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13 de septiembre de 2024

La muerte de Félix Faure, en el Palacio del Elíseo (ilustración publicada en Le Petit Journal en 1899)

La muerte de Félix Faure, en el Palacio del Elíseo (ilustración publicada en Le Petit Journal en 1899)

Picotazos de historia

Romance y escándalo detrás de la muerte de Félix Faure, presidente de la Tercera República Francesa

Las circunstancias de su muerte fueron aprovechadas por sus adversarios políticos

El 16 de febrero de 1899 es una fecha importante en la historia de la Tercera República Francesa. Ese día falleció el presidente Félix Faure –el único, de los cuatro muertos en el ejercicio de su cargo, que murió en el Palacio del Elíseo–, lo que llevaría a la presidencia de la nación a Emile Loubet que indultaría al capitán Dreyfus (asunto que había polarizado a la sociedad francesa durante años) y aprobaría la ley de 9 de diciembre de 1905 por la que se declaraba la separación de la Iglesia y el Estado y se definía el marco de la laicidad estatal. Por importantes que puedan parecer estos dos hechos palidecen frente al escándalo que antecedió y propició su llegada a la presidencia y la salida u óbito de su predecesor.

Félix Faure (1841-1899), presidente de la Tercera República Francesa desde el año 1895, mientras se encontraba disfrutando de unas vacaciones en la localidad de Chamonix cuando le fue presentada la esposa del pintor Adolphe Steinheil. Esto sucedió en 1897 y la señora –¡que estaba estupenda!– se llamaba Marguerite. Con rapidez y entusiasmo la señora Steinheil se convirtió en la amante de la primera institución del Estado.

La entrada del Palacio del Elíseo en 1900

La entrada del Palacio del Elíseo en 1900

En cuanto al marido, el asunto se resolvió con unos cuantos encargos oficiales. Las visitas de la señora Steinheil al palacio del Elíseo se volvieron tan frecuentes que, cuando llegaba, era directamente conducida a la «sala azul»: habitación con una puerta trasera disimulada donde el señor presidente atendía audiencias muy especiales y muy personales.

La mañana del día 16 de febrero Faure no se encuentra bien. Llevaba tiempo sufriendo problemas cardíacos pero no estaba dispuesto a renunciar a las tres cosas que hacían que las amarguras de su vida fuesen más llevaderas: la buena comida, el tabaco y las mujeres. Ese día el señor presidente llamó a la señora Steinheil y le pide que se pasase por el Elíseo a la 17:00 horas. A las 16:00 se reunió con el príncipe Alberto I de Mónaco, furibundo defensor de la causa del capitán Dreyfus que ha ido a interceder por él.

A las 18.30 horas, después de que Marguerite abandonara el palacio, el señor presidente sufrió un desfallecimiento en el despacho de su jefe de gabinete. Trasladado a la biblioteca fallecería a las 22:00 horas debido a una «congestión cerebral», como se decía entonces.

Esta es la versión oficial y que se ha demostrado cierta, pero de ninguna manera fue la que circuló y tuvo más predicamento en Francia y fuera de sus fronteras. Según esta segunda versión a la mencionada hora el jefe de gabinete escuchó unos gritos que provenían de la sala azul. Las malas lenguas comentaban que, cuando entró en la estancia, pilló al presidente y a la señora Steinheil en el acto.

Todos los medios parisinos decidieron abogar a favor de la versión más escandalosa. Y es lógico, ya que daba mucho más juego. Preguntado sobre este asunto al futuro presidente de la república Georges Clemenceau (1841 – 1929) respondió acerca del finado: «Se creía Cesar, pero Pompeyo murió», y remató con muy mala leche: «Al entrar en la nada, debe haberse sentido como en casa».

Investigaciones modernas confirmaron el consumo de estimulantes y la detección de síntomas previos que anunciarían el derrame cerebral que acabó con la vida del pobre Fauré. Para su desgracia Marguerite resultó ser una mitómana de libro con un afán de notoriedad que no cabía en el propio palacio presidencial. Ella se encargó de mantener el morboso interés alentando las versiones más difamatorias.

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