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10 de septiembre de 2024

Claudio es proclamado emperador. Obra de Charles Lebayle

Claudio es proclamado emperador. Obra de Charles LebayleWikimedia Commons

Claudio, el emperador tartamudo que no tuvo suerte en sus matrimonios

Tuvo cuatro esposas, pero sus matrimonios acabaron todos en divorcios, ejecuciones y asesinatos. La vida conyugal del cuarto emperador romano fue turbulenta y desgraciada

Tiberio Claudio César Augusto Germánico, más conocido como Claudio, se convirtió en emperador en el año 41 d.C., al suceder a su sobrino Calígula, asesinado por la guardia pretoriana. Los pretorianos encontraron a Claudio escondido tras una cortina, pensando que lo iban a matar, pero en lugar de eso lo proclamaron emperador, pensando quizás que sería fácil de manejar.

Robert Graves nos dejó la novela Yo, Claudio, convertida en serie por la BBC, que nos acerca a este emperador tímido y tartamudo sin interés en gobernar y que, para sorpresa de todos, se reveló como un hombre inteligente y un excelente emperador. La historiadora Mary Beard, sin embargo, puntualiza que está sobrevalorado como emperador por causa de la obra de Graves y que «mató más soldados que cualquier otro».

Lo que sí está claro es que fue un erudito, teniendo como tutor al mismísimo Tito Livio, y que según el historiador Suetonio, «tuvo una gran pasión por las mujeres, pero ningún interés por los hombres.», un caso único entre los primeros emperadores. Esto se utilizó como crítica contra él, pues se le acusaba de estar dominado por sus esposas.

Ya antes de casarse por primera vez, Claudio había tenido problemas para encontrar esposa. Su primer compromiso, con una prima suya, se rompió cuando el padre de la joven conspiró contra Augusto y fue ejecutado, cayendo su familia en desgracia. Un segundo compromiso con la hija de un importante general tuvo un final aún más trágico: la novia murió en misteriosas circunstancias el día de su boda, dejando tras de sí la sospecha del veneno.

La abuela de Claudio, la intrigante emperatriz Livia, no tardó en arreglarle un matrimonio con la nieta de una amiga suya, aunque el matrimonio de Claudio y Urgulanila fue de todo menos feliz: se divorció de ella nueve años más tarde acusándola de adulterio. Fue la primera esposa en serle infiel, pero no sería la última. Tras el divorcio, Urgulanila tuvo una hija que Claudio repudió, alegando que sabía perfectamente que el padre era uno de sus libertos.

Su segundo matrimonio, con Elia Petina, fue menos accidentado, si bien la política volvió a interferir. El hermano adoptivo de Elia Petina, Sejano, fue uno de los grandes villanos de los primeros años del imperio: acumuló poder como jefe de la guardia pretoriana y mano derecha del emperador Tiberio, posición que aprovechó para eliminar sin piedad a sus rivales políticos, entre ellos a varios miembros de la familia imperial. Cuando se atrevió a conspirar contra el propio Tiberio, el complot fue descubierto y denunciado por la madre de Claudio, la influyente Antonia la Menor. El matrimonio de Claudio fue disuelto y debió buscar una nueva esposa.

La muerte de Mesalina. Óleo sobre lienzo de François Victor Eloi Biennourry

La muerte de Mesalina. Óleo sobre lienzo de François Victor Eloi BiennourryPicasa / Wikimedia Commons

La elegida fue una joven de quince años: Valeria Mesalina. Perteneciente a una rama empobrecida de la familia imperial, su padre no tenía influencia política y su madre, con fama de libertina, había derrochado la fortuna familiar. Mesalina compensaba la falta de dote con su célebre belleza, pero aún así debió conformarse con Claudio, treinta años mayor que ella y poco más que el hazmerreír de su familia. Sin embargo, las tornas cambiaron cuando Claudio fue nombrado emperador y Mesalina se vio encumbrada a los mármoles del palacio imperial. Tras darle dos hijos al emperador, debió sentir que su posición estaba asegurada, por lo que fue cada vez más infiel a su esposo y puso menos cuidado en disimularlo.

Es difícil distinguir qué fue real y qué ha sido exagerado por la posterior difamación tras su caída en desgracia, pero lo cierto es que el nombre de Mesalina ha quedado ligado al del arquetipo de mujer romana lujuriosa e intrigante: se ha dicho que compitió con prostitutas para ver quién podía yacer con más amantes en una sola noche, que estuvo con cónsules, pretorianos, gladiadores y esclavos por igual, y que conspiró para llevar a la ruina y la ejecución a aquellos que osaron rechazar sus encantos.

Claudio, que de todo esto nada sabía, o nada quería saber, debió rendirse a la evidencia cuando, estando él fuera de Roma, ella contrajo matrimonio con uno de sus amantes. Alertado de este sacrilegio y bigamia, el emperador hizo que ambos fuesen ejecutados. Mesalina tenía veintitrés años cuando fue decapitada por la espada de un centurión.

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