Gómez-Jordana: de gran estratega militar a artífice de la neutralidad española en la II Guerra Mundial
Su legado tanto militar como diplomático sigue destacando su figura como una pieza clave en la historia de España durante la primera mitad del siglo XX
Francisco Gómez-Jordana Sousa (Madrid, 1 de febrero de 1876 - San Sebastián, 3 de agosto de 1944) fue uno de los personajes más influyentes en la historia de España durante el siglo XX. Su carrera abarcó tanto el ámbito militar como el político, destacándose especialmente en el contexto del protectorado español en Marruecos y durante la guerra civil española.
Nacido en el apogeo de la Restauración española, Gómez-Jordana comenzó su formación militar a los 16 años en la Academia General Militar de Toledo, y tras participar en la guerra de Cuba (1895-1897), ascendió rápidamente en la jerarquía del ejército. A lo largo de su carrera, se distinguió como estratega, particularmente por su participación en el protectorado de Marruecos, donde desempeñó un papel crucial en el diseño de expediciones militares y en la gestión de operaciones clave, como el desembarco de Alhucemas de 1925, un éxito que consolidó su prestigio.
En 1923, con el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, Gómez-Jordana se unió al Directorio Militar y se convirtió en una figura clave en el régimen. Su legado militar alcanzó su punto culminante con la exitosa operación en Alhucemas, que le valió el reconocimiento de aliados como el mariscal Philippe Pétain. Tras la caída de Primo de Rivera en 1930 y la instauración de la Segunda República en 1931, la carrera de Gómez-Jordana sufrió un fuerte golpe. Fue despojado de sus cargos, encarcelado y condenado por alta traición. No obstante, en 1934, logró reincorporarse al ejército, aunque en una posición secundaria.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Gómez-Jordana se alineó con el bando franquista y desempeñó un papel crucial en la consolidación del nuevo régimen. Fue nombrado presidente de la Junta Técnica del Estado, vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores en el primer gobierno de Francisco Franco. En su labor diplomática, logró acuerdos clave, como la devolución del oro español del Banco de Francia y la recuperación de materiales de guerra, flotas mercantes y patrimonio artístico.
En 1939, con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Franco cesó a Jordana como ministro de Exteriores, sustituyéndolo por Ramón Serrano Suñer. Sin embargo, su influencia no desapareció. En 1942, fue nuevamente designado para dirigir el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde su principal objetivo fue mantener la neutralidad de España. Durante este periodo, destacó la creación del «Bloque Ibérico», una alianza con Portugal destinada a garantizar la paz en la península ibérica y mantener a ambos países al margen del conflicto global.
Uno de los mayores desafíos de Jordana durante la Segunda Guerra Mundial fue la gestión del éxodo de refugiados judíos que huían de la persecución nazi. España, a instancias de los Estados Unidos, permitió el embarque de estos refugiados hacia el Norte de África, una cuestión que obligó a Jordana a buscar soluciones rápidas y delicadas, manteniendo siempre un equilibrio con las relaciones internacionales, particularmente con Alemania.
En la primavera de 1944, logró importantes acuerdos con las potencias aliadas, conocidos como los «acuerdos de mayo». Estos acuerdos incluyeron la limitación de las exportaciones de wolframio a Alemania, la reanudación de los suministros de gasolina por parte de los aliados, y la retirada de la División Azul. La prensa británica destacó la paciencia y la habilidad diplomática de Jordana, quien se mostró clave para mejorar la posición de España ante los aliados.
Su última intervención diplomática antes de su fallecimiento, el 3 de agosto de 1944, fue la redacción de un documento que sugería reformas en la política interior, incluyendo la restauración de la monarquía y la designación de un presidente del Gobierno. En cuanto a la política exterior, abogaba por consolidar la neutralidad y estrechar los lazos con los aliados, anticipando la necesidad de adaptarse al nuevo orden mundial postbélico.
Gómez-Jordana falleció trágicamente San Sebastián, probablemente como consecuencia de un accidente de caza previo. Su legado militar y diplomático sigue destacando su figura como una pieza clave en la historia de España durante la primera mitad del siglo XX.