esta estuvo templando gaitas con ambos países mientras trataba de buscar una solución que no molestara a nadie. Por fin, harto de un asunto menor que se había complicado hasta transformarse en una molestia internacional, dio las órdenes oportunas.
El 28 de julio de 2018 una ambulancia con escolta militar recogió el ataúd con los restos que se encontraban exhibiéndose en una de las salas del museo y se procedió a su traslado a la zona rusa del cementerio local de Malakantar. Allí, delante de personal de la Embajada y el consulado ruso y polaco, se procedió al entierro del oficial zarista. Terminada la breve ceremonia se comunicó a los representantes diplomáticos que con el entierro se daba por concluido este asunto. Todos estuvieron de acuerdo.