Así se construyeron los puertos de la Hispanidad
«Sin arsenales en América era imposible mantener la presencia allí, especialmente durante el XIX, cuando se producen las independencias», explicó el coronel Juan A. Villasante
Los navíos españoles cruzaron el Atlántico entre las dos Españas, la peninsular y la de Ultramar, que fueron una misma nación desde el siglo XVI al XIX. De Cádiz a Montevideo, de La Habana a Cádiz, y así entre tantas ciudades portuarias españolas. El mar ha sido la vía de unión, los buques el transporte y las ciudades portuarias los puntos de encuentro e intercambio donde se ha construido la Hispanidad, que no es más que una serie de «Patrimonios mestizos globales. La huella hispana», como se titula la última sesión de las LXX Jornadas de Historia Marítima que organiza el Instituto de Historia y Cultura Naval (IHCN) de la Armada.
En los extremos de esa carrera de Indias estaban las ciudades portuarias, cuya historia ha explicado el coronel Juan A. Villasante, del IHCN, con una ponencia titulada Valoración patrimonial del sistema portuario en el ultramar hispano. La construcción del «puerto ideal es una creación del mundo hispano del siglo XVI, con puertos 'ex novos' en América y Filipinas», explicó el coronel. Uno de los diseñadores del puerto ideal, fue el italiano Prieto Cataneo, que trabajó para la Monarquía Hispánica, al igual que otros ilustres ingenieros y matemáticos de la Escuela de Matemáticas de Felipe II, con Juan de Herrera, Tiburcio Spannocchi, Cristóbal de Rojas o Bautista Antonelli.
«Este modelo de puerto tendrá su apuesta principal en las ciudades de La Habana, Santo Domingo, Puerto de Indias y Cavite, que fueron los grandes espacios portuarios a nivel económico y tecnológico», comentó el coronel. Sin embargo, entre los siglos XVI-XVII ninguno de los arsenales españoles tenía diques de carenar o almacenes suficientes, pero sí los franceses e ingleses. Sin embargo, entre los siglos XVI-XVII ninguno de los arsenales españoles tenía diques de carenar o almacenes suficientes, pero sí los franceses e ingleses.
Utilidad, firmeza y simetría
A pesar de esta inferioridad técnica, la Nueva España y el resto de territorios de Ultramar españoles se convirtieron en el centro del mundo, con puertos como el de La Habana, que «desde el punto de vista económico, político y militar fue el puerto más importante, aunque siempre defiendo que la posesión de Puerto Rico era igual de valiosa, porque quien lo tenía, dominaba el Caribe», apuntó la americanista Nuria Hinarejos, durante su intervención en la que habló de Arte, ingeniería y artífices en el Caribe hispano decimonónico.
Una vez construidos los puertos, había que defender las plazas de América de ataques de piratas y otras naciones, para ello se levantaron una serio de fortificaciones en las que se utilizó la arquitectura balaustrada. El castillo del Morro de La Habana será el mayor ejemplo de esa arquitectura balaustrada que diseñó Bautista Antonelli a finales del siglo XVI. «Durante el siglo XVI-XVII se construyen varias obras defensivas hasta que se suceden los ataques de Portobelo, Cartagena de Indias y la toma de La Habana, que obliga a Carlos III a enviar un gran número de ingenieros militares a las posesiones españolas de Ultramar», explicó la historiadora.
No fue hasta la formación de la Real Armada en el siglo XVIII, con Patiño y el Marqués de la Ensenada, cuando se crearon nuevos sistemas de organización basado en dos ideas ilustradas: utilidad y ciencia. De esta manera, se impulsó el orden en todos los sentidos, desde uniformidad, alimentación a bordo de los buques, el desarrollo del perfil del marino científico, etc.
En este proceso también trataron de crear un «patrimonio básico» para mejorar el sistema portuario, un trabajo que lideraron marinos ilustres como Jorge Juan en los puertos de Cartagena, Cádiz y Ferrol, que se construyó con la intención de crear el puerto ideal de la ilustración.
Cada arsenal contaba con un equipo de intendencia, que eran militares encargados de organizar la logística de ese espacio: transporte, alimentación, combustible y materiales, financiación. Estas innovaciones también llegaron durante el siglo XIX a la América previa a las independencias, cuando las fortificaciones quedaron obsoletas porque la forma de hacer la guerra había cambiado. Unido a estos cambios, en los territorios caribeños ingenieros militares construyeron carreteras, ferrocarriles, planes de alumbrado, puentes, faros, cementerios, incluso teatros y nuevos cuarteles, que hoy siguen recordando la huella hispana en la región.