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Stoa oriental del gimnasio de Olimpia

Stoa oriental del gimnasio de Olimpia

Olimpia, sede de los Juegos griegos: el origen físico, etimológico y conceptual de los Juegos modernos

La ceremonia inaugural comienza prendiendo una antorcha en el Monte Olimpo que viaja hasta París para presidir las competiciones deportivas. ¿Cuál es el verdadero origen griego de estos juegos y cómo han llegado a nuestros días?

Miles de telespectadores se han reunido en todo el mundo para ver un momento clave de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París: la llama olímpica se prende en Grecia en una ceremonia con mujeres ataviadas con togas, y viaja desde las ruinas de la ciudad de Olimpia hasta la capital francesa, portada orgullosamente por varios atletas, entre ellos el tenista español Rafael Nadal. Grecia y los Juegos Olímpicos están indiscutiblemente relacionados, pero ¿qué sabemos realmente de estas competiciones en la Antigua Grecia?

Los Juegos de Olimpia

Se considera que los primeros Juegos tuvieron lugar en el 776 a. C., siguiendo la tradición griega de mezclar competiciones deportivas con celebraciones religiosas. Homero ya describía la celebración de juegos, incluyendo fúnebres, en honor a los héroes en La Ilíada y La Odisea. Los juegos, que duraban una semana, se celebraban cada cuatro años en la ciudad de Olimpia, sede de un importante santuario, aunque también se llevaban a cabo competiciones en las vecinas Delfos, Corinto y Nemea. Se celebraban en honor a Zeus, y los corredores competían desnudos, recibiendo una rama de olivo como premio, en vez de medallas.

Filipeo de Olimpia

Filipeo de Olimpia

Durante los juegos se decretaba una tregua, para permitir a los atletas viajar a Olimpia en condiciones de seguridad, sin miedo a verse envueltos en los frecuentes conflictos entre las ciudades. Sólo los hombres libres podían competir, y las mujeres tenían vedado el acceso al recinto deportivo. La competición constaba, al menos, de seis pruebas: carreras a pie y en carros, lanzamiento de pesos y de jabalina, lucha cuerpo a cuerpo y salto de longitud. Los mejores atletas consiguieron fama y renombre por su participación, y entre los participantes más célebres encontramos a Alejandro Magno, que participó en las carreras de cuadrigas siendo adolescente.

Las trampas de Nerón

Los romanos adoptaron muchas costumbres de los griegos, y los Juegos de Olimpia no fueron una excepción. Eso sí, añadieron juegos de circo y teatro, y los celebraron con más frecuencia en honor de emperadores y triunfos militares. El emperador Nerón, gran entusiasta del mundo griego, participó en los Juegos, obligando a incluir un certamen de poesía y canto entre las pruebas. Suetonio cuenta que el emperador compensaba su falta de preparación física con descaradas trampas, sobornando a la competencia y agrediendo a los concursantes que rechazaran ser comprados. Su inquina fue tal que llegó a «derribar los bustos de los ganadores anteriores y arrojarlos a las cloacas».

La Palestra de Olimpia

La Palestra de Olimpia

En la carrera de cuadrigas, insistió en conducir un carro de diez caballos en lugar del reglamentario de solo cuatro, pero la trampa no fue suficiente: una caída en medio de la carrera sorprendió a los demás participantes, que tuvieron que frenar hasta que el emperador pudo retomar la carrera y hacerse con la medalla. Las victorias de Nerón, aunque fraudulentas, hicieron que se le concediera autonomía a toda Grecia y que varios de los jueces que le ayudaron a ser campeón olímpico obtuvieran la ciudadanía romana.

Del siglo I al XIX

Se ha dicho que los Juegos Olímpicos de la Antigüedad acaban en el siglo I con la prohibición por parte de Teodosio I, pero lo cierto es que este emperador cristiano no vetó los juegos en sí, sino la celebración de cultos paganos y sobre todo de sacrificios animales que se llevaban a cabo junto con las competiciones deportivas. Estas continuaron celebrándose, aunque ya no tenían lugar cada cuatro años. Los Juegos Olímpicos fueron cayendo en el olvido, hasta que un académico francés se interesó por ellos en el siglo XIX.

Templo de Hera en Olimpia

Templo de Hera en Olimpia

El barón Pierre de Coubertin, historiador, pedagogo, y gran conocedor de la Historia de Grecia, empieza a viajar por el mundo defendiendo la idea del «gymnasium» griego, que fomentaba el desarrollo físico e intelectual simultáneamente. Unió este concepto al de la paz entre naciones, y finalmente, en la Sorbona de París se deciden crear los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. La propuesta no fue bien recibida fuera de Francia: Inglaterra decidió no unirse, Alemania directamente boicoteó los juegos, y el jefe de gobierno de Grecia se opuso a la idea, temiendo el coste que iba a suponer para el país.

Atenas y los primeros Juegos modernos

La intervención del príncipe heredero de Grecia, abuelo de la reina española Sofía de Grecia, fue crucial para que los Juegos vieran la luz: convenció a varios mandatarios extranjeros de las ventajas del evento, y consiguió la financiación necesaria para restaurar el estadio de Atenas. Pierre de Coubertin argumentó en contra de la participación de las mujeres en los juegos, calificando su presencia de «antiestética» y diciendo que su labor más adecuada era «poner guirnaldas a los atletas vencedores». Sin embargo, estas declaraciones no fueron bien recibidas y, desde la segunda edición en 1900, las mujeres han formado parte de los Juegos Olímpicos. Sólo las guerras mundiales han interrumpido la celebración de estos juegos, que celebran en París 2024 su vigesimonovena edición.

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