Los caballeros teutónicos y cómo les afectó que el rey de Francia no llegara a fin de mes

En el año de 1190, durante la Tercera Cruzada, una nueva orden de carácter religioso militar fue creada durante el asedio de la ciudad de San Juan de Acre. Durante los combates por la defensa un grupo de comerciantes de origen alemán organizaron un hospital de campaña para atender a los numeroso compatriotas que defendía Acre. En 1198 esta comunidad hospitalaria fue elevada a orden de caballería y como tal reconocida por bula papal de Inocencio III con fecha de 19 de febrero de 1199.

La nueva orden de caballeros teutónicos u Orden Teutónica se regiría por la regla cisterciense de san Benito y sus integrantes estaban obligados a hacer los triples votos (pobreza, obediencia y castidad). No eran monjes, eran frailes ya que hacían vida fuera de la comunidad monacal. Los intereses de la nueva orden estaban centrados en los santos lugares, donde ejercían su labor, cuando les llegó una solicitud de ayuda por parte de una pequeña orden militar como la suya. Esta había ganado un territorio a los paganos en la lejana Livonia, en las costas bálticas. A esa lejana tierra, que el papado les había encargado su custodia y defensa, se la llamó Terra Mariana y a la orden se la conocía como la Hermandad de la Espada u orden de los caballeros de Livonia.

En el año 1236 estos caballeros de la espada fueron contundentemente derrotados por los samogitios (pueblo de etnia báltica) y los integrantes de la orden diezmados de tal manera que ya no podían hacer frente a la defensa del territorio a ellos encomendado. Es por ello, y a petición de ellos, que el Papa Gregorio IX autorizó su absorción en la conocida como Unión de Viterb de 1237.

La orden de los caballeros teutónicos siguió prosperando pero continuó centrándose en la defensa de los Santos Lugares, lo que fue una queja constante de los maestres de Prusia y Livonia que se sentían relegados. En el año 1303 el rey de Francia Felipe IV «Le Bel», durante su enfrentamiento con el papado para controlar los recursos e ingresos de su reino, dio orden de secuestrar al Papa, en lo que se conocería como la «Atentado de Anagni». Cuatro años más tarde atacó a la muy rica y poderosa Orden del Temple, ordenando el arresto de sus integrantes y la confiscación de todas sus riquezas.

De esta manera no solo conseguía una riqueza que era muy necesaria para sanear su tesoro, también eliminaba –de un plumazo– la enorme deuda que tenía contraída con la Orden del Temple. Esta acción tuvo repercusiones en todos los reinos de Europa ya que la orden era muy rica con posesiones en todas partes. El nuevo gran maestre de la orden teutónica –Siegfried von Feuchtwangen– ante lo sucedido y temiendo un efecto de contagio o emulación decidió el traslado de su residencia y sede de la chancillería central de la orden de Venecia a Marienbugo (hoy Malbork en el voivodato de Pomerania, en Polonia). Ya saben ustedes el dicho: una retirada a tiempo...

Hasta ese momento la sede del gran maestre había estado en Venecia al controlar esta república las rutas comerciales del mar Mediterráneo y tener la flota más potente de la cristiandad. Estos dos puntos eran vitales para una orden orientada a la defensa de Tierra Santa y a las cruzadas pero habían caído las posesione cristianas en manos de los musulmanes y la posibilidades de una nueva cruzada eran muy remotas. Era tiempo de centrarse en otras obligaciones.

El gran maestre, en capitulo general, reconoció que las quejas y agravios de los maestres de Prusia y Livonia eran legítimos y que la permanencia en Venecia era tentar al demonio. Por lo que se decidió y llevó a cabo el traslado. En 1309 falleció el gran maestre von Feuchtwangen justo después de llevar a cabo el traslado. El nuevo gran maestre –Karl von Trier– inmediatamente reafirmó la autoridad de su cargo sobre todos los caballeros y propiedad de la orden, yugulando cualquier intento de disputar su autoridad. Una vez que quedó indudablemente claro quien mandaba allí, von Trier orientó todos los medios y esfuerzos de la orden en su nueva misión: la extirpación del paganismo de las tierras del este.

Ya ven ustedes, gracias a que el rey de Francia tenía problemas de liquidez hemos podido disfrutar de la película Alexandr Nevsky del maestro Sergei Einseistein. Y es que en la historia una acción no tiene una reacción si no innumerables consecuencias a lo largo del tiempo.