Justa, el rey de los samaritanos que desafió al emperador Zenón
Durante el reinado del emperador romano de Oriente Zenón, las tensiones entre la comunidad cristiana y los samaritanos de Neapolis, Siquem, crecieron de forma dramática
El contexto de la revuelta de Justa en Palestina es muy complejo. En primer lugar, el Imperio romano había quedado irremediablemente dividido en dos tras la muerte de Teodosio I entre sus hijos Honorio (en Occidente) y Arcadio (en Oriente). En 476 Odoacro, rey de los Hérulos, depuso al último emperador del Imperio romano de Occidente, que estaba de facto desaparecido, tomó Italia y envió las insignias imperiales a Zenón que le reconoció como Patricio y le asignó el praenomen (nombre de pila) Flavio.
Sin embargo, Constantinopla, que era una entidad política diferenciada cada vez más del desaparecido occidente, convertido en un mosaico de tribus germánicas tomando el poder, una iglesia en construcción pugnando contra los arrianos, otras herejías y esforzándose por convertir a los paganos en un entorno empobrecido veía en esa región un problema para sus fronteras occidentales.
Por otro lado, estaba la amenaza de los persas sasánidas, muy potentes y que constantemente lanzaban campañas de conquistas por Armenia, la Alta Mesopotamia y Anatolia. Sin embargo, el Oriente era rico. Poseía las ciudades más importantes de la antigüedad y florecía la cultura en la escuela neoplatónica y catequista de Alejandría o Antioquía, Nísibis o las escuelas platónicas de Atenas. Sin contar con las luchas y cismas como el de Éfeso (431) con los nestorianos, Calcedonia (451) con los monofisitas o como el Concilio de Seleucia-Ctesifonte (410). Esto le obligó a establecer el Henotikón, un edicto en forma de carta enviada a las iglesias de Alejandría, Egipto, Libia y Pentápolis.
Esto enfrentó a los ortodoxos y monofisitas declarados, además de abrir un tercer frente con los partidarios del Henotikón. A esto se sumó el Papa de Roma que realizó un anatema contra el Patriarca de Constantinopla dando lugar al primer cisma, que duraría treinta años, entre la Iglesia de Constantinopla, ortodoxa, y la de Roma, católica.
En la franja de Palestina los judíos habían sido mermados tras las revueltas de Bar Jockba y Galo, dispersándose por todo el imperio y más allá…a las regiones de Persia o Arabia. En esta época, la antigüedad tardía y el inicio de la Edad Media, en el proceso de helenización del Imperio romano de Oriente que cristalizaría con Heraclio se enfrentó a una serie de problemas en la región: los samaritanos.
Como hemos dicho en el artículo anterior los samaritanos son un pueblo hebreo emparentado muy estrechamente con los judíos, pero con diferencias sustanciales en la teología y la liturgia hasta día de hoy. Esta era, la edad bizantina temprana, es su edad de oro. Sin embargo, el emperador Zenón que gobernaba en estos duros momentos y que era impopular entre la población y el senado por su origen (era isaurio) logró mejorar el imperio y sofocar esta revuelta.
En la zona de Palestina la comunidad cristiana iba creciendo y entrando en conflicto con los samaritanos. La desolación de Judea había acabado con muchos judíos y con los judeocristianos dejando sólo a los cristianos de cultura helénica en la zona frente a los samaritanos semitas.
El Imperio apoyaba a los cristianos frente a los samaritanos, que había gozado de cierto respeto por las autoridades hasta que Zenón decidió perseguirlos tras una subida de tensión entre samaritanos y cristianos en Siquem (moderna Nablús). El emperador, que provenía del mundo militar, se desplazó a Siquem y pidió a los samaritanos la conversión al cristianismo, a lo que estos se negaron siendo castigados con una masacre y la toma del monte Guerizín, tan sagrado para los Samaritanos como el templo de Jerusalén para los judíos. Sobre el monte el emperador construyó una serie de edificios de culto, entre ellos la tumba de su hijo con una cruz. Los samaritanos cuando fueran a adorar a Dios tendrían que postrarse ante ese símbolo que les provocaba rechazo provocando una situación similar a la instalación de la estatua de Calígula en el templo de Jerusalén en el año 40 d.C. y que provocó muchas revueltas.
En el caso samaritano esto encendió los ánimos y sembró el camino para la revuelta del 484 cuando se expandió el rumor del traslado de los restos de Eleazar, Itamar y Fineas. Una turba se dirigió a Neapolis, ciudad de Siquem, actual Nablús y atacaron la catedral matando a los cristianos y cortando los dedos del obispo Terebinto (para que no pudiera bendecir a los fieles) y eligieron rey a Justa. Terebinto, que había sobrevivido, huyó a Constantinopla para pedir venganza por el daño recibido tanto en su cuerpo como en la comunidad cristiana y solicitó el envío del ejército.
Rápidamente la revuelta se extendió y desde Siquem marcharon hacia Cesárea, capital de Palestina romana donde había una gran cantidad de samaritanos que se unieron a la revuelta, mataron a muchos cristianos, destruyeron la Iglesia de San Procopio y controlaron la ciudad. Justa llegó incluso a celebrar unos juegos en el circo para celebrar la victoria.
Sin embargo, la maquinaria militar del imperio comenzó a moverse. Zenón partió a Samaria y Asclepíades, el dux Palaestinae (comandante de las tropas del Limes Arabicus de la provincia) lanzó, con sus tropas reforzadas por auxiliares y vigiles, una campaña que acabó retomando el control de la ciudad y acabando con Justa, que fue decapitado y su cabeza enviada a Zenón que castigó duramente a los samaritanos. Se tomó Guerizín, les prohibió la entrada al monte y celebrar sus ritos religiosos, confiscó su sinagoga y construyó una Iglesia a la Virgen María provocando más odio de los samaritanos hacia los cristianos.
Estos actos del emperador Zenón se produjeron en dos etapas: las tensiones en Siquem entre cristianos y samaritanos que provocó que el emperador pidiera la conversión, se negaran y fueran castigados y la revuelta y posterior castigo de Zenón.
Esto sentó las bases para la revuelta del 495 en la cual, una vez muerto Zenón (muerto en 491), su sucesor Anastasio I tuvo que sufrir otra revuelta. En este contexto el emperador, con las tribus germanas presionando en los Balcanes y el auge persa no podía permitirse tener otra revuelta como la que sufrió su predecesor, que había mejorado sustancialmente el Imperio.
Sin embargo, un grupo de líderes samaritanos, comandados por una mujer, decidió recuperar el monte Guerizín, ocupado desde la victoria de Zenón en 484. Los samaritanos asaltaron la Catedral de la Virgen María y acabaron con la guarnición que protegía el enclave. Ante semejante problema de seguridad se envió al ejército bajo el mando de Procopio, gobernador de Edesa a sofocar la rebelión acabando con los líderes de la revuelta y restableciendo el orden imperial en la delicada zona de Oriente Próximo hasta la posterior revuelta de Juliano Ben Sabar.